Poesía ecuatoriana: Rubén Darío Buitrón

Leemos poesía ecuatoriana. Textos del poeta, narrador y periodista Rubén Darío Buitrón (Quito, 1966). dirige el portal loscronistas.org y mantiene su blog periodismocrítico. Ha publicado diez libros, entre ellos tres de poesía, dos de crónicas, dos de crónicas, uno de ensayo periodístico y dos de cuentos. Su más reciente libro, aparecido a fines de noviembre pasado, es la antología Oscuridad de las luciérnagas (El Ángel Editor), una selección de casi 300 poemas escritos durante tres años. Rubén Darío Buitrón ha sido editor general y editor de información de los diarios El Universo y El Comercio, ha trabajado en noticieros de radio y televisión y ha colaborado en un sinnúmero de publicaciones nacionales e internacionales.

 

 

 

 

 

OSCURIDAD DE LAS LUCIÉRNAGAS

 

 

 

DIGO

 

Necesidad de tu alma

al borde de la desesperanza

en aquellos lugares

donde nada me pertenece,

donde nada soy,

donde nada espero.

En las ideas desordenadas

por las ausencias intangibles,

en las humedades

de tu madurez distinta y anticipada,

en las reverenciales

ceremonias de tu vientre,

en los lentos espacios

donde el mundo

es tu geografía desnuda,

digo en las desolaciones,

digo en el aire oscuro,

digo en el ansia secreta,

digo en la imposibilidad

de lo imposible.

 

 

 

 

 

DEVASTACIONES

 

A ratos la existencia

es compartir el espacio

con una sombra impura,

regalarse a la derrota

de los amores bajo tierra,

desentender los argumentos

de Dios cuando decide

el instante del abandono,

caminar en círculos

sobre el dolor de los pasos

y las líneas invisibles,

sostener el alma

cuando trepas la montaña,

vibrar desde adentro

con el pulso de las cuerdas

desafinadas y arrítmicas,

tender hilos delgadísimos

entre dos rocas

equidistantes e inasibles,

desenchufar las quietudes

y los encuentros

de los espejos cóncavos,

asumir que no todos los días

se llenan con posibilidades,

nostalgiar la piel y la risa

y el sabor y la certeza

de tenerte conmigo,

comprender que no basta

otra persona si uno mismo

ha inventado el vacío,

dejarse devastar

por tristezas de muchedumbre

en rincones inofensivos.

 

 

 

 

 

EXTRAÑOS

 

Cada sol estremece la escasez

de la palabra

y la feroz acumulación

de lo imposible.

Unos hombres caminan

sin relámpagos

bajo otros hombres.

Quizás su presencia

solo parezca lluvia.

Una mujer arrastra

sus sensibilidades

asimétricas

desde la ausencia

geográfica.

En la repugnancia del miedo

a reflejarse en los espejos,

la ceguera de lo evidente

es la necesidad blindada

de sobrevivir sin contagios.

Es la indiferencia

contra la fragilidad.

Es la culpa

enmascarada al apuro.

Es la prisa

ataviada de lentitud.

Es la gula

de la serpiente circular

que bajo el sol engulle

a la gente de la ciudad

hambrienta y sudorosa.

 

 

 

 

 

SOMOS

 

Somos recuerdo frágil que se difumina,

Imperceptible, sin huella bajo las hojas del otoño.

Almitas somos. Espíritus descoloridos.

Somos quien no nos recuerda.

Somos a quien llevamos en la sangre encendida.

Somos fuego.

Somos memoria de las memorias.

Somos dolor. Ausencia. Vacío. Luto. Recuerdo.

Somos memoria de las memorias de las memorias.

 

 

 

 

 

ADOLECER

 

Duele. El dolor duele. El dolor de que duela el dolor. El dolor de adolecer. El adolecer que

duele, tan adolorido.

 

 

 

 

 

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