Poesía peruana: Miguel Ildefonso. Premio Nacional de Literatura

El poeta Miguel Ildefonso (Lima, 1970) acaba de ganar el Premio Nacional de Literatura en Perú. Presentamos una breve selección de su poesía. Hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas. Ha publicado los libros de poesía: Vestigios, Canciones de un Bar en la Frontera, Las Ciudades Fantasmas”, m.d.i.h., Heautontimoroumenos, Himnos, Los Desmoronamientos Sinfónicos, entre otros.

 

 

 

 

 

Elanor (1990)

 

Ella era anarquista

le llegaba altamente las formalidades también

no toleraba las ataduras de familia

de escuela / de normas / mucho menos de amor

(si es que el amor era de cadenas de hierro)

 

ella se jugaba los ovarios

entre conciertos anarko punk

comida barata

viajes largos por Europa sin correa de seguridad

 

ella era libre hasta de su libertad: tenía un cuerpo

de chica del Renacimiento

(su belleza iba por ahí también)

bostezaba en las iglesias / en los callejones

en las peluquerías

 

tenía un piercing en la ceja izquierda

(y eso era lo único que la ataba a esta vida)

 

 

 

De: El Hombre Elefante y Otros Poemas

 

 

 

 

 

La Virgen Loca (con final de Edward Norton)

 

Dolores Alanis O’Connorvelaba por el cuerpo de Dante que se extraviaba por Florencia
los punks y los vampiros se atravesaban por el corazón del poeta
casi un mínimo verso lo mantenía en vilo
un sonido cómplice del mar lo rescataba, embarrado ebrio
hacia su sino desconocido
Dante sabía que Dolores Alanis O’Connor velaba su destino
como si no existiera otro mundo que el del internet
es el S. XXI, decía, no hay ficción, ni es la carta XXI del tarot
los vampiros del mar corrían trayendo mensajes funestos de su país
oh es el exilio decía un frío que recorre estos versos
Pero cuántas veces Dante perdió su inocencia en las nubes
en la eclosión del sol, tras la ventana de cualquier cantina
y la seguía perdiendo hasta con el bostezo de un cuculí
podría petrificar su corazón bajo la calamina de su agrietada memoria un rayo de sol
sin embargo ya no había poesía en Florencia
Dolores Alanis O’Connor se le presentó en el bar
los punks y los vampiros llenaban de sangre y ácido los bosques de humo
el naualth que se fundía en el humo se convertía en la serpiente
que bailaba en el cuerpo de Dolores desnuda
la ciudad de Florencia apestaba
todos los peces muertos en el mar, todas las aves muertas en el aire
y la poesía como ya se dijo bajo la tierra agostada de Eliot
podría ser que las estrellas aún girasen por ese Amor
pero ella se desnudó frente al poeta, porque la angustia
es del ser que ha abandonado su alma, y porque así era su amor
tiempo atrás un niño se había comido el corazón de Dante
entonces ese niño empezó a escribir tercetos en italiano: lengua vulgata profana
y con su obra se hizo más niño porque había alcanzado
mediante el amor – ese estado anterior a todos los idiomas
ah los vampiros y los punks se fueron con el alba
dejando las mesas manchadas por la verdad poética
Florencia seguía estallando pues los anárquicos querían luchar hasta el final
Dolores Alanis O’Connor yacía en la tina con los vellos
de sus piernas por afeitar – los senos congelados como icebergs
en los periódicos sólo se hablaba de la guerra se hablaba tanto
que parecía tratarse de una guerra muy lejana
Dante en su locura cayó en la esquina asesinado por la sociedad
idolatrado por unos cuantos druidas
un niño se le acercó y tras escribir el último terceto se miró en el espejo

y empezó a decir:
“al diablo Beatrice
le di mi confianza
y ella me apuñaló por la espalda
me vendió arriba del río Rímac
maldita perra
fuck you! y al diablo tú Dante
lo tenías todo y lo tiras por la borda
¡maldito idiota!”

 

 

De: Dantes

 

 

 

 

 

Cruz y Ficción

 

 

Cristo medía 1 mt. y 64 ctms. Y caminaba
por el Centro de Lima
eran las 3: 30 de la tarde — siempre eran
las 3: 30 de la tarde
Y él caminaba descalzo por Camaná
veredas quemadas por el sol
su piel ardía y era un extraño color para la temporada
pálido como colmillo de elefante
Cristo vivía como nosotros
del paso del aire del tabaco
de una canción en la rockola
dormía en la Plaza Francia
Y ahora cuando ya tengo su edad y me enfrento
todos los días contra la ceguera
creo verlo todavía sobre cartones durmiendo
con los ojos abiertos
Cristo tomaba aguardiente
era huraño y cuando hablaba
hablaba solo quizá porque los romanos ya no usaban
escudos ni sandalias
Y el emperador no era de Occidente
Y nadie quería escucharlo
Y nadie quería creer
Y nadie era nadie nadie para lanzar la primera piedra

 

Cristo nunca escribió nada
fueron sus apóstoles los que me dijeron
que él era Cristo
pero yo nunca vi a ningún apóstol
Judas tal vez era el bodeguero
Pedro quizás vestido de verde caminaba también por el Centro

las cosas no parecen ser las mismas para nosotros
Y no porque era enero
Y yo estaba por cumplir los cinco años
a esta edad tengo más preguntas
Y las pocas respuestas que poseo son mías:
Cristo medía 1 mt. y 64 ctms.
la cruz es Lima los judíos trabajan en los ministerios

el Emperador está en Palacio
preparando su discurso…
Y Magdalena? está en Magdalena?
(ella volvió al oficio y ahora es una próspera regente)

 

Cristo usaba barba
era flaco como John Lennon
Y jamás entraba a las iglesias
no sé si porque tenía vergüenza de su pobreza de su mugre

o porque no lo dejaban entrar
o simplemente porque la calle era su casa
un día lo vi comiendo de la basura
Y nunca más lo vi

 

 

De: Canciones de un bar en la Frontera

 

 

 

 

Shahr Banu Manzadarani

 

Doña Shahr Manzadarani tiene 97 años, sobrevivió 8 días al terremoto, entre los escombros de su hogar y, cuando fue rescatada, se dio tiempo para recitar ante los periodistas. (Periódico de Irán. Enero, 2004)

 

 

Después del desastre

Shahr Banu Manzadarani avivó la poesía

pensó que había sido un sueño y que seguía soñando

fueron ocho días sobreviviendo

bajo los escombros

bajo las paredes derruidas de Bagh Narenj

 

A eso de las 15H 30 se oyó una voz anciana

recitaba un poema

un poema salía de los escombros – decía un rescatista

¿la muerte había sido atrapada allí?

pero la muerte no escribe poemas

solo en vida la poesía tiene esa voz – dijo una enfermera

que había oído recitar a su abuela de la misma manera

esa voz es humana

esa voz es más antigua que la propia muerte

 

Shahr Banu Manzadarani a sus 97 años recitaba

bajo el polvo

quizás recordando otros desastres

¿qué metros habrían pasado bajo los escombros tantos días?

todos pensaban que la poesía no podría sobrevivir

pero ella fue hija de otro cataclismo

el patriarcado la hizo memorizar las cicatrices

versos cortos

veros largos para ningún auditorio

 

¿Le hablarían de la esperanza? – se preguntaba el periodista

que alcanzó a oírla recitar

tratando de imaginarla en la oscuridad

golpeada por los dogmas de la reproducción

un grito

otro grito

los golpes

y esos ruidos y esos disparos

 

¿Algún poder renacería de esas ruinas? – elucubraba el fotógrafo

que la retrató yacente

con su pañuelo azul en los cabellos

teniendo poco a poco la certeza de que había belleza

cierta melancolía

el abismo de un signo difícil que lo mantuvo en vilo

a la expectativa de capturar

un brillo humano mientras la oía recitar

 

Y ciertamente había un poder en la oscuridad

todas las muertes animadas por la animalidad

la bestialidad de la muerte se aliaba a la tortura

ellos la acusaban

le tiraban piedras

seccionaban su fragilidad

mientras su belleza cocinaba a mansalva

deglutía sus versos como un dulce de pan

en el juego de los niños huérfanos

 

Shahr Banu Manzadarani recita ahora

entre los esclavos de Nigeria

se pone a bailar en su horca

con los grilletes de los raperos de Harlem

canta y recita

hace un coro de flagelaciones sin éxtasis religioso

 

Yo la veo en huellas milenarias

calmando la sed en el polvo que guarda su memoria

de todos los desastres

ella es una niña algo frágil

salta la soga suda se hace heridas en las rodillas

no rías tan fuerte

no leas

sus padres eran miles de pueblos alejados del imperio

 

Cuando ella despertaba

entre los restos de su casa de silencio

los poemas volvían a sus labios como un milagro más

 

Entonces yo apunto lo que ella dice

así como el desastre inventa su lujurioso periódico

yo anoto lo que ella dice

dejando atrás el silencio

un poema es Shahr Banu Manzadarani

 

 

(Inédito)

 

 

 

 Datos vitales

Miguel Ildefonso (Lima-Perú, 1970) es Licenciado en Lingüística y Literatura en la Universidad Católica del Perú. Hizo una Maestría en Creative Writing en la Universidad de El Paso, Texas. Ha publicado los libros de poesía: “Vestigios”, “Canciones de un Bar en la Frontera”, “Las Ciudades Fantasmas”, “m.d.i.h.”, “Heautontimoroumenos”, “Himnos”, “Los Desmoronamientos Sinfónicos”, entre otros. En el 2005 publicó el libro de relatos “El Paso”, con el que ganó el Premio Nacional de Cuento de la Asociación Peruano-Japonés. También ha publicado novelas como “Hotel Lima”, y “El Último Viaje de Camilo”, y antologías en las que destacan “Memorias In-Santas” y “21 Poetas Peruanos”. Ha dirigido las revistas “El Malhechor Exhausto” y “Pelícano”. Su poesía y prosa han sido publicadas en antologías como “Pasajeros Perdurables. Historias de Escritores Viajeros”, “Los Diez. Antología de la Nueva Poesía Peruana” y “Los Relojes Se Han Roto. Antología de Poesía Peruana de los Noventa”. Ha ganado, entre otros, el primer Premio de Poesía en los Juegos Florales de la Universidad Católica (1995), los Juegos Florales de Poesía El Paso-Texas University (2001), el Premio Nacional “Copé de Oro” Poesía (2001), el Concurso Nacional de Cuento Alfredo Bryce Echenique (2003), el Premio Nacional PUCP en Poesía 2009, el Premio Iberoamericano de Tegucigalpa (2013), el Premio José Watanabe de Poesía (2015) y el Premio Nacional de Literatura (2017). Sus creaciones han sido traducidas a otras lenguas y ha participado en muchos festivales literarios en Perú, Argentina, Chile, Bolivia, Colombia, México, Estados Unidos, España, Alemania, Francia, etc.

 

 

 

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