En el marco del dossier, Modelo para armar: 62 voces de la poesía argentina actual, con selección e introducción de Marisa Martínez Pérsico, presentamos a la poeta Luciana Jazmín Coronado. Nació en Buenos Aires en 1991. Es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Publicó dos libros de poesía: La insolación (Viajero Insomne, 2014) y Catacumbas (Valparaíso Ediciones, 2016), ganador del I Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador. Parte de su obra fue publicada en antologías, revistas y blogs. Recientemente obtuvo la beca de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores (Córdoba, España).
Diálogo
—¿Qué hacés?
—Quiero entregar mi cuerpo.
—¿A quién?
—A un punto de la noche.
—¿Y pedirás deseos?
—No.
—Ahora estás estupefacta, sin cara.
—Tengo frío de mí.
—¿Y qué es lo que queda?
—Quedo yo
incorpórea
elemental como el vértigo.
—¿Y qué harás después?
—Seré otra cosa.
Mi madre en la cocina
mi madre teje una fe
cada día en la cocina
hurgando en los libros
la respuesta
de lo que deja de ser
sus arrugas son preciosas
pero ella las tapa;
yo siento que son destellos
de los años demorados
en cuidarme
las horas dedicadas
a darme de mamar
a enseñarme a decir
espero a mi madre que teje una fe
una pava silba permanente
el día se hace noche
y ella sigue entre los libros
abstraída como las lunas inmóviles
de su camisón
luego de medianoche
sigue sin comer
hace un esfuerzo por hervir zapallitos
mientras imagina
un piloto que la cubra
de todo lo que se viene
puedo tenderle una mano
explicarle que todo está bien,
que año tras año
me fue dejando
un sótano de estrellas
De mar, de mar en mar
enciendo
todos los bosques
en mi deriva
me agarro al marfil
de los cuernos de un ciervo
entrego al río
el cuerpo lleno de faros
una sola espiga soy
leve como el eco de un viento de un viento
de mar, de mar en mar
me aferro a las costas
y a la prisa de la espuma
que envuelve
el pellejo del planeta
La bomba
mi hermanito y yo
no esperábamos la bomba
pero ha caído
te veo
sobre los vidrios triturados
lo que queda
son uno o dos pensamientos
que flotan ocultos entre el fuego
la habitación devastada
el tiempo ahí
pico de grulla al sol
en esta casa no florecerán lirios
no habrá música
hermanito,
sentí una luz antes de la explosión
era el mar incrustado en nuestras cabezas
El jardín
llegué al jardín
y estaba impregnado
de materia oscura;
en contraste
las arañas eran blancas
lo miré y volví a mirar
esperaba
no sentirlo tan cerca
no perder la visión
en lo negro
me acerqué con la tijera
corté un aloe jugoso
que derramó
su petróleo brillante
un olor inmenso a santos
lamí despacio
una gota en mi dedo
y de mi lengua
se escaparon los pájaros
ya estoy en otro lado
prendo un fósforo
podré todavía balbucear un lenguaje