Presentamos uno de los poemas más recordados de Marco Antonio Campos (Ciudad de México, 1949), “Pero en serio ¿valió la pena?”, que reflexiona no sólo en torno al oficio del poeta sino a la idea de una “carrera literaria”. Campos ha publicado recientemente, en la prestigiosa colección Palabra de Honor de Visor Libros, el volumen De lo poco de vida.
Pero en serio ¿valió la pena?
Ya no podríamos escribir como en esa época, en los años oscuros
cuando creíamos que el numen podría pertenecernos,
cuando era fácil creer que se haría la Gran Obra,
el poema de gran hálito con la música y el significado
que nos darían los dioses (cómo no creerlo),
que la poesía y el ángel, la figura y la forma serían para nosotros.
Pero al mirar lo que escribíamos a lo largo de los años
se hacía conciencia de que las alas de los pájaros no,
definitivamente no, no aleteaban con un ritmo propio,
que en efecto y así y claro no podíamos decir exactamente
lo que queríamos decir, que en poesía, salvo un ramo
de poetas cada siglo, los demás debemos resignarnos
para ser los lacayos que conducen el carro de los grandes,
y sin embargo, y sin embargo aseguro que al menos la poesía
me dio otras cosas: una manera de mirar la mirada de los pájaros migratorios,
de armar desde el sueño imágenes de la pintura y del cine,
de apreciar más a fondo la ligereza y la dulzura corporal en las mujeres,
de admirar en las tardes y las noches las hileras de los mástiles
en los puertos, la higuera y el olivo
en medio del huerto en la noche azul de Jesucristo azul,
porque el reino de Dios no estaba cerca, sino en nosotros mismos.
Pero en serio, es una pregunta en serio para uno mismo o para cualquier poeta
a cierta altura de su edad: ¿valió la pena el sacrificio, valió la pena abandonar
la apuesta de la acción para entregarle la vida a la inutilidad de la poesía?
Datos vitales
Marco Antonio Campos (México, D.F., 1949) es poeta, narrador, ensayista y traductor. Ha publicado los libros de poesía: Muertos y disfraces (1974), Una seña en la sepultura (1978), Monólogos (1985), La ceniza en la frente (1979), Los adioses del forastero (1996) y Viernes en Jerusalén (2005). La editorial El Tucán de Virginia volvió a reunir en 2007 su poesía en un solo tomo: El forastero en la tierra (1970-2004). Es autor de un libro de aforismos (Árboles). Ha traducido libros de poesía de Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, André Gide, Antonin Artaud, Roger Munier, Emile Nelligan, Gaston Miron, Gatien Lapointe, Paul-Marie Lapointe, Umberto Saba, Vincenzo Cardarelli, Giuseppe Ungaretti, Salvatore Quasimodo, Georg Trakl, Reiner Kunze, Carlos Drummond de Andrade, y en colaboración con Stefaan van den Bremt, a los poetas belgas Miriam Van hee, Roland Jooris, Luuk Gruwez, André Doms y Marc Dugardin. Libros de poesía suyos han sido traducidos al inglés, al francés, al alemán, al italiano y al neerlandés. Ha obtenido los premios mexicanos Xavier Villaurrutia (1992), Nezahualcóyotl (2005) y Ramón López Velarde (2010) y en España el Premio Casa de América (2005) por su libro Viernes en Jerusalén, el Premio del Tren Antonio Machado (2008) por su poema “Aquellas cartas” y el Premio Ciudad de Melilla (2009) por el libro Dime dónde, en qué país. En 2004 se le distinguió con la Medalla Presidencial Centenario de Pablo Neruda otorgada por el gobierno de Chile. En esta selección se reúnen poemas de los libros La ceniza en la frente (1989), Los adioses del forastero (1996), Viernes en Jerusalén (2005) y Dime dónde, en qué país (2010).