En el marco del dossier, Modelo para armar: 62 voces de la poesía argentina actual, con selección e introducción de Marisa Martínez Pérsico, presentamos a la poeta Julieta Desmarás (Buenos Aires, 1982). Colabora como redactora en numerosas revistas de música y cultura. Como actriz se formó con Horacio Acosta y María Onetto y escribió la obra Algo huele mal. Durante el 2017 colaboró como poeta y dramaturgista en el proceso creativo del Laboratorio de creación dictado por Ricardo Bartís en el Teatro Nacional Cervantes. Su poesía ha sido incluida en diversas antologías nacionales e internacionales. Publicó el poemario El río y su cajón (Alción, 2014). Dirige la Colección Noche Tótem/Interlunio de ediciones Lamás Médula. Actualmente se encuentra cursando la Maestría en Escritura Creativa. En marzo del 2018 se publica su segundo libro de poesía La voz mayor.
Elena en sepia
Elena en su patio de Corrientes.
Elena en su mundito de luto,
lee al dorso de las plantas
tierra que calla.
Se siente en el aire cómo mueren los colores.
En medio de este silencio,
¿alguien levanta la mirada a lo que ya no crece?
Elena, de haber un camino que me lleve
bastaría.
Merienda
Voy a tomar un café, tal vez un té,
y espero no encontrarte en el fondo
ni siquiera en la borra de las tazas vacías.
Te quiero de porcelana,
junto a los juegos que no se tocan.
Bajo uñas
Duele mi madre
dentro de la palabra madre.
Busco a mi madre,
pregunta por la suya,
pregunto por la mía.
Ambas nos perdemos
en un mismo camisón heredado.
Parto
Viento pequeño,
mascota de mi pecho.
Susana Thénon
La mujer que me dibujó
-antes de tirar su último crayón
por las hendiduras del mundo-
afiló sus pestañas de mimbre
silenció los accidentes
y empujó mi nombre.
Subiré el volumen real de las cosas
Vendrás a mi puerta
como un árbol serruchado.
Yo no te quiero así,
tormentoso.
Vendrás a mí
¿cómo encender leña mojada?
¿Por qué venir a taparme?
mi madre supo abrigarme
y siempre desperté.
Nunca fui Ofélica,
no hallarán perlas en mi cuerpo;
tal vez restos de un tiranosaurio rex,
una despedida reprimida,
y dos o tres carozos de aceituna.
Vendrás a mí
y subiré el volumen real de las cosas.