Poesía nicaragüense: Andrés Moreira

Andrés Moreira (Nicaragua, 1991) ha publicado su primer poemario, La suma de los daños. Es poeta y editor. Hizo estudios de Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN). Además participó en el curso “Literatura y Memoria: Chile a 45 años del golpe militar” en la Universidad de Costa Rica (UCR) y en el congreso “XVIII Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana de Estudiantes” en la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA). Algunos de sus poemas han sido traducidos al italiano y al inglés, y fueron publicados en la revista digital del Centro Cultural Tina Modotti y en la página web de Casasola Editores, respectivamente. Ha colaborado en revistas internacionales como Central American Literary Review (Nicaragua), Círculo de poesía (México), Revista Antagónica (Costa Rica), Letralia (Venezuela), La ZëBra (El Salvador) y Revista Ágrafos, de la que es miembro del consejo editorial. Proponemos la lectura de un par de poemas de La suma de los daños

 

 

 

 

 

Fernando

 

Andrés
Tu piedra es mi esperanza
Fernando Gordillo

Fernando,
mi piedra nunca fue esperanza de nadie.
Ha pasado casi medio siglo y ya ves,
Siempre lo mismo.
Pudo más el dólar que la sangre.
Toda la tierra, Fernando.
Desde Alaska hasta la Patagonia
desde esta esquina hasta las otras esquinas.
No tienen lágrimas para llorar ninguna patria.
Ya no hay piedras sino balas.
¡Dispará!
A casi medio siglo de distancia, el enemigo, es el mismo:
nosotros.

 

 

 

 

 

El oficio de creer

Por el aliento de Dios perecen,
y por la explosión de su ira son
consumidos.
Job 4:9

 

Señores, he decidido no renacer
y no vivir eternamente
(la vida eterna es absurda y renacer, egoísta)
también decidí caminar
sin miedo por estos picos
donde abrí los ojos
la tarde del suicidio del nazareno
¿y en qué va a creer este hijo de hombre?
-Se preguntarán molestos-
“Pobre, ha perdido la fe”
-murmurarán compungidos –
creo en la sonrisa de un niño cadavérico
creo en el llanto de un árbol
creo en la degradación
de los cuerpos por benévolos gusanos.
Pero no creo en su dios,
ese que ama con ira, y amándolos, se iracunda
-les responderé-.

 

 

 

 

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