Presentamos, en una nueva entrega de Apuntes para una literatura ancilar, serie que coordina Mario Bojórquez, un ensayo sobre el viento como mito fundacional de la existencia en varias tradiciones. Este tema es la fuente mítica del poema “Preciosa y el aire” de Federico García Lorca, que se añade al final del ensayo.
La rosa de los vientos
I
En el principio Eurínome danzaba sobre las aguas, mientras el viento norte, el Bóreas, la espiaba; convertido en la serpiente Ofión la penetró y el mundo fue creado. Éste era el primer misterio revelado a los cabiros en Samotracia; la sacerdotisa que representaba los misterios danzaba de un modo tan excitante que los iniciados temblaban de miedo y de deseo; tomando al viento entre sus manos creaba a la serpiente sagrada y de Ofión engendraba el huevo de plata de donde salieron todas las cosas del mundo.
Los vientos son muy antiguos, en algunas tradiciones son anteriores a los dioses, en otras están supeditados al mandato de su guardián Eolo; residen en los acantilados de las islas Eolias, donde con una lanza Eolo raja la tierra liberándolos para que vayan a servir favorablemente a algún dios. Esto lo mandó Zeus, con disgusto de Poseidón, pues él dice ser el que manda sobre las aguas del mar y sobre sus vientos, Zeus quería estar seguro de que los vientos no desencadenaran desgracias y era mejor que el viejo Eolo los guardara; el diligente guardián sólo los liberaba uno por uno y los domeñaba cerrando el agujero que había hecho con la lanza. Cuenta Homero que al mismo Odiseo le otorgó un odre con los vientos guardados por un hilo de plata, sólo había dejado libre al suave viento del oeste para que lo llevara hasta su isla Ítaca, vencido por la fatiga y ya con las humaredas de las chimeneas de su tierra a la vista, dormido no pudo impedir que sus hombres abrieran el odre creyéndolo vino y sueltos los vientos lo regresaron hasta Eolo de nuevo, quien se negó rotundamente a apoyar a un hombre cuyo destino no favorecían los dioses y le sugirió usar los remos.
Otra tradición los hace hijos del Titán Astreo y de la aurora de rosáceos dedos Eos, sus nombres son, en una primera instancia, Bóreas, Noto, Euro y Zephyros, que corresponden a los cuatro puntos cardinales; otros supuestos hermanos son Apeliotes que se confunde con el Euro, también están Libis, Esciron y Cecias, sus nombres corresponden en la mitología romana con Argestes, Volturno también llamado Áfrico o Ábrego, el Circius y por último el Aquilón.
El del norte es el más conocido, pues participa en muchas historias míticas incluyendo, como dijimos arriba, la de la creación del mundo; es famoso por raptar doncellas: la ninfa Europa desiste de llamarlo para salvarla del Zeus-toro porque piensa que entonces él también habrá de raptarla, como nos recuerda Calasso en Las bodas de Cadmo y Harmonía; ya antes había raptado a Oritía, hija del rey Erecteo de Atenas, a quien, envuelto en una niebla oscura, cerca del río Egines, violó. También se dice que persiguió a Cloris, aunque Virgilio más bien refiere a su hermano Zephyros y disputó al cornudo Pan la ninfa Pitis, después transformada en pino y coronando la cabeza del dios poeta; con su propia hija Quione engendró a los hiperbóreos, que es un pueblo tan distante al norte que ya nadie sabe exactamente su ubicación, la región de Escitia podría ser la antigua Hiperbórea, es decir, lo que hoy conocemos como Rusia, sin embargo la tradición habla de un lugar lejano al que no se puede llegar fácilmente: “Somos los hiperbóreos ni por mar ni por tierra ni por aire, llegarás al país de los eternos hielos”, consigna Píndaro en sus Odas Triunfales y sirve este mismo verso para abrir El Anticristo de Nietzsche. Tracia es la región donde reside el viento del norte, que podemos identificar hoy en día con Bulgaria y más propiamente en las islas Gláfiras del lago Trasimeno. Los marinos también lo conocen como Tramontana. Se le representa con alas, según la Torre de los Vientos y con un caracol en la mano con el cual dispensa el viento frío, fue padre de los alados argonautas Zetes y Calais, quienes fueron transformados en vientos y también dice el poeta Robert Graves que fecundó a las doce yeguas de Erictonio, esta tradición establece que las yeguas, especialmente las españolas, y algunas mujeres pueden concebir del viento.
El Notus es el cálido viento del sur, también llamado Auster o Austro, es el que provoca las lluvias y por eso lleva en su brazos una ánfora cargada de agua; aunque más joven que Bóreas, su poder es grande también, pues a él se deben muchas de las tempestades inesperadas, por eso se le conoce como el “destructor de cosechas”. Los catalanes le llaman migjorn o mediodía.
El Euro es el viento del este, otro de sus nombres es Kayson, sopla desde el desierto y sirve para establecer otros tantos pequeños vientos como el euro-boros, el euro-aster, el euro-notus y el euro-circus, se le representa como a un anciano que se cubre de la lluvia con su túnica: es el famoso Levante.
El Zephyros o viento del oeste es el que suavemente hincha las velas de los navíos, es el Thalassos del poniente, la liviana Galerna que impulsa en popa la buena navegación, los romanos le llamaron Favonio y ejercía poder sobre las flores y las plantas, cuando raptó a la bella Cloris le encargó cuidar de las flores mientras él soplaba el viento favorable, como decía Homero; la nombró diosa de los jardines y de la primavera y le llamó Flora. Fue padre de Xanto y de Balio, los famosos caballos inmortales que celebra nuestro querido poeta Cavafis, los cuales desconsolados ante Aquiles lloran la muerte de Patroclo.
El Apeliotes o Argestes es el que trae los frutos del otoño, se le vincula con el trigo y es en general muy favorable, se le representa cargando en su túnica diversas frutas, se dice que vive muy cerca del sol y que conduce sus rayos sobre la tierra, por esta razón también se le conoce como el dios de los vientos cruzados. Los marineros lo identifican con el viento Gregal.
El Libis, Lips o Líbico es también el Siroco o Áfrico corre desde el sudoeste para impulsar a los buques en su entrada a puerto, en ese momento se le llama Lebeche o Garbí, se le representa con la mano sobre el timón y dirigiendo la navegación del mismo modo que Palinuro. Otros de sus nombres son Vulturnus o Ábrego.
El Skiron es el Mistral, viento frío y seco que se asocia con el principio del invierno, a veces se le representa como a un viejo que porta una vasija de bronce de donde esparce ardiente ceniza, sopla desde el noroeste y los romanos le llamaron Circius, nosotros ya lo conocemos como Cierzo.
El Cecias es el que llamamos Aquilón, se le representa como al guerrero que escurre el hielo de su escudo o Kaikias, lanza granizo a su paso y es el viento alto donde viajan las águilas.
Existen otras tradiciones; por ejemplo, la de llamar con nombres de diosas y ninfas a los vientos; las Auras griegas, que eran ninfas aéreas, ponen nombre a las auras, que son vientos suaves del mar húmedo; Galena es una nereida que da nombre al viento apacible Galenos o Galerna; los vientos calientes toman nombre de áfrico, por aquel viento caliente del sur, también llamado austral y entre los marinos levante o migjorn o solano, éste era llamado así por la Diosa África; el Líbico o Lips nos viene de la diosa Libia, es decir, es el viento que sopla del desierto; el viento del verano se llama Aestas por la diosa del mismo nombre, Virgilio le llamaba Canis Aestifer o canícula del estío abrasador; el Skiron corresponde a Atenea Esciras o Skiras; el Berecinto, a Cibeles Berecintia; la diosa Até dio nombre al Atabulus; Core, hija doncella de Démeter que será raptada posteriormente por Hades y llevará el nombre de Perséfone en los infiernos, da nombre al viento Coro o Caurus o Cauro; el Euro nos vendría por la ninfa raptada por Zeus, Europa; el viento furioso se llama así por las benevolentes, las piadosas, también lo identificamos como huracanado; la princesa Hele da nombre al viento helespóntico, el que cruza el mar; Briseida da nombre a las brisas.
II
En el principio, dicen los alumnos de Orfeo, la Diosa de todas las cosas, con el nombre sagrado de Noche, fue cortejada por el Viento y puso el huevo de plata en el seno de la Oscuridad, ahí Fanes o Eros empolló al mundo y todas las cosas. Homero modernizó estos mitos, él decía que fue Tetis la diosa del mar la que, cortejada por Océano, dio a luz a los dioses y a las criaturas vivientes; Tetis al igual que Eurínome es diosa de las aguas, y el océano es la serpiente que circunda al mundo, el ouroboros llamado.
El pensamiento mágico de los pueblos establece modelos de comprensión del mundo: la suerte o lo impredecible, que es un elemento favorable o desfavorable para cualquier empresa y, lo insólito o incomprensible, que permite acercarse a los fenómenos sin temor, o bien, desde el terror vencer a la naturaleza; son éstos, la suerte y lo insólito, los primeros motores del conocimiento humano, cuenta Sir James George Frazer que muchos pueblos indígenas llegan a conclusiones sobre los misterios del mundo a través de la suerte, así mecánicamente nos detenemos en nuestra marcha y damos algunos pasos hacia atrás para recuperar un pensamiento perdido, el hombre de la tribu regresa al peñasco donde comiendo pescado una mañana escuchó soplar al viento que traía la lluvia, o sopla en el caracol el viento del mar que ha escuchado tantas veces ahí o toma el látigo y calma el viento tempestuoso injuriándolo y sometiéndolo con amenazas. La tradición nos cuenta que las brujas dominan los vientos, pues en sus escobas viajan hasta lugares muy lejanos, todavía se conserva este conjuro escocés: la bruja toma un trapo mojado y lo golpea contra una piedra tres veces diciendo: “Golpeo este trapo contra esta piedra/ para levantar el viento en nombre del diablo/ no calmará hasta que yo quiera”. Los hechiceros de Finlandia tenían el poder de aplacar los vientos y los vendían en los puertos amarrados en tres nudos, al deshacer el primer nudo un viento suave soplaba hinchando las velas, si desanudabas el segundo un buen ventarrón se soltaba sobre tu embarcación y habrías de cuidar de no soltar el último pues podrías provocar el temido huracán. En muchos pueblos apenas se levanta un torbellino, corren a atacarlo con espadas y gritos, se dice que sólo así el demonio del viento puede ser dominado. Entre los sinaloas, se provoca al viento del diablo, gritándole “¡Lencho, Lencho!” hasta que empieza a soplar fuerte y los niños corren a sus casas. Entre los mexicas el dios Ehécatl-Quetzalcóatl portaba un pico de ave con que producía el sonido del viento y anunciaba la llegada de la lluvia, la cual era atributo del dios Tláloc.
III
En el principio, dicen las Escrituras, el Espíritu vagaba sobre las aguas y dijo que la luz se haga y así fue el primer día de la creación, recordemos que el Espíritu es un paloma, del mismo modo Eurínome danzó sobre las aguas y uno de sus nombres era Iahu (paloma eminente), por otro lado los filólogos emparentan el nombre de la diosa con el de Iahvé. Las palomas sólo pueden vagar en el viento, la gramática histórica siempre nos remite a las mismas fuentes.
La historia, la literatura y todos los ámbitos del pensamiento humano guardan en su acervo muchísimos momentos donde el viento participa de modo protagónico, desde la hazaña “venturosa” de Empédocles en su natal Agrigento que le valió el mote de “protector de los vientos”, hasta la del Quijote azorado ante los gigantes temibles que el sabio Frestón maliciosamente le habría trocado en molinos de viento; desde el fidelísimo amor del gran dios Pan, que en los labios reposa las cañas de su perdida Siringa, volviendo al soplo del viento música que es poesía, hasta la empeñosa Scarlet O’hara abandonada por Rhett Butler en el camino a Tara en Lo que el viento se llevó. El imaginario popular ha inventado palabras, frases y usos que refieren a este fenómeno que el diccionario sólo consigna como “aire en movimiento”: “le hizo lo que el viento a Juárez”, para comentar que ni siquiera lo despeinó, “Viento del este lluvia como peste” y “Por las nubes cola de gato, viento va a darnos un mal rato” que refieren a los cambios climatológicos, “le dio la ventolera” por decir que alguien ha cambiado en sus costumbres ordinarias.
La palabra viento se utiliza casi sin cambio en muchas lenguas romances, en rumano se dice vînt, en sardo bento, en provençal ventz, en catalán y francés vent, en portugués vento, en latín será finalmente ventus, su raíz sánscrita es vâtas; llama la atención que nuestra palabra ventana no tenga en ninguna lengua romance el uso que nosotros le damos, la familia de esa palabra será del latín fenestra, que tiene su correspondiente en el finestra italiano, en el fenêtre francés o el finestrón catalán, al parecer la raíz sánscrita de estas palabras es bhan o phan que refieren a luz o luminosidad, de ahí se entiende que la ventana española fue usada para que entrara el viento dentro de las casas, mientras que en estos otros lugares se usó para que entrara la luz; un misterio mayor representa la palabra janela del portugués, pues la encontramos en la jarcha número catorce que dice: kfra mma(h)/miu alhbib astad iana(h) y que se ha transcrito: que farei mama? Meu habib est ad jana (“qué haré mamá, mi amado está a la puerta”) de donde puerta es del latín iana y que refiere al patrón de las puertas y pasajes el dios Jano, el de las dos caras, de ahí también que Janeiro sea la puerta del año nuevo, por tanto, la janela portuguesa será una puerta pequeña, una puertecilla. Es muy raro que en el inglés tengamos la palabra exacta: window.
Las palabras vinculadas al viento siempre son poéticas, pueden sugerir misterios y luminosidades, abandonemos esta aproximación resonando en los oídos su música: lemosín, terral, embat, simún, aracati, samiel, minuano, sotavento, virazón, meltemi, garbí, alisio, seny, rauxa, barlovento, xaloc…
Mario Bojórquez
Preciosa y el aire
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.
*
Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.
Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.
*
Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.
Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.
¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.
*
Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.
Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.
El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.
Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde.