En el marco del dossier, Modelo para armar: 62 voces de la poesía argentina actual, con selección e introducción de Marisa Martínez Pérsico, presentamos al poeta Eduardo Espósito (Buenos Aires, 1956). Poeta. Gestor Cultural. Ha publicado. El niño que jugaba a ser Rayo, 1992; Violín en bolsa, 1995; Una novia para King Kong, 2005; Quilombario, 2008; Las Puertas de Tannhäuser, 2011. Participó en varias antologías, destacándose entre ellas Poesía en el subte, Ediciones de la Flor, 1999; Antes que venga Ella, Edición independiente, 2003; Italiani d’ Altrove, Milán, Rayuela Edizioni, 2010. Nada de poesía, Piedra al cielo, 2017. Ha sido traducido parcialmente al inglés, italiano y bengalí.
Clase Turista
Porque no estamos hechos
de carne ni de sangre como pretendemos
aunque alguno que otro traje parezca desmentirlo
Porque la humedad bisiesta de este pueblo
arropa formas innombrables y mezquinas
Y nuestras lenguas de trapo
achican dos talles en invierno
Y porque el sur también existe
en un afiche al menos
Porque soplamos semillas de amargón cada verano
para que alguien se eleve liviano en sus muñones
así enmohezcan los planos inclinados
Porque rezamos desnudos en las playas
y nadamos vestidos en nuestras sofocadas camas
y vacacionamos de oído
y hacemos de la fiesta una fanfarria
y porque sí
y porque el mar y la montaña
y estas ganas de ser otro
bajo una luna parecida.
A Robert F. Young
Humo
(Inédito)
Está escribiendo
el poema perfectito
El poema huero
por añadidura
Ahí
parado sobre sus
propios pies
como un agua discutible
Está escribiendo
(pergeñando)
un poema de llanura
Su vaguedad es ley
Acusa sinos de impermeable
Un poema para terceros
todo silicio
todo anzuelo
todo humo.
Vivisección
(Inédito)
A Cristina
A pecho abierto
masajeaba el corazón
de los batracios
Quería vislumbrar
los intersticios de la vida
detener la creación
en el instante supremo
del destete
Añoraba el bisturí perfecto
que la llevara
de vuelta
al caldo primigenio
Necesitaba de esas muertes
para seguir viviendo
Ella quería
-a pecho abierto-
ordenar las rutinas de su sexo
vengarse de las células
foráneas
arrasar cualquier vestigio
de posibles fiebres
entre la culpa y el perdón
Ella quería
un mundo sin fisuras
salvo
las de su propio corazón
Su propio sapo.
Sentencia
(Inédito)
Rey de los rincones
Príncipe
de los ángulos rectos
le propinaron
un último castigo
En un centro
sin bordes ni paredes
mirar la vida
hasta disiparse.
Decime Dios
(Inédito)
Qué es
este jadeo a cielo abierto
este aleteo como el
de un enorme colobrí
alrededor de tu imagen
privando para siempre
al mundo
de su noche más fiera?