Poesía mexicana: Rolando Rosas Galicia

Leemos a Rolando Rosas Galicia (San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, 1954). En 2014, el Fondo Editorial del Estado de México publicó Víbora de dos cabezas, del que recuperamos dos poemas. A finales de los años setenta, asistió a los talleres de Juan Bañuelos y Carlos Illescas. Su poesía destaca por la violencia fónica. Quizá por ello, Arturo Trejo Villafuerte escribió que Rolando Rosas Galicia “nos muestra las vísceras, el desgarramiento profundo del hombre en su mente, sentidos y cuerpo, para cobrar cotidianidad y volverse recipiente de poesía”.

 

 

 

 

 

Cuando te fuiste, Padre, “el Quebranta”
trajo otra vez mi infancia
con sus calles penumbrosas de Atlapulco
Volví a ser el huérfano, el que tú adoptaste
y aún camina con una astilla en la ingle
El niño a quien mis hijos levantan en vano
El cuerpo cuya pierna izquierda
se la come la polio y la compasión de los parientes
Esa carne informe a la que madre grita que no se muera
Y todo es un borroso doce de marzo
Aunque cuando mira los cabellos hirsutos en su puño
no sepa de quién es el berrido.

 

 

 

 

 

 

Somos espejos que se reconocen
Un cuerpo abierto en dos historias semejantes
Un sueño que se encuentra en el sueño del otro
Un solo de amor donde el animal come de malayerba 
Damos vueltas. Creamos el círculo con nuestras vidas
aunque se escuche la rasgadura o el latido del badajo
en lao quedad. En la memoria perpetuamos la infancia
Amasamos la carne
¿Somos algo cuando el espejo nos escupe?
Y aunque no reconocemos al que mira
le ofrecemos los frutos curtidos al sol
Y la sombra fluye y va en ese río donde uno es pez
y corriente en una sola agua

 

 

 

 

 

 

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