François Villon: La balada de los colgados

Marco Antonio Campos vuelve a sus clásicos. Ensaya aquí una versión de “La balada de los colgados” del poeta francés François Villon (¿1431 o 1432?-¿1463 o 1464?). El texto fue escrito a manera de epitafio luego que fuera condenado a morir en la horca. Alrededor de 1461 escribió su Gran Testamento. Después de 1463, no se volvió a tener noticia de él. Para Jean-Michel Maulpoix, “sus baladas, sus quejas, sus epitafios, nos recuerdan los acentos elegíacos más profundos”. 

 

 

 

 

 

La balada de los colgados

 

Hermanos hombres, que viviréis más tarde,
no tengáis con nosotros los corazones duros,
si por nosotros, pobres, piedad podéis tener,
Dios os pagará pronto por vuestras mercedes.
De cinco a seis colgados nos contempláis aquí.
Aquellas carnes que demasiado alimentamos,
ya fueron devoradas, podridas, y nosotros,
los huesos, nos hemos convertido en cenizas y polvo.
De nuestro mal que nadie atrévase a mofarse;
pero rogad a Dios que a todos nos absuelva.

 

Si os llamamos hermanos, no debéis desdeñarnos
pues fuimos condenados a muerte por obra
de la justicia. Sin embargo, como ya saben
que no todos los hombres gozan de buen juicio,
pedimos intercedan, puesto que hemos partido,
ante Jesucristo, Hijo de la Virgen María;
y no cese su gracia de brillar en nosotros

y quiera preservarnos del rayo del infierno.
Si ya estamos muertos, que nadie nos moleste;
pero rogad a Dios que a todos nos absuelva.

 

La lluvia nos tiene lavados y mondados,
y el sol nos ha secado y nos ha renegrido:
las urracas y cuervos nos cavaron los ojos
y arrancaron los pelos de las barbas y cejas.
Nunca, en ningún momento, conseguimos sentarnos;
y de aquí para allá, según el viento varía,
nos lleva y nos trae, según sea su gusto,
más picados por pájaros que dedal de costura.
No pertenezcáis nunca a nuestra cofradía;
pero rogad a Dios que nos absuelva a todos.

 

Oh Príncipe Jesús, tú, para quien todos reinas,
cuida de que el infierno no nos enseñoree,
no hay nada que hacer en él, ni cuenta que saldarle.
Hombres: de ningún modo se trata de un escarnio;
pero rogad a Dios que nos absuelva a todos.

 

 

 

 

 

Ballade des pendus

Frères humains, qui après nous vivez,
N’ayez les coeurs contre nous endurcis,
Car, si pitié de nous pauvres avez,
Dieu en aura plus tôt de vous mercis.
Vous nous voyez ci attachés, cinq, six :
Quant à la chair, que trop avons nourrie,
Elle est piéça dévorée et pourrie,
Et nous, les os, devenons cendre et poudre.
De notre mal personne ne s’en rie ;
Mais priez Dieu que tous nous veuille absoudre !

Se frères vous clamons, pas n’en devez
Avoir dédain, quoique fûmes occis
Par justice. Toutefois, vous savez
Que tous hommes n’ont pas bon sens rassis.
Excusez-nous, puisque sommes transis,
Envers le fils de la Vierge Marie,
Que sa grâce ne soit pour nous tarie,
Nous préservant de l’infernale foudre.
Nous sommes morts, âme ne nous harie,
Mais priez Dieu que tous nous veuille absoudre !

La pluie nous a débués et lavés,
Et le soleil desséchés et noircis.
Pies, corbeaux nous ont les yeux cavés,
Et arraché la barbe et les sourcils.
Jamais nul temps nous ne sommes assis
Puis çà, puis là, comme le vent varie,
A son plaisir sans cesser nous charrie,
Plus becquetés d’oiseaux que dés à coudre.
Ne soyez donc de notre confrérie ;
Mais priez Dieu que tous nous veuille absoudre !

Prince Jésus, qui sur tous a maistrie,
Garde qu’Enfer n’ait de nous seigneurie :
A lui n’ayons que faire ne que soudre.
Hommes, ici n’a point de moquerie ;
Mais priez Dieu que tous nous veuille absoudre !

 

 

 

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