Círculo de Poesía y Valparaíso México invitan a las lecturas del poeta australiano Omar Sakr que tendrán lugar del 29 de junio al 2 de junio en el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México 2017, dentro del marco del Festival DiVerso. A continuación presentamos un par de poemas suyos en versión de Andrea Rivas.
Terrorista
Seguimos contando las mismas historias.
Tal vez es por esto que nada cambia. No puedo
crecer alas. Solo puedo ser lo que soy.
No vengas a mí para transformarte,
no soy un espejo de casa de la risa, no soy un lago.
No soy una grieta en la tierra
ni el grandioso negro azulado del cielo,
esa engañosa bestia camaleónica. Lo que soy
es un terrorista, sí, me aterro a mí mismo
con preguntas que no tienen respuesta,
que algunos llaman poesía. ¿Qué tal si
Ícaro fue un refugiado huyendo de su padre,
si voló no de la ambición
sino del miedo, un salto suicida;
y si dio la bienvenida a las llamas?
¿Qué tal si tuvo una bomba atada
a su pecho, y quiso llover
pedazos de cielo sobre la suciedad
huérfana de padre? Por esto no crezco alas.
Estoy aterrado de que todos vean
que soy un ángel ardiendo, cayendo
tan lejos de cualquier padre como pueda.
País de vacaciones
Quema todos los mapas. Olvídate de querer
necesito longitudes y latitudes vírgenes.
Tierra sin consumirse, un lugar
que ni las estrellas hayan tocado
donde pueda ir por aire,
donde no hay cosa tal
como el ahogo ni las matanzas
pero donde pueda morir
una muerte natural. Los sueños
imposibles son para hombres jóvenes.
Yo no soy tan joven como es necesario.
Puede ser que un sueño tan grande
requiera edad y no soy tampoco
tan viejo. Los países son pesadas
cosas que no pueden hacerse solas.
Quisiera que alguien me hubiese dicho eso
antes de comenzar a construir playas.
No tiene nada que ver con la tierra,
ese animal magnífico. Acabo de olvidar
a las personas. Tal vez quise hacerlo &
debería aprovechar al máximo estas
acacias, el largo tronco cónico
antes de que inevitablemente arda
en una flama, lenguaje no
de dioses, sino del hombre. Prometeo
sabía. Es una lección que desaprendemos
tan pronto como podemos: los alfabetos
son todos una sinuosa destrucción.
Todo lo que queríamos era cauterizar
un momento, una huella, una búsqueda
en una roca para hacerle saber
nuestros nombres, sin saber que nombrar
al mundo también lo terminaría.
Mi país resiste el lenguaje.
No quiere conocerte.
Tiene su propia sabiduría, y ningún
agujero para banderas. No puede ser
robado. Lo construí solo para mí,
no para que otros cubran
sus bordes o lo fijen a una piel