Visor Libros México y Círculo de Poesía han publicado recientemente en México Las correspondencias del poeta mexicano Alí Calderón (Ciudad de México, 1982). El libro puede encontrarse en librerías de todo México (gandhi, Péndulo, Sótano, FCE). En la contraportada, Marco Antonio Campos ha escribo que Calderón “Rompe con alguna frecuencia con el lenguaje y la sintaxis, sobre todo en los poemas de amor y desamor, pero calculando que la tarea de destrucción no impida que lo dicho sea una flecha que atraviese el corazón del lector. En sus notables poemas amorosos hay la tristeza que disminuye, el dolor que desgarra o quiebra, la humillación del fracaso, la derrota que a fin de cuentas es quizá la única que valga la pena. En el poema final, titulado con ironía «Democracia mexicana», combina admirable y terriblemente un cuadro de los rituales sangrientos de los mexicas y la lacerante situación del México que desde hace años vivimos. He aquí un libro de espléndida madurez”.
Para el poeta argentino Juan Arabia, “En Las correspondencias de Alí Calderón se hallan todas las formas de unidad, además de las artísticas e intelectuales. El genio no depende de la capacidad de invención sino de la capacidad de recepción. Aquí se cierran y se abren todas las temporalidades y espacios: Constantinopla, el siglo IV, las calles lluviosas de Glasgow, la hojarasca de Central Park… El abordaje atemporal de la tradición poética (como quería Ezra Pound) puede a muchos dejarlos caer en un abismo. ¿Qué importa? Nos aproximamos a lo desconocido -siempre a la poesía- para encontrar lo nuevo”.
Según el mexicano Mijail Lamas, “En Las correspondencias, Alí Calderón se propone una lectura de la realidad que desborda sentido a partir de constantes dislocaciones formales, ya que no se plantea una recuperación de la sentimentalidad en el poema sino la reproducción de una nueva forma de sentir, como lo afirma Mario Bojórquez en su clásico ensayo “La poesía del resentimiento”. Calderón presenta una “realidad total y fragmentaria” donde está en constante intersección con el discurso de la historia. Ahí, la realidad se samplea constantemente, alternando variaciones, es por ello que el habla coloquial está constantemente interceptada por formas del habla culta, el lenguaje literario del siglo XVI o el descort a la manera de la poesía provenzal en el que se insertan palabras de otros idiomas que denotan una fuerte congestión anímica, producto, en este caso, no sólo del estado sentimental del yo lírico, sino también como reflejo de la simultaneidad de los procesos digitales”.
En su lectura de Las correspondencias, el poeta español Javier Lorenzo Candel escribió: “La figura de Alí Calderón (Ciudad de México, 1982) viene a definir un puente necesario que ha llegado a abarcar la edición de su poesía en dos editoriales españolas de relevancia, Valparaíso y Visor, dando muestras de la importancia que suscita su recorrido literario en este país. Su último libro, “Las correspondencias”, viene a ser una carta de presentación, una puesta de largo en sociedad de un poeta muy interesante, poeta que nos deja entre sus páginas una particular forma de enfrentarse al verso y que, desde mi punto de vista, añade tres características que van sedimentando su literatura: En primer lugar, es Alí un poeta que es lenguaje, y, cuando digo esto, quiero decir que somete al lenguaje a una nueva sintaxis comunicativa activando al lector para que reconozca esa nueva forma de expresión, familiarizándose con ella, aceptando de buen grado el juego que propone. Y es en este juego donde va desgranando una comunicación precisa, sin signos de puntuación, que es la clave para entender el mundo que nos está proponiendo. En segundo lugar, la capacidad de activar, desde la descripción de lugares (el topoi griego) un universo que sobrepasa los límites de lo visitado, una recreación de Estambul, Florencia, Granada, etc, activando mecanismos que van más allá del paisaje para agrandar la dimensión real de lo observado. Alguien podría decir que algunos de los poemas de “Las correspondencias” pueden ser una guía para el viajero, pero son mucho más, son la interpretación compartida de la piedra y los sentimientos. Y puesta en la mano para el lector avisado. Y, en tercer lugar, una singular escritura que podríamos relacionar con el muralismo, donde las alegorías, los recursos casi pictóricos, la historia y la intrahistoria son elementos que quedan fijados al poema para la recreación lectora. Pero un muralismo (en alguna ocasión en la lectura he podido recrear escenas propias de Rivera) que marca los ritmos de una revolución en pleno siglo XXI, con tonos que evidencian el color de nuestras nuevas formas de vida”.
Para el poeta mexicano Fernando Salazar Torres, “Alí Calderón presenta varios registros poéticos dentro del libro. El poema barroco, testimonial, de denuncia, el uso de léxico en otras lenguas y el manejo del español antiguo, le otorgan a su presente obra un universo lingüístico apoyado, muchas veces, de la cultura y la historia universales. Es decir, en este momento, la poesía del autor transita por un culteranismo lírico. Las relaciones atemporales y espaciales a las que se aluden difícilmente serán comprensibles si no hay un conocimiento sobre religión, historia y literatura”.
La poeta australiana Rose Hunter escribió: “The pictorial and allegorical style of Calderón’s poems has prompted comparison between his work and the work of the muralist. This is an appealing analogy – the “on-a-wall-like” appearance of the poems (which often run right down the page, unpunctuated and without stanza breaks until the very last, orphaned lines – a nice effect), as well as their grand themes combined with the ability to record those small details of everyday life (for example the fish lines quoted above), does remind me of the drama and scope of the revered tradition of Mexican moralism”.
Democracia mexicana
otro cadáver encontrado en una bolsa negra
cerca de ahí un cuerpo el viento un puente
a dos cuadras: una cabeza hirsuta ojos abiertos
entre otras noticias: treinta ejecutados el fin de semana tiro de gracia algunos con marcas de tortura el rescate fallido de un secuestro un dedo un anillo un hato de periódico
entre otras noticias: terminaron e iniciaron las campañas hay buena voluntad en Washington la reforma migratoria este bimestre se abate en un punto la pobreza el bienestar la dicha
a lo lejos el escape de un camión
y después el silencio
abren la bolsa negra
el hedor el moho en la carne:
una recién nacida
*
E subimos las ciento y catorce gradas longas de aquel cú
Sus piedras ennegrecidas nos quemaron las manos de tan ásperas
Vide allí los pueblos comarcanos
el tianguiz de ocote y tigres
Tlatelulco
Fue desde la placeta que arriba muy se face que oteamos
el agua dulce que se viene de Chapultepec
Iztapalapa Tlacopan Tepeaquilla todo señoreado por nos ojos
Tornamos las espaldas e vimos
a constelación
bultos y cuerpos de sus ídolos
malas figuras
todos de muy mayor estatura que un gran hombre
y contrahechos
de arcilla y masa y de legumbres
amánsalas con semillas y sangres de cuores despojos humanos
ansí tal farina
En una torrecilla y apartamiento a manera de sala
dos altares
dos bultos
dos altos cuerpos harto astrosos
uno dellos
Uichilobos
Tenía la su cara y rostro muy ancho y los ojos disformes espantables
untado el cuerpo de engrudo y raíces y aljófares
sangre y otras varias excrecencias
y colgantes ceñidas al plexo unas caras de indio
arrancadas a sus cráneos
tantas para abangar un roble
y acezando por los humos del sahumerio
hube visto
todas las paredes de aquel adoratorio
tan bañado y negro de costras
y plasma asimismo en el suelo
que un rastro no exardece tal hedor e catadura
Y allí tenían un atabor de cuero crúdel áspid
que cuando le tañían
tal era la tristura de sus tumbos
los infiernos se allegaban
Tomábanlos cinco
dos por las piernas dos por los brazos
uno más por la cabeza y otro postema y landre rajábales
con ambas manos pedernal a modo de lanzón los pechos
y por aquella abertura metíale la mano
y le sacaba el corazón
y el cuerpo desasido en oscura laceria
descoyuntado era comido de todos
y los basófilos tomados granate y bermellón los rostros
purpurecidos cientos de azumbres de aloque caudal hasta la plaza
y echaban los restos a rodar
y otros eritroci
vestían sus pellejos
los muñones los tajos carne viva linfocitos
Derramaban también sangre los sátrapas fuera de los cúes
frente al Uichilobos y en degüello
tiernas cabezas de hombres hirsuta pelambrera
desmembrados los coágulos muslos
y antebrazos tibias allí asoma el hueso entre la grasa
y la carne después aislante cinta
les rodea narices esnifadas bocas y de unos puentes entonces
lo ponen a colgar
y el viento de las madrugadas desbravó sus fauces
envueltas en bolsas negras
allí vienen los retenes.
Oydo he decir que millones de hematíes
y también normocromáticos derraman
las testas cercenadas que se apilan
sobre tórax cuya carne se remueve
al contacto sólo de los dedos
y allí abdómenes mamas huesos frontales
ojos
axilas anos páncreas rafagueados
pudriéndose en los belfos
de las ratas
Señoras de esta tierra
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