Nueva poesía europea: Tiziano Fratus

Versopolis es un programa que cuenta con el apoyo de Europa Creativa, el propósito que tiene es el de promover la poesía escrita por los jóvenes poetas europeos a través de una serie de festivales con distintas sedes en Europa como los que dirigen nuestros amigos y colaboradores Ales Steger y Mite Stefoski, directores de los festivales Days of Poetry and Wine, en Eslovenia, y el Struga Poetry Evenings, en Macedonia, respectivamente; en Círculo de Poesía creemos en la literatura que están escribiendo estos jóvenes poetas y hemos decidido presentar a cada uno de los poetas que han sido seleccionados en este programa. En esta ocasión presentamos, en versión de Alfredo Soto Guillén, a Tiziano Fratus (Bérgamo, 1975). Poeta y editor. En California ha desarrollado los conceptos de Homo Radix y Alberografia. Sus libros son más de una decena en los géneros de poesía y dramaturgia.  Entre sus libros más destacados se encuentran L’Italia è un bosco, Il libro delle foreste scolpite y Ogni albero è un poeta.

 

 

 

Las manos de un viejo botánico soviético en Valle Susa

 

Apoyado sobre el nudoso bastón, inhalaba el aroma el musgo:

A lo largo de los años había recogido los signos de la presencia,

escribiendo, pero sin tinta, un manual de recolección

de las orquídeas espontáneas, en Valle Susa: había entendido

los puntos buenos, junto al agua, tierra húmeda, lejanas

de las calles, hay flores sensibles a cada forma de

contaminación:  y aquí tienes una zapatilla de dama, una

cypripedium calceolus, se encuentras aquí y en el parque

de val pesio: nombre sarcástico para una flor,

en griego orchis significa testículo: calvado el bastón

en la tierra y cruzadas las piernas abre la bolsa, saca

algunas fotos: se queda mirando y escucha la pequeña

historia de las flores: recuerda las primeras orquídeas vistas,

en el jardín botánico de la Universidad de Leningrado, en su primer

años de estudios, la ciudad estaba por caer en el asedio

de los alemanes, novecientos días de frio, de sillas quemadas, de

gente que moría como moscas, antes aún del

bombardeo, recuerda todavía el sabor que dejaba

en la garganta el agua escaldada con las agujas de pino,

una invención de la guerra, único antídoto

contra el escorbuto: el rostro se le nubla, solo el tiempo

para abrir los ojos y hacer disminuir el drama

 

 

 

Le mani d’un vecchio botanico sovietico in Valle Susa

 

poggiato sul bastone nodoso, puntava l’odore dei muschi:

negli anni aveva raccolto i segnali della presenza,

scrivendo, ma senza inchiostro, un manuale di raccolta

delle orchidee spontanee, in val di susa: aveva capito

i punti buoni, vicino all’acqua, zone umide, lontane

dalle strade, sono fiori sensibili ad ogni forma di

inquinamento: ed ecco una scarpetta di venere, una

cypripedium calceolus, se ne trovano qui e nel parco

della val pesio: sarcastico nome da dare a un fiore,

in greco orchis significa testicolo: adagiato il bastone

a terra e incrociate le ginocchia apre la sacca, scatta

alcune fotografie: resta a guardare, ad ascoltare la piccola

storia del fiore: ricorda le prime orchidee che vide,

al giardino botanico dell’università di leningrado, al primo

anno di studi: la città stava per cadere sotto l’assedio dei

tedeschi, novecento giorni di freddo, di sedie bruciate, di

gente che moriva come mosche, anche prima dei

bombardamenti: ancora ricorda il sapore che lasciava

in gola l’acqua scaldata con gli aghi di pino,

un’invenzione della guerra, unico antidoto contro lo

scorbuto: il volto si fa grandinoso, soltanto il tempo

di riaprire gli occhi e di farsi rimpicciolire il dramma

 

 

 

Restos de estegosaurio en San Giorgio

 

mira esta tierra, no es solemne y majestuosa?

king vidor

 

La cima no quiere despuntar, sería el cielo

despeinado de azul: escucha la fatiga dar el ritmo

al bosque de coníferas, que hace alcanzar

de la sinfonía que de la planicie viene, a los pies

de las faldas alpinas: a su costado las placas de un

estegosaurio, en piedra, expulsadas por millones de años

hacen el fermento del la tierra: recubiertas de musgo

y mínimamente tocadas por el pensamiento de la

lluvia, ignorando la historia moderna, ignorando

la historia antigua: eran antes de hombre y

probablemente también después: arquea las

cejas y sacude la cabeza: sorprendido mira

entorno, ninguno lo ha notado: conoce un nuevo

significado del a acción aferrarse a un bastón.
 

 

Resti di stegosaurio sul San Giorgio

 

guardi questa terra, non è solenne e maestosa?

king vidor

 

la cima non vuole spuntare, sebbene il cielo

sfrangi di celeste: ascolta l’affanno dare ritmo

alla foresta di conifere, che si fa raggiungere

dalla sinfonia che monta dalla pianura, ai piedi

delle prealpi: alle spalle, le placche di uno

stegosauro, in pietra, espulse migliaia di anni

fa dal fermento della terra: ricoperte di muschi

e minimamente ritoccate dal pensiero della

pioggia, ignorano la storia moderna, ignorano

la storia antica: c’erano prima dell’uomo e

probabilmente anche dopo: inarca le

sopracciglia e scuote la testa: sorpreso guarda

intorno, nessuno l’ha notato: conosce un nuovo

significato dell’azione appendersi ad un bastone
 

 

 

Utamaro a los pies del Monviso

 

El ramo de cerezas floreció,

el viento sube del mar y lo golpea

contra los Alpes que la primavera

ha desnudado: su espalda se refleja

en el vidrio de la ventana, su cuello

se sacude en la cima de la espina

dorsal, un tímido trazo ligero de

blanco esbelto contra lo alto, y los

cabellos, una coma negra, compacta,

en sentido opuesto: tu cuerpo semi

desnudo se refleja en un espejo

circular sobre el pavimento,

un ostensorio de haya lacado:

la toalla blanca de lino

como la funda de una espada,

comprimiendo el diminuto seno,

que respiro con los ojos cerrados: por

un instante miro tus ojos que me

buscan, se cuelan en los míos

y retuercen las frágiles normas

de mi gramática franciscana,

entornas los labios y dices déjame

sola… : soplo el calor entre mis

manos que froto, deglutiendo: me

arrodillo con las rótulas contra

tus nalgas, poso los labios

agrietados en la piel de tu cuello,

tu reacción que reposa sereta

en el respiro y el temblor de la carne:

aparto los lápices negros que tenías

desliados en tu cabello, la precipitación

expande el perfume del bálsamo

que te untaste después del baño: zampullín:

una mano se aprieta en tu mentón,

mientras mi cara se pierde

en la raíz de tu cabello: los dientes se

hacen sentir, indiscretos, laceran

la piel espesa del índice, mientras

escucho a mis dientes frotándose,

escucho el rumor del yeso y el gusto:

sonríes: uso la sangre que sale sin

excesivo dramatismo para esculpir

el ideograma               FUEGO (HI)

sobre la sección superior de tu espalda,

aquella que la toalla no cubre,

miro que giras el rostro hacia mí,

mordiéndote el labio, una gota de

sangre se cuela sobre el algodón: el cerezo

ha dejado de oscilar, el Monviso se

perfila hacia el sur, bajo el perfil de las

cumbres: la lengua recorre los centímetros

de piel deshaciendo aquello que la sangre

había marcado: siento que me miras

desde el espejo: mi fuego arde por ti

 

 

 

Utamaro ai piedi del Monviso

 

Il ramoscello di ciliegio è in fiore,

il vento sale dal mare e lo sospinge

verso le Alpi che la primavera ha

denudato: la sua schiena si riflette

nel vetro della finestra, il suo collo

si snocciola in cima alla spina

dorsale, un timido tratto leggero di

bianco slanciato verso l’alto, e i

capelli, una virgola nera, compatta,

in senso opposto: il tuo corpo semi

nudo si riflette in uno specchio

circolare che sta sul pavimento,

una custodia di faggio laccato:

l’asciugamano bianco ti fascia

come il fodero d’una spada,

comprimendo il piccolo seno,

che respiro ad occhi chiusi: per

un istante vedo i tuoi occhi che mi

cercano, si colano fluidi nei miei

e scombussolano le fragili norme

della mia grammatica francescana,

socchiudi le labbra e dici mi lasci

sola… : soffio il mio calore fra le

mani che sfrego, deglutendo: mi

inginocchio con le rotule contro

le tue natiche, poso le labbra

screpolate sulla pelle del tuo collo,

senza esagerare nella presa, ascolto

la tua risposta che riposa segreta

nel respiro e nel tremore della carne:

spillo via le matite nere che avevi

infilate fra i capelli, la precipitazione

spande il profumo del balsamo che

hai cosparso dopo il bagno: svasso:

una mano si stringe al tuo mento,

mentre la mia faccia scompare sotto

le radici dei tuoi capelli: i denti si

fanno sentire, indelicati, lacerano

la spessa pelle dell’indice, mentre

ascolto i miei denti sfregare, ne

sento il rumore di gesso e il gusto:

sorridi: uso il sangue che esce senza

eccessiva drammaticità per incidere

l’ideogramma             FUOCO (HI)

sulla sezione adulta della tua schiena,

quella che l’asciugamano non nasconde,

noto che giri il volto verso di me,

pizzicandoti le labbra, una goccia di

sangue è colata sul cotone: il ciliegio

ha smesso di oscillare, il Monviso si

staglia verso sud, sul profilo delle

vette: la lingua ripercorre i centimetri

di pelle scucendo ciò che il sangue

aveva marcato: sento che mi guardi

nello specchio: il mio fuoco arde per te

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