Presentamos una muestra de João Luís Barreto Guimarães (Oporto, Portugal,1967). Poeta, traductor y médico cirujano, es autor de los libros de poemas Há Violinos na Tribo (1989) Rua Trinta e Um de Fevereiro (1991), Este Lado para Cima (1994), Lugares comuns (2000), 3 (poesía 1987-1994) (2001), Rés-do-Chão (2003), Luz última (2006), A Parte pelo Todo (2009) Poesia reunida (2011), Você Está Aqui (2013) y Mediterrâneo (2016). Es integrante de la antología preparada por Nuno Júdice con traducción de José Javier Villarreal: Nueve poetas portugueses para un nuevo siglo, publicada por la UNAM en 2016. Los poemas de esta muestra fueron vertidos al español por José Ángel Cilleruelo
Iglesias de Europa
a Duarte Morais Soares
Doblan las campanas católicas para celebrar la vida
–donde se yergue esta iglesia ya fue
un templo pagano (usada
como granero
teatro
prisión y polvorín). Los muros han ido sumando
lecciones de arquitectura (Gótico
sobre Románico
Barroco sobre Renacentista) dando vida
a la lengua muerta con la que estas paredes
rezaban. Hoy estamos de regreso como
turistas paganos (cruzando arcos tan estrechos
Carlos Magno no cabría)
trayendo dioses privados a la casa
del Dios cristiano–
dando Gracias (si hay Dios) por la
belleza
agnóstica de la piedra.
Los argonautas en Oia
el hermoso viaje
Constantino Cavafis
Para algunos el
final de la tierra es seguro
el fin del mundo. Para otros el
fin del mundo es
el principio del viaje. Denles
un barco a remo nadie sabrá decir
si hizo bien el
que abrió el Egeo desconocido si
la duda insistente de quien se queda —
es el viaje.
Una explicación posible
Fue
sin duda un perfume. Uno de esos
más escotados
(generosos
triunfales) lo que retrasó a Odiseo de
regreso a Ítaca. De esos perfumes simétricos
(orgullosos
resueltos) que obligan la mirada a
volverse
para oler. Solo puede haber sido eso (fue
sin duda un perfume)
un perfume como aquel dejaba hacer
casi todo.
Éxtasis de Santa Teresa
Le pido
muchas disculpas al cardenal Federico Cornaro pero
creo que Gian Lorenzo Bernini
le engañó. Si no el Maestro que explique
(como mejor le plazca) la
cara de gozo de la Santa (el
cuerpo lanzado hacia atrás el
hallux semiflexionado los ojos semicerrados) ya ni
hablo
de ese ángel que traspasa la saeta ardiente
con la risa atrevida de un cupido consolado –
si esto es el amor divino yo quiero ser querubín
a menos que (Excelencia:) Su
Excelencia confiese que ordenó la obra así
(el pecado enmascarado por los excesos del Barroco
algo difícil de ver en una iglesia calvinista)
en este caso (Excelencia:) no
sé qué juzgar mayor si el
lento gozo de la Santa (abandonada a tal entrega) si
nuestra envidia por el tiempo que ella lleva con eso –
los labios entreabiertos de metafísico amor
llenando (Excelencia:) el
espacio interior del vacío
prolongando (Excelencia:) el grito
del
dulce
dolor.
Aquello que es infinito
in memoriam Paulo Cunha e Silva
Empieza ahora otro día y es más
otro día sin ti. Erramos por la ciudad
tratando de reconocerte
(ninguno de los nombres que pasan resulta
ser el tuyo). ¿Dónde está la
alegría donde asentábamos casa
(la búsqueda por ventana la ternura
por tejado) dónde
tu pensamiento más veloz que el propio día?
¿Dónde estás que no te tenemos? ¿Dónde
tu energía? Los
barcos que bailan en el río el día entero
sin descanso (las olas que no desisten de
repetirse en la desembocadura) los
espejos de este Café que ni por la noche se apagan
(el arco iris del amor en los semáforos de la avenida) –
tal vez te hayas quedado sembrado por las calles
en aquello que nunca se detiene (en un
frenesí de partículas)
quién sabe ahora si existes en todo
lo que no descansa (en eso que
no se apaga) en el tiempo
que es infinito.
Para la construcción de la guerra
a Luljeta Lleshanaku
La
violencia está latente en el más pacífico
ciudadano. Incluso en el que
acostado
parece sostener el muro (el estrépito
con el que frena a fondo en la fila del tránsito
el golpe con el que sacude la puerta
detrás de él) que
no te engañe la bonanza con la que ves
a nuestro hombre
paseando la propia sombra por una
mañana de sol. En él
todo es insospechado pero dentro
la sangre bulle. Deja que una mosca se pose
en la comezón de la nariz y verás lo
que es capaz de hacer –
el asesino.