Proponemos la lectura de algunos sonetos del poeta, traductor y ensayista Edgar Amador (1967). Publicó en Argentina el poemario El sauce y la palma (el sur porfiado, 2015). Ha publicado versiones de Yehuda Amichai, Carol Ann Duffy, Sujata Bhatt, etc. Respecto a esta serie, su autor dice: “Escritos a lo largo de varios años, de manera casual y desordenada, los “Sonetos del Amor Profundo” quieren ser algo intermedio entre un poema erótico y un poema romántico. El sujeto de los poemas es el acto mismo.”
SONETOS DEL AMOR PROFUNDO
El amor romántico es un tema relativamente nuevo en la poesía. Parece haber un largo vacío entre por ejemplo, el “Cantar de los Cantares” y la poesía romántica del medioevo europeo, en donde el amor cortés adquiere carta de naturalidad en la tradición poética occidental. Pero si la poesía amorosa es relativamente reciente, la poesía erótica es seguramente más antigua, constante y rica.
En la poesía romántica el coito es velado, sugerido. Es una metáfora oculta. En la poesía erótica, el coito y su preámbulo son los sujetos del poema. En la tradición occidental, desde Safo y Arquíloco conocemos poemas en donde el coito y la pasión carnal son explícitos y discurren de manera natural y festiva, libre del velo religioso que la tradición católica siglos más tarde nublaría en Europa y América, dando lugar al amor cortés. Lo mismo ocurre por supuesto en Roma, con Catulo, Juvenal, Ovidio y muchos otros.
Pero en la tradición oriental, desde la literatura de Mesopotamia, pasando por la India, China, Japón y Persia, la literatura centrada alrededor del coito es tan antigua como la literatura misma. Junto con la epopeya y la mitología, la celebración del coito es una constante en la tradición oriental, que continúa hasta hoy.
Escritos a lo largo de varios años, de manera casual y desordenada, los “Sonetos del Amor Profundo” quieren ser algo intermedio entre un poema erótico y un poema romántico. El sujeto de los poemas es el acto mismo: sus variaciones, cadencia y su culminación, pero sin mencionarlo del todo, sugerido de manera recatada y atrevida a la vez: como si habláramos en doble sentido.
Como suele ser: al mismo tiempo con temor y con lascivia.
I
Qué tan hondo, amor mío qué tan hondo
dime hasta dónde llega este vacío
qué perfecto el placer, y qué redondo
haciendo de lo tuyo, tuyo mío
Qué profundo en tu cuerpo, qué profundo
me he encontrado con uñas y temblores
y visto a Dios entero en los segundos
más largos, solitarios y mejores
Tan hondo, tan oscuro y tan adentro
que he llegado al momento en que naciste
más hondo, mas oscuro y ya no encuentro
la perla de sudor que prometiste
pues callas cuando salgo y cuando entro
olvidas a qué estás y lo que fuiste
II
Con uñas y con garras, con los dientes
pedazo por pedazo, y en mitades
la lengua tan exacta y obediente
descifra acompañadas soledades
Las coces que me has dado las recientes
acuso las menores nimiedades
¡Qué intercambio tan duro y exigente
comerciando sudor y propiedades!
Con sales y gruñidos te convoco
estamos respirando por la herida
casi por terminar aguanto un poco
Me disuelvo en la última embestida:
y al rompernos en dos encuentro y toco
a tu sombra fugaz y detenida
III
Camino por el filo de tus uñas
me recuesto en la punta de un colmillo
tu fuiste superficie y yo la cuña
tu fuiste la oquedad y yo un tornillo
La guerra que transforma, que rasguña
obtiene de lo opaco un verde brillo
tu cuerpo confundido refunfuña
exigiendo un preciso lazarillo
que te lleve al final de esta rutina
y te deje en ti mismo reposada
con la sangre disuelta y ambarina
suspendida en la cruz de tu mirada
Y tus nervios colgados en la esquina
de mi lengua angular y preparada
IV
En tu raíz abrevan mis caderas
un surtidor hidráulico, un venero
tu cáscara madura, tan entera
opaca y encarnada la requiero
Una araña dormida en la galera
un puerco espín furioso y carnicero
tarántula mortal, perecedera
por su ponzoña visto, calzo y muero
Tu arca hace alianzas hechiceras
corrompe sin poder y sin dinero
la vuelco por adentro y por afuera:
va siempre más allá de lo que quiero
Salta trancas, ladrillos y maderas
no acaba de acabar, siempre es ya mero
V
Que no acabe este comienzo, no acabe
de comenzar lo que al nacer no dura
para que el final, si al final no sabe
esta hora que en segundos se madura
Que crezca este segundo que no cabe
mi vida entera en tan menor moldura
que el instante siguiente aquí se trabe
y sea un lento resuello esta premura
¿Por qué tan breve lo eterno, la clave
que descifra el disfraz de tu hermosura?
Que el tiempo se detenga que socave
esta harta brevedad, prisión de holgura
y en tu grito final está la llave
que me enferma mortal, y que me cura
VI
Por doquier, de la nada, de repente
somos aquellos dos ya un tercero
idéntico a los dos y diferente
mitad mas la mitad, mas que un entero
Tus ojos al mirarme ven tu frente
y tú quieres ser yo con tanto esmero
que somos nadie en medio de la gente
y todos los demás en nuestro fuero
Uno solo distinto y repelente
dos distintos usando el mismo suero
un tercero fugaz y decadente
que muere ya al nacer, sin por ni pero
no se es dos, el tercero es inminente
y el uno es imposible y chapucero
VII
No aguanto más estar tan incompleto
me hacen falta tu boca y tu cuidado
de tu ausencia mi amor estoy repleto
y a mi esfinge le falta tu costado
No un trozo, ni mitad, sino completo
tu cuerpo exijo yo para mi lado
para calmar la rabia y el asueto
de mi diente feroz y acicalado
Mi mano te dibuja por el aire
mi alimento es la dieta y la ambrosía
al cortejo respondes con desaires
pues triunfa ya de mi tu tiranía
mas qué inútil tu afán y tu donaire
si te labra prisión mi fantasía
VIII
De ti quiero más nada que una franja
de lado el costado, el perfil de frente
tu seno junta lo que al unir, zanja
mi lengua aparta al cálido, al caliente
Una curva, semilla, una naranja
quiero lo que de tí es diferente
buscar la aguja en medio de la granja
te crece dentro lo que en mi es creciente
Una grieta tan solo, la rendija
tu hilo delgado, el punto infinito
dame nomás lo que al mover, me fija
Casa de mi placer, callado grito
escarbo, muerdo, encuentro la vasija
donde están mi nacer y finiquito
IX
Mi mordida al pasar, abre y sutura
mi cadera al herirte ya te sana
a mi lengua la ciega tu negrura
la mano corta y al abrir desgrana
Mi espinazo serrucha sin premura
me gobiernan calores y la gana
¿a qué sabe mi amor tanta dulzura
la miel que al perforar te brota y mana?
Mis anillos te aprietan con soltura
te ahorcan, te reviven, son la llana
certeza que al final de esta tortura
que te parte, te pega, te rebana
no habrá pena ni gramo de amargura
en tu cresta feliz de dicha vana