Presentamos un poema de Arthur Cravan, pseudónimo de Fabian Avenarius Lloyd, fue pugilista, poeta, sobrino político de Oscar Wilde, falsificador de pasaportes para huir de la primera Guerra Mundial, “ciudadano de 20 países”, editor y colaborador de los cinco números de la revista Maintenant! (1911-1915), precursor del arte conceptual, influencia de los dadaístas, derrotado por el mítico boxeador Jack Johnson sobre el ring, y en la apuesta estética por el también mítico Apollinaire (a raíz de la polémica sobre un autorretrato de Maurine Laurencine, amante de Apollinaire), anarquista, ídolo de Duchamp, Picabia y Breton, compañero accidental de a bordo de Trotsky en el barco que lo llevaría a México, profesor de educación física en la Academia Atlética de México, donde conoce a Mina Loy, se casa con ella, esperan una hija, se embarcan a Argentina, ella se adelanta, él naufraga en el Golfo de México. Su cuerpo jamás será hallado. Su hija recibe el nombre de Fabienne en honor a su padre. La presente versión del poema “Maintenant” es de Gustavo Osorio de Ita.
Ahora
¿Qué alma disputará mi cuerpo?
Escucho la música:
¿Estaré entrenado?
Me gusta tanto el baile
Y las locuras físicas
Que siento con cierta obviedad
Que, si yo hubiese sido una niña
Me habría ido mal.
Pero desde que me sumergí
En la lectura de esta imagen
Juraría no haber visto ni mi vida
Ni fotografías de hadas:
El océano perezoso acunando las chimeneas,
Veo en el puerto, en el puente de los vapores,
Entre las indeterminadas mercancías,
Los marineros mezclarse con los conductores;
Cuerpos pulidos como máquinas,
Miles de objetos de la
China,
Las modas e invenciones;
Entonces, listos para cruzar la ciudad,
En la suavidad de los automóviles.
Poetas y boxeadores,
Esta noche, ¿cuál es mi error,
Que con tanta tristeza,
Todo me parece hermoso?
El dinero que es real,
La paz, las vastas empresas,
Los autobuses y las tumbas;
Los campos, el deporte, las amantes,
Hasta la vida inimitable de los hoteles
Me gustaría estar en
Viena y en
Calcuta,
Tomar todos los trenes y todos los barcos,
Fornicar con todas las mujeres y devorar todos los platos.
Mundano, químico, puta, ebrio, músico, trabajador, pintor, acróbata, actor,
Viejo, niño, pícaro, matón, ángel, y vagabundo,
Millonario, burgués, cactus, jirafa o cuervo;
Cobarde, héroe, negro, mono, don
Juan, proxeneta, lord, campesino, cazador, industrial,
Fauna y flora.
¡Soy todas las cosas, todos los hombres y todos los animales!
¿Qué hacer?
¡Probemos al gran aire,
Quizás pueda ahí desprenderme
De mi funesta pluralidad!
Y mientras la luna,
Más allá de los castaños,
Amarra sus galgos.
Y, que así como en un caleidoscopio,
Mis abstracciones
Elaboran las variaciones
Acuerdos
De mi cuerpo,
Que mis pegados dedos
Al deleite de mis llaves
Absorben el síncope fresco,
Bajo movimientos inmortales
Vibran mis tirantes;
Y, peatón ideal
del
Palacio Real,
Me embriago con candor
Incluso del mal olor.
Lleno de una mezcla
De ángel y elefante
Mi lector, entono bajo la luna
Tu desgracia futura.
Armado con tanto álgebra,
Que, sin deseos sensuales,
Ya veo, el beso recalcitrante.
Idiota, pipa, agua,
África y el reposo fúnebre,
Detrás de las persianas quietas,
La calma de los burdeles.
El bálsamo, ¡oh razón mía!
Todo
París es atroz y odio mi casa.
Ya los cafés son negros.
No te quedes, ¡oh mis histerias!
Si no en los claros establos
De los urinales.
Ya no puedo quedarme afuera.
Aquí tu lecho; ser estúpido y dormir.
Pero, el último de los inquilinos,
Que se rasca tristemente los pies.
Y, aunque cayendo a mitades,
Si escuchase sobre la tierra
Sonar locomotoras,
¡Que mis almas sin embargo estén de nuevo atentas!
Maintenant
Quelle âme se disputera mon corps?
J’entends la musique:
Serai-je entraîné ?
J’aime tellement la danse
Et les folies physiques
Que je sens avec évidence
Que, si j’avais été jeune fille
J’eusse mal tourné.
Mais, depuis que me voilà plongé
Dans la lecture de cet illustré
Je jurerai n’avoir vu de ma vie
D’aussi féeriques photographies :
L’océan paresseux berçant les cheminées,
Je vois dans le port, sur le pont des vapeurs,
Parmi des marchandises indéterminées,
Les matelots se mêler aux chauffeurs ;
Des corps polis comme des machines,
Mille objets de la
Chine,
Les modes, et les inventions;
Puis, prêts à traverser la ville,
Dans la douceur des automobiles.
Les poètes et les boxeurs,
Ce soir, quelle est ma méprise,
Qu’avec tant de tristesse,
Tout me semble beau ?
L’argent qui est réel,
La paix, les vastes entreprises,
Les autobus et les tombeaux ;
Les champs, le sport, les maîtresses,
Jusqu’à la vie inimitable des hôtels
Je voudrais être à
Vienne et à
Calcutta,
Prendre tous les trains et tous les navires,
Forniquer toutes les femmes et bâfrer tous les plats.
Mondain, chimiste, putain, ivrogne, musicien, ouvrier, peintre, acrobate, acteur,
Vieillard, enfant, escroc, voyou, ange, et noceur,
Millionnaire, bourgeois, cactus, girafe ou corbeau;
Lâche, héros, nègre, singe, don
Juan, souteneur, lord, paysan, chasseur, industriel,
Faune et flore.
Je suis toutes les choses, tous les hommes, et tous les animaux !
Que faire?
Essayons du grand air,
Peut-être y pourrai-je quitter
Ma funeste pluralité !
Et tandis que la lune,
Par-delà les marronniers,
Attelle ses lévriers.
Et, qu’ainsi qu’en un kaléidoscope,
Mes abstractions
Élaborent les variations
Des accords
De mon corps,
Que mes doigts collés
Au délice de mes clés
Absorbent de fraîches syncopes,
Sous des motions immortelles
Vibrent mes bretelles;
Et, piéton idéal
Du
Palais-Royal,
Je m’enivre avec candeur
Même des mauvaises odeurs.
Plein d’un mélange
D’éléphant et d’ange
Mon lecteur, je balade sous la lune
Ta future infortune.
Armée de tant d’algèbre,
Que, sans désirs sensuels,
J’entrevois, fumoir du baiser.
Con, pipe, eau,
Afrique et repos funèbre,
Derrière les stores apaisés,
Le calme des bordels.
Du baume, ô ma raison!
Tout
Paris est atroce et je hais ma maison.
Déjà les cafés sont noirs.
Ne reste, ô mes hystéries!
Que les claires écuries
Des urinoirs.
Je ne puis plus rester dehors.
Voici ton lit; sois bête et dors.
Mais, dernier des locataires,
Qui se gratte tristement les pieds.
Et, bien que tombant à moitié,
Si j’entendais sur la terre
Retentir les locomotives,
Que mes âmes pourtant redeviendraient attentives !