En el marco del dossier, Modelo para armar: 62 voces de la poesía argentina actual, con selección e introducción de Marisa Martínez Pérsico, presentamos al poeta Lucio Madariaga. Nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 1985. Periodista y Gestor Cultural. Trabaja en el Área de Letras del Fondo Nacional de las Artes. En 2014 fue uno de los ganadores del Concurso Binacional ArBol (Argentina-Bolivia) organizado por el Ministerio de Cultura de Argentina y por el Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba, Bolivia. En 2015 publicó su primer libro de poemas titulado Materia oscura, en la editorial La Pulga Renga de Rosario. En 2018 publicará El aire medio, poemario. Se encuentra trabajando en su primer libro de relatos. Seleccionó y prologó El hueco de un relámpago, antología poética de Élida Manselli (editorial El suri porfiado, Buenos Aires), y No soy ni la sombra de un crítico, antología de ensayos y crónicas de Francisco Madariaga (Ediciones Espacio Hudson, Chubut).
A la sombra del tilo
Viene del monte un aroma a casuarina
y lujuria recién lavada
que me envuelve
Arrojo los dados minerales:
números tallados por la constancia del viento
astillan mi suerte
Ella gotea hacia arriba y cae
desnuda
pero dispuesta
No hay dádivas para este corazón
señor de la mañana
Altagracia en derredor, no tengo más verdad
que un salvaje palmar
y el éxtasis en puntas de pie
de saber que este amor
se come
con las manos
Atardecer durazno
Siempre más sonriente al desastre más bello
Mallarmé
Zócalos sin lijar
maderos imperfectos
Tierra blanda suelo baldío
Caen sobre mi cabeza los durmientes de tacuara
Se desmorona el espacio junto a la humedad
de los juncos de cielo
y el tiempo atardece
Por el extremo izquierdo de los escombros
-en perfecta diagonal-
entra un haz finito y concentrado
de luz durazno
Se posa en la parte superior de mi mano
como una mariposa que cobija
una perspectiva
un mensaje
Logro asir con dulzura lo luminoso
hasta en los peores
atardeceres
Pericia
(inédito)
sobre un hilo tan delgado
como el brote
que recién asoma
transparente su ras de alegoría
vino del viento
de otro jardín de otras manos solitarias
y aprovechó el grumo de la tierra removida
su núcleo de lo no comido
así se espiga
el mero yuyo oxigena para abajo
yo es un niño ahora
y en los ojos morados de un paisano
pude leer el sistema para soportar
el peso de las cosas
hay que desobedecer ese consejo
que te invita
-no mires para abajo
te podés caer-
en el territorio arbitrario del espanto
busco entender
lo que se quiere
Presente
(inédito)
los lobos solitarios en el borde
como sustancias con el único propósito
de ceder a la gravedad
las redes arriba son un atajo
o una trampa del ahora
uno se cuelga para soltar
como en el amor
así en la conexión
me desconecto
veo al actor al derivado de mí
vivo en el efecto de correrme
de saber que hay un costado oculto
para practicar tiro en ciertas ocasiones
lo verde es un refugio
es suspensión del tiempo
empezar a estar
en precipicio
necesito destruir y volver a construir
el refugio
para abandonarlo en paz
y en ese resultado de polvo
inalcanzable
que me contiene
sin vacío en el vacío
sin silencio en el silencio
trazo una línea
y la cruzo
todo lo roto tiene algo suelto
(inédito)
llueve y veo un bloque sobre marx
todo el frío en primavera todo el frío en los huesos
todo el frío que avanza a escala mundial
el recuerdo de esa remera de manchas y agujeros
de los quince
que tiró mi madre
temo convertirme en un nihilista
o en un crítico especializado de lo efímero
así nos doblan mientras se pudren
pero qué nos dice hoy seamos sinceros
el ellos el nosotros la otredad
a dónde estamos a dónde somos
yo solo sé que le voy a
salir al frío y poner de pie a los jazmines
a proteger a maría del diluvio
a emocionarme
a veces
lloro cuando pienso en la actualidad
yo acompañado sé que
me consuela la imagen
que todo lo roto
tiene algo suelto