Un poema de Jean Turpy

Presentamos un poema de Jean Turpy (Iguala, 1957). Poeta radicado más de tres décadas en Sinaloa. En 1994 publicó el libro de poesía Escombros, libro de culto en la poesía mexicana.

 

 

 

 

DE POCO SERVIRÁ QUE TE ESCONDAS 

 

a R. M. P., uno de tantos

 

Hay algo que falla ahí

Beckett

 

I

 

Ese tipo anda enojado

Se levanta de la cama con la rabia de fiera malherida

La emprende furiosamente contra el sol

Piensa que la luz debe abrir sus alas

Hasta que haya despertado. 

Quiere decir: 

Más tarde porque tuvo insomnio

(ignora que él es el insomnio)

 

Su mujer le sirve el desayuno

Su mujer siempre le sirve el desayuno

Pone el diario sobre la mesa, le dice “Buenos días”

Y desaparece, siempre desaparece

(no se sabe por qué)

Él sorbe ruidosamente su café –le fascinan los ruidos

Adora el escándalo, ¡cuánto lo adora!

(Entiende que el silencio es una blasfemia, la peor)

Abre el periódico

Las notas sociales lo ponen melancólico

Acaricia su nostalgia con mano temblorosa, frenética

 

No demora mucho en ellas

El instinto se impone nuevamente

Él anda suelto, te anda buscando

Pronto habrá de encontrarte (lo jura)

Y te hará pedazos (no se cansa de jurarlo)

 

II

 

Él no ha logrado encontrarte hasta el momento

Las notas deportivas no registran tus hazañas

Las notas policiacas están saturadas como siempre

Y tú jamás asistes a las ruedas de prensa

¡Es el colmo, no hay decencia!

 

Tortura uno a uno los avisos de ocasión y nada

No apareces por ningún lado, como si no existieras

No es la prudencia, no puede ser la prudencia –reflexiona—

Lo que te mantiene anónimo

A esa dama no la conoces ni de lejos

Es el miedo (casi se atreve a jurarlo)

Es eso lo que hace que te escondas, el miedo (ni más ni menos)

Eres cobarde como todos los poetas

 

A ver, pregunta:

¿Por qué no defiendes los árboles de tanto pájaro de cuenta?

Haz declaraciones, firma manifiestos, di algo ¡con un carajo!

Luego se nota que eres insensible, uno de esos despreocupados

Que no se conmueve con nada.

¿Cómo puede caber tanta indiferencia

Frente al derrumbe de los viejos edificios, los valores morales

Y el bajo precio de la virtud?

Lanza proclamas, redacta desplegados, no te quedes mirando

Como si nada

Asoma un dedo, da la cara

Que los periódicos registren de una vez tu nombre

Poco importa que no sea en primera plana

Poco importa que sólo se hable de tu muerte

 

III

 

Cristo que moriste en la cruz a los treinta y tres años

sin haber fornicado

¡cuídalo!

Santa Teresa de Jesús, que morías porque no morías

¡ampáralo!

San Arthur Rimbaud que fuiste poeta desde los siete años

o antes

¡protégelo!

Santa Perestroika de la Glasnot, que fuiste concebida por obra y gracia de Mikhail Gorbachev

¡asístelo!

Santo el Enmascarado de Plata padre y Santo el Enmascarado de Plata hijo

¡no lo abandonen!

Santa María Sabina, reina de la noche, los viajes y las jaculatorias

¡escóndelo!

San Jesús Malverde y San Heraclio Bernal, que no se conocieron en vida

¡socórranlo!

Santa Cachucha, que fuiste utilizada como metáfora de burdeles 

y nos observas con dulzura desde el cielo

¡auxílialo!

San Clodomeo, que soportaste con resignación tu nombre

¡socórrelo!

San Jorge bendito, patrón de los zoológicos y las sociedades protectoras

de animales y la psicología pavloviana

¡sálvalo!

Virgen de Guadalupe ofendida en el Museo de Arte Moderno

que perdonaste al pintor, pero no a los censores

¡ayúdalo!

San Giles de Rais que amabas infantes hasta devorarlos

pero nunca leíste a Jonathan Swift

¡ruega por él!

Santos que surgirán durante el siglo veintiuno de entre tantos pecadores y pecadoras

¡no lo desamparen!

Santos que omito nombrar porque la memoria es imperfecta, limitada

y caprichosa

¡hacedle el paro!

 

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