Poesía panhispánica No. 2: Omar Lara

La poesía en español vive el tiempo que Haroldo de Campos llamó “post-utópico”. El poeta contemporáneo participa de una pluralidad de pasados, de tradiciones heteróclitas. Pertenece no a la poesía de un país sino a la poesía de una lengua. Pertenece a la poesía panhispánica. Proponemos, desde la conciencia de esta virtualidad, volver a los maestros del idioma. Continuamos esta relectura con el poeta Omar Lara (Nueva Imperial, 1941). Entre los premios que ha merecido se encuentran el Premio Casa de las Américas (La Habana, 1975), la Beca de Creación John Guggenheim (1983), la Medalla Mihai Eminescu (2001), que concede el Gobierno de Rumania.

 

 

 

Paseo y aire

 

(Iglesia de San Juan Chamula)

 

Lo que sea

suspiró

mientras asfixiaba una flor amarilla entre sus manos

 

Era un día como otros en el pueblo

y en la iglesia verdementa

ante el retablo

una gallina con el pescuezo torcido

volaba con los males de un niño en penumbras

 

Afuera

las calles eran de sol y lluvia sin aviso

 

Quise entrar en el ámbar de tu pecho

como un bicho atrapado hace milenios

 

 

 

Imagen olmeca

 

Me gusta esa mujer

con las rodillas juntas

y los brazos cruzados

y los ojos cerrados

y la cabeza gacha

y la mollera cruda

 

Yo voy a esa mujer

con las rodillas juntas

y los brazos cruzados

y los ojos cerrados

y la cabeza gacha

y la mollera cruda

yo voy a esa mujer

 

¿Ha pensado en el sueño

de abrirnos las rodillas

de descruzar los brazos

de despertar los ojos

de elevar la cabeza

de ardernos la mollera?

Me gusta esa mujer

 

Yo voy a esa mujer

tiene un ala y yo tengo

la garra

 

Yo sueño esa mujer

pareciera

que a veces

también ella

me sueña

 

 

 

Campo de refugiados

 

Las palomas en su palomar

las palabras en su palabrar

 

Mi habitación es un campo de refugiados

de todos los lugares de la extraña

me vienen los temblores de tus piernas

me vienen los dolores y las provocaciones

del dolor

 

Bienvenidos a esta tierra de nadie

que se puebla de gozos y explosiones

de tulipanes lúbricos

según las predicciones de la maga

 

Una vez a una maga levanté las polleras

y levanté su blusa

buscaba sus pezones buscaba

la pelusilla tibia de sus pechos

y descubrí las nubes de su cuerpo

es decir

sus pechos eran nubes que pacían en vuelo

ante el estupor de mis dedos falaces

 

Desde no sé qué ignora dimensión

viajaban esos pechos

burlándose a sí mismos

debajo de la blusa

no sabía besar

es cierto

pues en sus labios cultivaba tulipanes

y grandes y armoniosas palabras

cual máscaras quiméricas

 

Esas nubes me hicieron divagar durante varios segundos

me hicieron sollozar sentado en una roca

y me hicieron buscar lugares que  en los mapas

no figuran siquiera

Por eso

cuando miro las nubes pastizando en el cielo

yo sé qué son

yo sé qué son

no son corderitos o ángeles extravagantes

yo sé qué son

 

Pues recuerdo esa blusa y sus fuentes secretas

y las manos vagando por nubes que no eran

 

 

 

Elisabeth Schwarzkopf

 

Alguien canta en mi oído

alguien cuenta en mi oído

que se fue que se ha ido

 

Amada voz le digo

no sé si a quien me cuenta

no sé si a quien me canta

amada voz repito sin soltar una lágrima

esa mujer me amó se lo digo tranquilo

ni me arrugo ni chillo

se lo digo al pasar

no sé si a quien me cuenta

no sé si a quien me canta

se lo digo al pasar

como si no dijera

esa mujer

le digo

me sentó en sus polleras

nos besamos

le digo

con cierta alevosía

 

Esto ocurría en Bucarest

en la Ópera de Bucarest

para ser más exacto y evitar desmentidos

podríamos incluso precisar una fecha

digamos por ahora que fue por los setenta

una tarde de niebla

una noche de nieve

cuando nos desplomamos uno en sueños de otra

y cruzamos las piernas en actitud de ruego

en actitud de ciego

en actitud de fin

 

Porque fue más o menos lo que ocurrió esa noche

cuando ella y yo escuchamos

yo su temblor de nieve

 

ella mi arteria torpe

que corría y corría

hasta hallar el torrente que hoy me dijo en el canto

que se fue nuestra Elisabeth

nuestra cómplice niña

mientras yo susurraba

no sé si a quien me canta

no sé si a quien me cuenta

cómo abrace esa noche su respiro de fuego

y la hice mi respiro

 

No sé si a quien me canta

no sé si a quien me cuenta

 

 

 

De los nombres

 

De los nombres el más preciso

 

N a d a

 

espacio y nada

suma de garra

esófago

suma de repentino y

hálito

 

Efemérides   dónde

celebración y olvido de lo mismo

se confunden se rompen la quijada

 

Horrorosa matriz de la perversa

zona de lo innombrado

 

Zona de olvido

del nodeseo y nada.

 

 

 

Velocidad 1

 

Atisbo un signo de puñal

una noticia en sobre oscuro

una verdad y una mentira

una señal

 

Madura una idea como un fruto

que no cuelga de ningún árbol

aletea en mi hueso y en mi espasmo

pájaro enjuto

 

Vine esta mañana a encontrarlo

como un caballero vida en ristre

quebró mi lanza y mi suspiro

dobló mi mano.

 

 

 

Velocidad 2

 

Miro de espaldas este día neutro

este día sin cuero ni carozo

estas horas huidizas de mi gozo

este absurdo ignorante de mi centro

 

Apenas una voz en el vacío

una soga que salva o que flagela

una semilla ausente que en la arena

sabe muy bien que huyó lo que fue mío

 

Este día no existe si no existe

el rito del ensueño y del abrazo

llega la sombra y ya no queda trazo

y apenas si te acuerdas que hoy viviste.

 

 

 

Manos

 

Como dos ramas o dos pájaros

como dos bailarinas o dos flores

flotando en el mismo aire

dos manos en pos de sí mismas

enlazadas en la fugacidad

las manos que fueron a la tierra

las que fueron martirizadas

las que acarician tenazmente

las que venero para siempre.

 

 

 

Cómo se hace una tarde

 

Éramos dos libélulas en torno al dulce vino

éramos dos libélulas en la tarde quietísima

volábamos

volábamos

enredadas las alas

en la música antigua

 

Yo contaba tu sueño

ése que me soñaste

ese sueño de mí construyéndome en ti

volaba el vino antiguo y yo lo trasegaba

en la boca de quién   en el aire de quién

 

Éramos dos libélulas trastornadas y ciegas

mientras la tarde armaba su pedestal ubérrimo

su escalera   su trino   su nostalgia   su plan

su secreta artimaña

 

La tarde nos hacía a su amaño y su gracia

nos besó y nos bendijo

nos tomó de la mano nos condujo nos hizo

brevemente tan sabios como esas dos libélulas

que demoran su vino en la tarde estancada.

 

 

 

Día de muertos

 

Bebo el vinillo triste de Imperial

con mi madre que amadra sin descanso

aquello que no sabe y no sabiéndolo

lo vuelca de un sentido sin sentido.

Una muerta en la boca me deslumbra,

una sombra

un sonámbulo tributo

el despertar confuso de otra sombra

que difunde mi aliento en la penumbra.

Una muerta que viene con el río,

una sombra que finge de estar viva.

 

Nos vamos y llegamos en un círculo

que al fin encontrará su punto cero

y no habrá verso

vino

ni suspiro.

 

Cómo será sin lluvia y sin abrazo…

Será como esa piedra o esa hierba

o será como el viento que fatiga

la calle solitaria de Noviembre.

 

 

 

Encuentro en Portocaliu

 

En ese tiempo yo corría detrás de una sombra.

Desde el décimo piso en el barrio de Drumul Taberei

yo miraba a través de un niebla caliente,

a través de una humedad humosa,

a través de las reverberaciones de agosto

una figura venía caminando

desde la parada de autobuses.

Una figura parecía dirigirse hacia mí,

yo la veía perfectamente desde el décimo piso

en el barrio de Drumul Taberei:

era la odiada figura conocida,

su aborrecible rostro estaba ahí y su pelo

que el sol no incendiaba y con él todo su cuerpo.

Yo miraba petrificado la escena,

los indolentes pasos y su entorno:

árboles, cosas en movimiento, el asfalto que el sol ondulaba.

Yo miraba esa escena con su centro precioso…

 

En esos tiempos yo escribía un poema titulado

“Encuentro en Portocaliu”,

era necesario encontrarme rápidamente

porque –pensaba yo– ¿la poesía para qué puede

servir sino para encontrarse?

 

Eso fue después de escribir muchas cartas

preguntando

¿dónde estoy? Nadie sabía dónde estaba

y no podían decírmelo,

de modo que empecé a decir a diestra y siniestra

protégeme con algo el corazón.

Protégeme con algo el corazón

seguía repitiendo

y como no me entendían

comencé a escribir unos poemitas insidiosos

relativos al río Dimbovitza,

relativos a la columna del infinito,

relativos al plan quinquenal.

Hasta que un día en Portocaliu.

 

Un día en Portocaliu

(en Portocaliu hay un sol amarillo como cáscara de naranja)

una tarde en Portocaliu

(en Portocaliu hay unos grandes pájaros con dos patas

larguísimas y picos en forma de corazón)

una noche en Portocaliu

(estaba escrito que no te encontraría

en Portocaliu

pero guardo el recuerdo de esa espera y huellas

de picotazos en forma de corazón).

 

 

 

Toque de queda

 

Quédate

Le dije

Y

La toqué

 

 

 

Círculos

Pregunté entonces por el dolor.

Me dijeron:

Una ola fastuosa sobre el río.

Me dijeron:

El abrazo, la mejilla, el regazo.

Me dijeron:

Un verso de Ramos un verso de Carlos.

Me dijeron:

El sonido más amado de la lluvia que amas.

Me dijeron:

El viaje hacia tu propio corazón.

 

 

 

Los pájaros se han ido

 

Los pájaros se han ido y oscurece el cielo

estremecidas bandadas pesadas de adioses,

se olvidan algunos de mover las alas

y caen a tierra firme,

pesados

¡a tierra firme!

Fueron los años venideros los más turbios de todo

el arcoíris,

llovían palabras humedecidas por un largo trayecto,

llenas las palabras de plumas de pájaros moribundos,

desteñidas horribles hediondas plumas mojadas.

No era un mundo que se deshacía,

no era un mundo que se debatía,

eran apenas las plumas de torpes pájaros

engañados por las estaciones,

abrumados por vientos contrarios,

seducidos por las señas

que hicimos desde abajo.

 

 

 

Gran Himalaya

 

Es un hecho que no subiré jamás a las cumbres del Gran Himalaya;

está escrito que los hombres allí se vuelven dioses

y el poder temible de la naturaleza disminuye a los seres:

sus pasiones,

a una blanda indolencia.

Pero yo no subiré al Gran Himalaya,

tropezaré con las piedras del camino,

me embriagaré con deleznables licores,

seguiré maldiciéndome con ternura.

 

 

 

 

En un tren yugoslavo

 

1

 

A mi lado hablan los hombres,

dulces y agredidos,

fumamos y el humo nos une,

no entiendo qué dicen

pero cruzan las manos

en un gesto

que me es familiar.

 

                    

2

 

Durante varias horas nos ha acompañado

un pequeño río

de grises y duras aguas.

Quisiera preguntar cómo se llama

¿cómo se llama este río?

sonríen,

cómo se llama este río,

sonríen,

este río se llama Sonrisa.

No hubiese podido irme sin saber su nombre.

 

 

 

 

Datos vitales

Omar Lara (Nueva Imperial, Chile, 1941). Además de su obra de creación –que comprende más de una veintena de libros, entre ellos Los Buenos Días, Serpientes, Memoria, El viajero Imperfecto, Islas Flotantes, Vida Probable, Fuego de Mayo, Bienvenidas calles del Perú, Voces de Portocaliu, La Nueva Frontera, Delta, Papeles de Harek Ayun, – Omar Lara es traductor del rumano, labor que ejerce a partir de su exilio en Bucarest, entre 1974 y 1981 (exilio que lo llevó antes a Lima y luego a Madrid).  Editoriales rumanas, españolas, mexicanas, chilenas y peruanas han publicado varias de sus traducciones y una de ellas, El Ecuador y los Polos, de Marin Sorescu, mereció el Premio Internacional de Poesía Mística Fernando Rielo, Madrid 1983. Del mismo Sorescu en Mexico se publicó El Centinela de la Galaxia (2007) y de Eugen Jebeleanu La sonrisa de Hiroshima (2009). Lara es también traductor de Mihai Eminescu, Al., Macedonsky,  Ion Barbu, Gellu Naum, Geo Bogza, St. A. Doinas, Ion Caraion, Marin Preda, Maria Banus, Dinu Flamand, entre otros escritores rumanos. Algunas  distinciones recibidas por el poeta son el Premio Casa de las Américas (La Habana, 1975), la Beca de Creación John Guggenheim (1983), la Medalla Mihai Eminescu, que concede el Gobierno de Rumanía (2001), la Medalla Presidencial Centenario Pablo Neruda (2004). En su calidad de director de la Revista Trilce, recibió el Premio de la Sociedad de Escritores de Chile 2006, que conceden los ex presidentes de la entidad. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Fernando Santiván, el Premio Casa de América de Poesía Americana (Madrid) y el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Trieste (Italia). En 2009 fueron publicados sus libros Foto&Grafia (Chile), VidaToma mi Mano (Cuba); Argumentos del Día. Antología Personal, (México), La tierra prometida (España); y la antología Prohibido asomarse al interior (Chile). Recientemente (febrero 2010) apareció la segunda edición de Argumento del Día y Otros Poemas, y en Asunción la 2. ed. de Voces de Portocaliu.  La Editorial Visor de Madrid editó la antología La Piedra Habla, del rumano Lucian Blaga, en traducción de O. L. y Gabriela Capraroiu. A fines de 2010, Círculo de Poesía, de México, publicó La mesa del silencio. 11 poetas rumanos contemporáneos. En junio de 2009 recibió el Premio Internacional Ovidio de Traducción de la Unión de Escritores Rumanos. En junio de 2010  le fue otorgado el Premio Internacional Domus Aurea, que concede la Universidad de Roma y otras entidades culturales italianas. Recientemente ha traducido el libro Alma para todo servicio, del poeta Marin Sorescu y que publicó Círculo de Poesía Ediciones.

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