Presentamos una breve muestra del nuevo libro de Javier Bozalongo (Tarragona, 1961). Ha publicado los libros de poesía Líquida nostalgia (2001), Hasta llegar aquí (2005), Viaje improbable (2008, Premio Surcos de Poesía), La casa a oscuras (2009, Accésit del Premio Jaime Gil de Biedma de la Diputación de Segovia) y Todas las lluvias son la misma tormenta (Libros del Aire Santander, 2018) que obtuvo el XXVIII Premio de Poesía “Blas de Otero”. En 2016 publicó su primer libro de narrativa, Todos estaban vivos, y en 2017 el libro de aforismos Prismáticos. Ha publicado antologías de su obra poética en México, Ecuador, Costa Rica y Argentina.
Sin locura ni miedo
nos dio por construir jaulas de oro
con cimientos de barro.
En unos pocos años hemos sido capaces
de hablarles a las nubes a la cara
sin pensar ni un momento
cuánto nos dolería la caída.
De nuestro atrevimiento
se hablaba en las tertulias como un logro.
De nuestra fortaleza
se harían manuales para ser estudiados.
Siempre era posible poner otro ladrillo
y venderlo a buen precio.
La propiedad y el paraíso
sólo comparten la primera letra,
pero fuimos los dueños del Edén.
El poderoso Dios, con traje y con corbata,
se preocupaba sólo de su propio bolsillo
sin importarle que alguien le robara
unas pocas manzanas.
Bastó que se pudriera una de ellas
para que el mundo entero oliera mal.
Vives en el país del miedo.
Sus húmedas fronteras, difícilmente permeables,
exigen pasaporte, visado, contraseña,
recursos económicos
y billete de vuelta.
No es un lugar distinto a los que ya conoces:
significa muy poco
no poder ubicarlo en algún mapa,
ese país existe
como existen las cosas que sólo tú imaginas,
como existen las redes invisibles
que sujetan tu ímpetu,
como existen las leyes
que sólo cumples tú.
Ese país existe.
Una vez instalado no es fácil emigrar,
las maletas se aferran al armario
como el óxido al hierro
y no hay salvoconducto que te aleje de allí.
Vives en el país del miedo.
Cuando alguien te dice al oído
que todo lo que pasa no es por culpa tuya,
que el trabajo y el pan y hasta el futuro
te lo quieren robar en otro idioma,
que vendrán de muy lejos esos usurpadores,
que salgas a la calle con la patria en el hombro
o, peor, bajo palio y en silencio,
que la expongas en todos los balcones
donde antes lucían macetas con geranios.
Si te dicen que tú eres lo primero,
que defiendas tu tierra a cualquier precio
¡Ten cuidado!
Porque después sabrás
quienes han sido siempre los dueños de esta tierra,
sabrás que las banderas a veces son la excusa
para vendernos sueños imposibles,
y te dirán a quién debes amar
y en qué debes creer
como si fuera única su única verdad.
Parecía imposible,
pero por más que insisto con el mando a distancia
¡hay programas que solo se ven en blanco y negro!
Coda
Opina lo que quieras
aunque no tengas opinión;
persigue tus deseos
aunque no tengas una meta;
tú lo mereces todo
aunque todo lo tengas.
Puedes no conseguirlo
y decides mirarte en el espejo.
Ante él hallarás dos soluciones:
la primera, que la vida es injusta
y te maltrata;
la segunda y más cómoda,
un enésimo selfie
que les demuestre a todos lo que vales.
O podrías pensar un poco más,
apartarte del ruido
y tu obsesión por la seguridad,
no ver en la pantalla el resumen del mundo
huyendo de lo frágil e inmediato.
Puedes seguir luchando mientras sepas
que en más de una ocasión
las cosas no dependen de nosotros,
pero siempre hay salida:
tal vez una conversación,
una lectura atenta,
dejar que tu mirada se aleje de ti mismo.
Tal vez la poesía.