Juan Arabia: Desalojo de la naturaleza

Presentamos una muestra de Juan Arabia (Buenos Aires, 1983), poeta, traductor y crítico literario, egresado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y actual director del sello editorial y revista ‘Buenos Aires Poetry’. Ha publicado los libros: ‘John Fante. Entre la niebla y el polvo’ (El fin de la noche, Buenos Aires, 2011); ‘PosData a la Generación Beat’ (Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2014); ‘El Enemigo de los Thirties’ (Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2015); ‘John Fante: Camino de los sueños diurnos’ (Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2016);’ El Enemigo de los Thirties’ (Ril Valley / Chile – Los Leones, 2017), ‘Il Nemico dei Thirties’ (Samuele Editore 2017, collana Scilla – Fana, Italia).

 

 

 

Desalojo de la naturaleza

 

Bajemos juntos a sentir el desalojo.

Escuchar el viento que se mueve

por encima del trigo:

la aguda guerra de metal.

 

Un estruendo de plata

corroe lo vivo,

separa a cada una de las cosas

que existen en el mundo.

 

Caen ahora los primeras gotas.

La fiera tormenta confederada

se afianza para siempre

dentro de los muros de las ciudades.

 

 

 

Antiguos bosques de sangre

 

Los antiguos bosques de sangre

rejuvenecidos de nuevo por el sol,

y todo lo verde y su savia,

y los cuencos cegados en lo más profundo.

Todos ellos, ahora despiertos, desterrando al fósil.

Imitando al canario de Cwmdonkin Drive,

para hacer del aire algo más blanco y puro

como los rastros de un conejo.

 

La primera vela aferrada al mástil

que el frío de hielo y de sal bañaron,

y las dársenas y sus cadenas,

y la tripulación entera del barco oscuro.

Todos ellos, ahora festivos, saltando al vacío.

Recordando al Albatros, la balada precisa.

 

El primer saco de manzanas

arrojado al profundo pozo de la vejez.

Y todo el néctar y su sangre,

y los incendios forestales.

Los antiguos bosques de sangre

ahora despiertos, enloquecidos,

como un cuervo expulsado de su nido frío

en la profunda noche encantada.

 

 

 

Los tejados del mundo

 

¡C´est la vie, mort de la Mort!

César Vallejo

 

¡Va!, nos orinan y cuentan nuestros pasos.

A nosotros que crecimos junto al sol,

y lanzamos el graznido salvaje

sobre los tejados del mundo.

 

Arrodillados, dentro de un charco negro y frío,

anclando nuestro destino,

anclando nuestras botellas.

 

Y como halcones dorados,

seres imperfectos, imprevistos,

enfrentemos la moribunda

condición de la naturaleza.

 

¡Va!, lancemos el último graznido.

Y todo por la eterna noche de carbón.

Todo por limpiar el fondo del estanque.

 

 

 

Homenaje

 

Ah, los huertos de Sexto Propercio,

donde caminamos descalzos

sacudiéndonos el rocío con los conejos.

 

¿Qué dirías ahora de aquellos

que siguen asentando las expansiones

del poder, ornamentos sin flores?

 

Hijos sin lira,

nada se acostumbrará a la extrañeza.

Nadie expondrá nuestro caso.

 

¿Qué dirías ahora, cuando tus canciones

finalmente no viajan, y todo se convierte

en ruina bajo el peso del sol y de los años?

 

 

 

Desalojo

 

Qué decía yo del desalojo.

Si estos cadáveres flotan

bajo el sol de Puerto Madero

respirando las últimas hojas de su vida.

La tumba está abierta de par en par.

 

La inmensa corriente

arrastra peces sin límites:

sábalos y bagres

se deslizan dormidos

sobre el último sueño.

 

Algunos flotan simplemente,

imitando  el primer aleteo de su infancia.

La luz del sol es una espada, y sobre el muro

de Jericó palomas acorazadas

se posan respirando de su aliento.

 

Qué decía yo del desalojo.

Si no hay quietud en este encierro.

Una alfombra tramada

de musgos y cadáveres

se separa de la corriente,

 

ocultando a los cientos de peces

que arrojan su gusano grasiento.

El perfil del agua

tiene los ojos de una anguila

hambrienta y desesperada.

 

Qué decía yo del desalojo.

Si estos cadáveres flotan

bajo el sol de Puerto Madero

respirando las últimas hojas de su vida.

La tumba está abierta de par en par.

 

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