33 + 1 voces de la poesía uruguaya actual: Ana Lafferranderie

“La noche amarilla. 33 + 1 voces de la poesía uruguaya actual” es un dossier que ha preparado Marisa Martínez Pérsico para los lectores de Círculo de Poesía. Su objetivo es visibilizar y difundir un repertorio de voces que se inscriben en distintas tradiciones líricas, es decir, mostrar una parte de lo que acontece en la poesía oriental a partir de cuatro criterios: diversidad discursiva y/o estética, integración equitativa de poetas mujeres y hombres, integración generacional (de por lo menos cuatro promociones etarias) e inclusión de poetas que escriben fuera del país (en Argentina, Brasil, México, España y Suecia). [Lee la introducción a esta muestra aquí] . 

Leemos una selección de Casi real (libro inédito) y otros poemas de Ana Lafferranderie (Montevideo, 1969). Vive en Buenos Aires desde 1990.  Publicó sus primeros poemas en dos antologías: Editorial Nuevo Ser (2002) y De los Cuatro Vientos (2005). Luego los libros El cielo tácito (Sigamos Enamoradas, 2007), Volcar la cuna (Ediciones del Dock, 2012, Primer premio de poesía del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, edición 2011), Día primero (Ediciones del Dock, 2015) y Algo no pasó, publicado en México en 2016 (Cartopirata). Poemas suyos han sido publicados en diversos medios gráficos y digitales de uno y otro lado del Río de la Plata, así como en Amsterdam  (Versal, 2007) y en Kansas (Coal City Review, 2013), en ambos casos con traducción al inglés de Laura Chalar. Otras publicaciones: antologías Plata Caribe (Poesía uruguaya y dominicana, 2008), El manto de mi virtud (Poesía uruguaya y cubana, 2011). Entre los años 2006 y 2010 organizó el Ciclo de Poesía de la librería y espacio cultural Fedro, en el barrio porteño de San Telmo, junto a Florencia Walfisch.  Actualmente, coordina su Taller de poesía virtual y presencial “Donde abrimos la caja”. Colabora con diversas publicaciones sobre arte y literatura.

 

 

 

 

EL REGRESO

 

 

Algo aprenderemos de estos días

de  grillos encendidos al regreso de un viaje,

la plaza abandonada a la suerte de sus canciones

que insisten con el alto reino de lo imposible.

Algo nos quedará de esta derrota

las horas en avión destinando ese tiempo

a doblegar la urgencia de quedarse, algo

de lo propio se recrea ahora

cuando en el parque se juntan las pancartas

se ruega lucidez.

Y frente a eso quieta, los libros apilados

los recuerdos como películas que ya no se consiguen,

esperar la sorpresa de los próximos meses, confiar

en los ciclos del sur, en los ritmos del clima

saber que cede el agua, que cae este polvillo

se hace más tibio el aire y así, naturalmente

el cuerpo se prepara

para asumir las nuevas travesías.

 

 

 

 

 

INEVITABLE

 

Otra vez lo hemos hecho, ver de cerca

el temporal mayor.

¿Alguien podrá negar que reconoce esa magnitud?

No vas a preguntar por el comienzo,

no existen las primeras cosas.

Se desvía el camino, también yo

sostengo por un rato esta dialéctica, después cedo

al espíritu simple del hogar.

Toda la noche cayó la mala lluvia

como un aviso de lo que nunca acaba.

Solo debajo, en el centro poesía

un pensamiento con redes que se expande

para mutar en arco, ser carnada.

 

Algo vital que regresa inevitable

atraviesa  la historia  que confunde

y cuando el viento crece y decae la confianza

ilumina pequeños desplazamientos.

Comprende los  silencios, las visiones calladas.

 

 

 

 

 

POCOS PASOS

 

Qué poco faltaba para ver 

más allá de esta calle

encontrar la perfecta distracción de los pasos

dejar atrás la errática confianza

en las flores silvestres.

Qué distancia pequeña hasta soltar

detrás de esa pared  la voz privada

dejar caer la sábana

elevar lo contrario a una plegaria, los linajes

del alcohol con sus vehículos

qué fácil

apagar las ideas, desarmarse

si algo despabila, si una palabra empuja

si  se desplaza, simplemente se lanza

como mancha de vino en el mantel

desprolijo y festivo

el deseo.

 

 

 

 

 

Hablo sin dirección  y  de a ratitos callo
mientras  el aire  impacta  la  ventana.

Escucho  algo  deslizarse  en  la terraza,
mis pensamientos
asoman breves,  la inquietud  los  cohíbe

de  pronto sé
es una de esas tardes
una  espiral  volviendo  a  sus  inicios
la forma recelosa de saberse  perder,
nada
se  hará  concreto  excepto  recordar
que el más  pequeño movimiento  es  tiempo.

 

 

 

 

 

 

Todo lo que ahora niegues va a temblar.
Es  tan  delgado el  hilo  que  se  enhebra

con  la vista  prendida en  el  instante.
Tu  forma  de  estar  en el  mundo
alguna  vez  se irá,  cualquiera sea.
Podés  soltar el  botón  de  la  blusa,
buscar  tu  imagen  en  el  reflejo del vidrio,
imaginar  los  meses  que  vendrán
con  la  avidez  de querer  llegar a  todo:

van a seguir pasando nubes a punto de caer.
Nubes  y  pájaros,
y  cada  partícula  en  su  único  trayecto.

 

 

 

 

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