Presentamos algunos textos del nuevo libro, ¿Por qué no hablan las sirenas?, de la poeta argentina Eugenia Straccali (La Plata, 1970). También escribe dramaturgia, crítica de poesía y es actriz. Ha publicado poemarios como Abismadas (2016), Ninfas (no musas) (2017).
En el medio del océano
Pero no resulta tan fácil librarse del alma
Mujer que corresponde,
en la esfera antropológica,
al principio pasivo de la naturaleza.
Sirena, lamia o ser monstruoso
que encanta o divierte
y alejada de la evolución
como madre,
Magna Mater
informe de las aguas
y del inconsciente;
doncella desconocida,
¿amada?
símbolo de la libido lujuriosa
(impulsiva, afectiva, intelectual y amoral)
Animal
mujer-cisne
mujer de pie de cabra,
como imagen del ánima
¿es superior al hombre mismo
por ser el reflejo
de la parte superior
y más pura de éste?
Instintiva y sentimental,
tentadora que arrastra hacia abajo,
coincidente con el signo alquímico
del principio volátil,
esto es,
de todo lo transitorio,
lo inconsistente,
infiel y enmascarado.
Estuvimos ahí
desde la génesis
de todas las cosas,
la tierra se fermentó
y aparecieron membranas
una neblina ocupó el aire adentro la luz
alimentó la noche.
Nacimos como seres híbridos directamente del suelo.
Brotaron primero:
ojos sin cabeza
cabezas sin cuernos
luego plumas y escamas diseminadas entre el musgo
mujer arriba
pez abajo.
Las sirenas no hablamos cabalgamos en la superficie del mar somos yeguas
ensimismadas con el horizonte
y la frontera imposible
(no te asustes, ya me alejé del todo
como me pediste)
es tan difícil exiliarse de vos tan difícil
ahora habitamos lo intemporal de los muertos
lanzados a vivir lo cotidiano, las herrumbres de sus cadenas.
nuestro amor tiene que atravesar el derrumbamiento
para no quedar inerte
No te escondas en el fondo del navío
ni te alarmes por lo que pueda sucederte claro que no hay garantías
es pathós primitivo
fuerza abisal:
sirena-caballo.
En la “noche de los tiempos”
mujeres que caen
caídas
en caída
porque lo femenino
es singular.
El amor
es suplencia a ese otro goce
que ella puede evocar
se encuentra más allá del hombre,
más allá del mar.
Goce femenino, de sirena blanca,
se lee la frecuencia de su voz en el poema.
Un hombre como Ulises
no pudo hablar de lo indecible
de las mujeres acuáticas.