Presentamos tres poemas de Elí Urbina (Chimbote, Perú, 1989). Poeta, investigador y licenciado en letras. Dirige la plataforma electrónica de poesía, Santa Rabia Magazine. Ha sido invitado a conversatorios, lecturas, festivales de poesía y exposiciones de artes visuales en Valparaíso, Cusco, Lima, Barranca, Trujillo e Iquitos. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, serbio, griego e italiano, y también aparecen en diversas antologías, incluyendo Plexo Perú, Poesía Gráfica (Editorial Quimantú y Casa Azul, 2014). Ha realizado estudios de Crítica de Arte, y actualmente cursa la Maestría en Ciencias de la Educación con mención en Docencia e Investigación. La sal de las hienas, es su primer poemario.
I
El jade del delirio
fulge en tus ojos
Ya somos piedra
bebemos la bilis de las olas
los escupitajos de los dioses
Ya somos piedra
guardamos en nosotros
los golpes del odio contra el hueso
los golpes del odio contra el odio
Ya somos piedra
el epicentro de la sangre
la carne destrozada
la frente de los perros solitarios
que deambulan sin destino
IV
La soledad adentro es menor
pero la noche desinhibe
suelta las cadenas de la risa
Cualquier lugar puede ser un paradero
Danza de apareamiento
Las parejas ignoran el dominio de la muerte
En su futuro no veo el rostro del dolor
Hay inmortalidad en cada movimiento
El furgón se abre paso entre la noche
el viento nos despeina
y nos adentramos en lo incierto
—hormiguero psicodélico
pulular extasiante—
y en medio de ese caos la belleza
Su cuerpo es joven
voluptuosa su mirada
Poseídos por el opio de la luna
descendemos por las peñas
El agua es sucia y las piedras cortan
Hay sangre y carcajadas
Reconocemos
en nosotros la muerte
Matarse de a poco
es otra manera de celebrar la vida
VI
Los años aquí abajo pasan de largo
entre los muros carcomidos
y los árboles desnudos
y nosotros aún somos los mismos
Los sueños de ayer todavía nos embriagan
Cada día azuzan nuestros ojos el mismo fuego
y he aquí otra vez asaltándonos la abyecta risa
Pues nos sumergimos a gusto en las tinieblas
y el mundo quedó lejos de nosotros
Pues no atesoramos más que oscuros actos
abismos que abren otros enormes abismos
y en cuya vieja espiral despedazamos
los ya despedazados andrajos del amor
aquellos cuerpos ya perdidos para siempre