33 + 1 voces de la poesía uruguaya actual: Ida Vitale

“La noche amarilla. 33 + 1 voces de la poesía uruguaya actual” es un dossier que ha preparado Marisa Martínez Pérsico para los lectores de Círculo de Poesía. Su objetivo es visibilizar y difundir un repertorio de voces que se inscriben en distintas tradiciones líricas, es decir, mostrar una parte de lo que acontece en la poesía oriental a partir de cuatro criterios: diversidad discursiva y/o estética, integración equitativa de poetas mujeres y hombres, integración generacional (de por lo menos cuatro promociones etarias) e inclusión de poetas que escriben fuera del país (en Argentina, Brasil, México, España y Suecia). [Lee la introducción a esta muestra aquí] .

Leemos una selección de “Montevideo-Nota bene” y otros poemas de Ida Vitale (Montevideo, 1923). Estudió humanidades y ejerció como profesora de literatura hasta 1973. Fue colaboradora del semanario Marcha y dirigió la página literaria del diario Época. También fue codirectora de la revista Clinamen e integró la dirección de la revista Maldoror. Se exilió en 1974 en México durante la dictadura militar uruguaya. Entró en contacto con Octavio Paz y fue parte del comité asesor de la revista Vuelta, además de participar en la fundación del semanario Uno más Uno. Considerada integrante de la Generación del ’45 con autores como Idea Vilariño, Mario Benedetti o Juan Carlos Onetti, desde 1989 hasta 2017 vivió en Texas junto con su marido, el poeta Enrique Fierro. Regresó a Uruguay en 2017. Fue nombrada Doctora Honoris Causa por la Universidad del Uruguay. En 2018 le fue concedido el Premio Cervantes. Algunas de sus obras poéticas: La luz de esta memoria (1949), Palabra dada (1953), Cada uno en su noche (1960), Oidor andante (1972), Jardín de sílice (1978), Elegías en otoño (1982), Sueños de la constancia (1988), Procura lo imposible (1988), Donde vuela el camaleón (1996), Reducción del infinito (2002), Plantas y animales (2003). Algunos de sus ensayos y estudios críticos son: Juana de Ibarbourou (1968) y José Santos González Vera o El humor serenísimo (1974).

 

 

 

 

 

OBLIGACIONES DIARIAS

 

Acuérdate del pan,
no olvides aquella cera oscura
que hay que tender en las maderas,
ni la canela guarneciente,
ni otras especias necesarias.
Corre, corrige, vela,
verifica cada rito doméstico.
Atenida a la sal, a la miel,
a la harina, al vino inútil,
pisa sin más la inclinación ociosa,
la ardiente grita de tu cuerpo.
Pasa, por esta misma aguja enhebradora,
tarde tras tarde,
entre una tela y otra,
el agridulce sueño,
las porciones de cielo destrozado.
Y que siempre entre manos un ovillo
interminablemente se devane
como en las vueltas de otro laberinto.

Pero no pienses,
no procures,
teje.

De poco vale hacer memoria,
buscar favor entre los mitos.
Ariadna eres sin rescate
y sin constelación que te corone.

 

 

 

 

REUNIÓN

 

Érase un bosque de palabras,
una emboscada lluvia de palabras,
una vociferante o tácita
convención de palabras,
un musgo delicioso susurrante,
un estrépito tenue, un oral arcoíris
de posibles oh leves leves disidencias leves,
érase el pro y el contra,
el sí y el no,
multiplicados árboles
con voz en cada una de sus hojas.

Ya nunca más, diríase,
el silencio.

 

 

 

 

MONTEVIDEO-NOTA BENE

 

Siempre hubo quien
y siempre faltó cuando
mientras enseres, aleluyas, aulas
olvidan la lección,
el latigazo de las postrimerías.
Se postulan precarias precauciones
para la nula lite.

¿Qué porvenir, posdata enrarecida,
rastra rasgueada, mísera rapsodia?
Mejor será que el coro,
el decir retazado,
el mudo grito contra la gangrena,
principiar donde otros concluyen,
concluir donde otros principian.

¿Quién tiende mesas para la gracia
de inútiles migajas?
Hay sueños corredizos para pocos.
Usa la espada de cortar
lazos, proposiciones.
Principia donde otros concluyen,
concluye donde otros principian.

 

 

 

 

 

EN EL DORSO DEL CIELO

 

No es casual 

lo que ocurre por azar: 

un fragmento de nada se protege 

del no ser, se entrecruza 

de signos, impulsos, 

síes y noes, atrasos y adelantos, 

trozos de geometría celeste, 

coordenadas veloces en el tiempo

y algo ocurre. 

Lazos para nosotros pálidos, 

son obvios para lo que no ve más, 

y nosotros la ventana abierta 

desde donde la tela blanca vuela 

cubierta de sueños. 

Pero uno llama azar 

a su imaginación insuficiente.

 

 

 

 

FORTUNA

 

Por años, disfrutar del error

y de su enmienda,

haber podido hablar, caminar libre,

no existir mutilada,

no entrar o sí en iglesias,

leer, oír la música querida,

ser en la noche un ser como en el día.

 

No ser casada en un negocio,

medida en cabras,

sufrir gobierno de parientes

o legal lapidación.

No desfilar ya nunca

y no admitir palabras

que pongan en la sangre

limaduras de hierro.

Descubrir por ti misma

otro ser no previsto

en el puente de la mirada.

 

Ser humano y mujer, ni más ni menos.

 

 

 

 

 

 

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