En el marco del dossier de poesía de Lituania preparado y traducido por Dovile Kuzminskaite y María Sebastia Sáez, presentamos una muestra de la poeta Agne Zagrakalyte, quien se describe de la siguiente forma: “Nací en un koljoz, crecí en un consorcio de agricultura, vivo en la capital de la UE, estoy planteándome morirme en los bosques; pero todavía no, todavía me falta mucho por ver. Se han publicado mis tres poemarios y dos libros de prosa, estaría bien multiplicar estos números, lo que estoy intentando hacer, no tengo ningún trabajo ¨normal¨, escribo y muevo el sable.”
Gracias a ti
gracias a ti
se agudiza mi oído
las orejas de murciélago me crecen
cada noche oigo: la tormenta ya ha cesado,
y los vientos ya no golpean contra las ventanas,
se calman los vidrios que tiritaban,
pero tras el frío, tras el horror, tras chillando como
durante una matanza de miles de kilómetros
oigo la nieve caer en tu pelo.
Chirrían las semanas, cada hora
se alarga la cuerda de la añoranza, con la que estoy atada a ti,
aúllan los campos de las distancias como las emisoras de radio al sintonizarlas
-¿en qué estación me estarás esperando?
corriendo, arañada al correr de vuelta
por arbustos y los matorrales, me abro camino
me atrae como la flauta mágica,
el silbato de ultrasonido en tus labios.
Gracias a ti II
Gracias a ti mis sueños son de colores y
pita en estos un musiquita lírica,
zumban allí grupos de querubines,
susurran los techos de sueños los ventiladores cantando,
gracias a ti soy como una gaita,
una vez acercaste tus labios y
sueno desafianda
como mil flautas clavadas en la tripa.
Gracias a ti miento sin dificultad,
como si respirara
en un sueño
clavado con sol, agua y palmeras
que no se doblan
por el viento.
Gracias a ti me despiero y me sujeto
en mis brazos para que aprisionara
el silencio punzante
frío como la cuchilla de una espada,
que sale de mis entrañas,
de los agujeros más estrechos.
no te soltaré de mis brazos
hasta si pesaras miles de toneladas.
hasta si te pusieras tan calvo que
todas las barcas se agolparan
alrededor tuyo pensando que eres un faro
(las lanchas jovenzuelas y las gambas atontadas por el tiempo)
hasta si la oscuridad bajara, y tú, tras las cortinas
de la ceguera
histrionicamente gritaras: quién eres, yo a ti
no te conozco y
hasta si te empujara en las camillas de la tristeza,
quejándote, siempre conectado a
los aparatos que pitan, que desajustaron todo el sistema,
hasta si las carrozas con los caballos blancos a veces
se te llevaran y te devolvieran por las mañanas
masticado pero vuelto a escupir y
hasta si te fueras por los mares y los oceános de mocos
a los lugares todavía desconocidos por mí,
hasta si los lugares todavía desconocidos por mí se cerraran
sobre mi cabeza y en este regazo de entendimiento
rodaría histéricamente: ni salir, ni aspirar,
hasta cuando se callaran todos los expectadores
parece que con los dientes mordería
este anillo que me está apretando el cuello.
La tienda de los amantes de recuerdo
No es el corazón – un hilito de volframio,
estoy vacía como una barbacoa quemada
en el rocío de la mañana
suena el timbre de la puerta
huele a polvo de casa,
una dependienta vieja pintada
pone en fila un ejército de amantes:
Apolo con los calzoncillos de Armani,
las cerdas plateadas de la nuca,
los músculos flexibles de Superman,
pura goma: no compraréis nada más para borrar
aportará lo que hace falta, borrará lo que no hace falta,
como el vodka malo de la memoria de la mañana,
la mano izquierda cóncava para una caricia,
en el hombro un huequito para apoyar cómodamente la nariz,
-A este lo hemos compuesto de Ken
apenas lo destornillamos de Barbie,
también tenemos un Príncipe Azul,
pero a este no se le puede separar del caballo:
made in China y también casi cubren los labios
los dientes alineados para la sonrisa,
además tenemos leñador brilla
de hojalata, hemos intentado
ponerle un corazón que amara en el pecho,
pero este cae bajo el cinturón
y allí se columpia a cada paso
una cajita sin etiquetas,
elijo
y en el seno duele
la suave nieve cienlabios