Leemos la poesía de Arturo Desimone (1984), que ha publicado recientemente en argentina, con la traducción de Lucas Brockenshire, el volumen Amada de Túnez (Clara Beter Ediciones).En palabras de Julián Axat, “es el más hermoso diario de la revuelta tunecina del que yo haya tenido noticia”. Desimone nació en Aruba, el caribe holandés, pero es ciudadano argentino. Es poeta y artista visual. A pesar de llevar una vida nómada, ha vivido largos periodos de tiempo en Amsterdam. Los textos fueron escritos originalmente en inglés.
Besé sus nalgas
sin la más mínima vergüenza
el nombre de ella, ر , en árabe quiere decir
“un río en el Paraíso”
si me ahogo
brotarán flores desde sus puertas
las verdades son solo flores abstractas.
Hay una chica que amo y que es
del pueblo de Sidi Bouzid cerca de las montañas
de Jebala en Regueb
donde los muchachos se desloman al sol cantando
“C’est normal ici” su poema épico mientras
trafican nafta de Libia en moto para feriar
en las veredas
pero ella no ha visto esta realidad
porque se mudó del campo a la ciudad de niña
su padre quería que le fuera bien en la escuela
entonces construyó una casa junto a la escuela
Hay una chica que amo y su piel es oscura
y su pelo es oscuro y cae sobre esas mejillas
que saben enrojecer a través de lo moreno
hay una chica que amo y la he besado
en muchas partes de Túnez
en Bizerta junto al mar en el campo
en las ruinas de Útica y los parques de atracciones de Cartago
Pero le hice el amor en un solo lugar
junto a un lago cerca de la mezquita de La Marsa
donde las aves africanas y un río van a rezar
cuando el sol anida como un ave en la cordillera
del Atlas visible desde el balcón de
la llamada a la oración llamada salat
es mi señal para besar y desvestirla.
Me enorgullece haber encontrado una chica que me deja
desvestirla y no una que se desviste sola como por costumbre
A la primera llamada a oración ya está desnuda
nos decimos buenos días y lo repito para sus nalgas
a la segunda llamada a oración se ha ido
a la tercera y cuarta estoy escribiendo dibujando caminando
a la quinta se posa sobre mi hombro y nos volvemos
niños que no saben hablar ni entenderse