Proponemos la lectura de algunos textos de la poeta argentina Valeria Tentoni (1985) pertenecientes al volumen Piedras preciosas, publicado originalmente por Pez Espiral en Santiago de Chile en 2018. La editorial argentina Neutrinos publicó también este libro en 2019. Valeria Tentoni nació en Bahía Blanca en 1985. Es periodista y escritora. Vive en Buenos Aires. Publicó los libros de poesía Batalla sonora (Manual Ediciones, 2009), Ajuar (1º Premio Concurso Editorial Ruinas Circulares, 2011) y Antitierra (Libros del Pez Espiral, 2014/ Neutrinos, 2015/ Liliputienses, 2016). Publicó los libros de relatos El sistema del silencio (17 Grises, 2012) y Furia diamante (Leer es futuro, 2015 / Libros del Pez Espiral, 2017). Participó como guionista de El abrigo del viento de Romina Haurie (Lupa Productora, 2013). Fue incluida en distintas antologías, como Voces -30 de jóvenes narradores latinoamericanos (Ebooks Patagonia, 2014) y Penúltimos. 33 poetas de Argentina 1965-1985 (UNAM, 2014).
EL PRIMER ÁMBAR QUE CONOCÍ
brotaba
de los duraznos enfermos
del patio de mi abuela
vulcanizadas
las pinchaduras
de esos planetas suaves y conejos
el sol directo
petrificaba
tales desajustes naturales
y a los duraznos les quedaban
gruesas pecas de gemas
naranjas arriba
yo imaginaba que todo eso les venía del carozo
no sé
son cosas que miré muy de cerca
para no tener que tocarlas.
CONOZCO EL INFIERNO,
está en mi cabeza
y todos vienen a mojar sus pies
a esta fuente de lava.
A nado
cruzo
de lado a lado
y desde el borde
alguien tira una moneda que se derrite
antes de tocar el fondo.
NO ES UN HOMENAJE.
No es ni siquiera una manera del odio.
¿No ves
que si a alguien le leyeras
los poemas que te escribí
te miraría
como si pudieras contagiarlo
de algo muy malo? ¿No ves
que nadie te felicita?
¿Que no te lo digo como se dice
te hice una torta de cumpleaños
sino más bien como se diría
no te lo tomes a mal, pero
como se dice
hay algo
que deberías saber?
LEYENDO EN EL BALCÓN
me acomodo al sol, persigo sus favores
un molde
al que debo pleitesía.
Laminada por los rayos que recién ahora,
a fines de agosto, pueden alcanzar estas cosas,
me organizo alrededor de esa luz
serpiente,
advierto el frío
y me mudo al hachazo blanco
un centímetro por vez.