El último poema de Ósip Mandelshtam

Presentamos el último poema que escribió el poeta ruso Ósip Mandelshtam en versión de Gustavo Osorio de Ita, además de una nota introductoria que arroja luz a este enigmático poema. Mandelshtam es uno de los poetas rusos más leídos en Hispanoamérica y el mundo.

 

 

 

 

 

Éste es el último poema, del cual se tiene noticia, que escribió Ósip Mandelshtam. Lo va a escribir un año antes de su muerte. 1937. Tiene sólo 46 años. Mandelshtam escribe en 1934 un epigrama en contra de Stalin, en donde escoge llamarlo “montañés del Kremlin”. Stalin considera ejecutar a Mandelshtam, no tolerará desacatos en el naciente régimen. Boris Pasternak habla con Stalin. En vez de la muerte sólo tres años de destierro en los Urales. Mandelshtam profetiza: “Sólo en Rusia la poesía es respetada, hace que asesinen a la gente. ¿Existe acaso algún otro lugar en donde la poesía sea tan frecuentemente un motivo para matar?” Nikolái Bujarin aboga por Mandelshtam para que cumpla su condena en Vorónezh. Bujarin es ejecutado. Crónicas y testimonios retratan a un Mandelshtam mendicante, hurgando entre basureros en busca de comida, porta ropas demasiado livianas para el invierno ruso. Mandelshtam es arrestado de nuevo por propagandismo en contra del régimen estalinista. 3 de mayo de 1938. Un día después va a fecharse este poema, “Y estuve vivo”. Algo próximo a la muerte se siente en el poema, algo semejante al golpe de calor anterior a la muerte por hipotermia, algo como una explosión de vida, un arrebato, un desacato contra la muerte tan cercana. Mandelshtam se pone en ruta hacia el gulag de Siberia a donde ha sido sentenciado a trabajos forzados por cinco años. Morirá en un campo de tránsito, en Valdivostok, tras escribir una carta breve a su esposa, Nadezhda, donde le pide comida y ropas. Nunca va a recibir nada más. Morirá de hambre y frío. Cuando escribe este poema le quedan 17 meses de vida.

 

 

 

 

Y estuve vivo

 

Y estuve vivo en la tempestad del peral en flor,

Yo mismo me erguí en la tormenta del cerezo aliso.

Todo era natura y lluvia de estrellas, certero y autodestructivo poder

Y todo me apuntaba a mí.

 

¿Qué es esta extrema delicia fluyendo, huyendo siempre de la tierra?

¿Qué es ser? ¿Qué es verdad?

 

Los florecimientos rompen y arrebatan el aire

Todo flotar y el martillo,

Tiempo que se intensifica y tiempo intolerable, decaimiento del deshilarse del dulzor.

Es ahora. Ahora no.

 

(Mayo 4, 1937)

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