Leemos un poema de Audomaro Hidalgo (Villahermosa, 1983). En 2016 publicó Pequeña historia de la destrucción (Valparaíso México / Círculo de Poesía). Ha recibido distinciones como el Premio Nacional de Poesía Juana de Asbaje en 2010 y el Premio Tabasco de Poesía José Carlos Becerra en 2013. Actualmente vive en Francia.
Túmulo de la rosa
El viento por las calles
barre mi sombra, la sombra de mis pasos barre,
los últimos escombros de la noche.
Lo que escribo lo dicta el viento,
como a un montón de polvo lo deshace.
Es 21 de marzo.
Nuestro siglo por fin ha comenzado,
abre las puertas, exhibe sus canastas
repletas de cadáveres, coronados de escarcha
los blancos pastizales amarillos
serán mañana sementeras, surcos
por los granos del sol repletos.
Unas gaviotas gritan en los techos,
pasan los continentes de las nubes,
pesados bloques sin materia.
Si je ne vais pas à Barcelone
j´irai en enfer, dijiste
mientras te preparabas una copa
envuelta con las sábanas
verdes en la cocina.
Las ciudades del mundo se han vaciado,
la tierra y las piedras respiran,
fluyen en libertad los elementos.
¿Adónde se fue el hombre?
Debemos escuchar de nuevo
el latido del cosmos
-La Nature est un temple..,
el brote del principio,
reestablecer el orden del alfabeto,
el eje torcido del planeta.
Estar más cerca de uno,
sin dejar de tender la mano.
Yo existo porque tú me escuchas,
tu presencia es espejo,
lo que ignoro de mí
tú lo revelas, con mis sensaciones
te enlazo, te descubro
las imágenes de mi pensamiento.
Es el tiempo primero,
el origen, lo originario
lo que hemos ignorado,
la eclosión de una voz presente;
como dos ríos paralelos
crecen las uñas de los muertos,
avanzan las raíces en creciente;
en el sur el manto del sol
limpia y envuelve cada día
la tumba de mi padre,
el trabajo del árido gusano
sobre los huesos y las flores
depositadas por mi madre.
Como el cantor azteca
de frente al sol final de su aventura,
yo deseo tener un rostro,
una existencia verdadera, mía,
labrada con palabras y desvelos
y caídas y transfiguraciones.
Nadie debe saquearnos nuestra muerte,
debemos defenderla y alimentarla,
por ella el hombre es hombre,
un engranaje rítmico,
una palpitación de sangre
ligada al universo,
y a los hombres.
Afuera el viento, por la ciudad errando,
es el mar traducido por los árboles,
mientras bajo la tierra se abre
el fuego diminuto de las semillas,
y el agua se desata de los montes.
Escribir un poema significa
cruzar de noche un puente
-Nadar sabe mi llama el agua fría
sin saber lo que hay del otro lado.
Sinon, je pourrais prendre un bateau,
Tu sais ? Je suis toujours en voyage,
dijiste con tu acento de normanda.
Tú y yo conocemos
la morada del escorpión oscuro,
las raíces del fuego;
hemos atravesado
la región sin laguna de la noche,
túmulo de la rosa.
-La fleur qui plaisait tant à mon cœur…
Yo escucho al fondo de tu cuerpo
una dicha de pájaros,
el rumor del verano que palpita
bajo la primavera,
un acuerdo de nuevas libertades.
Le Havre, 21 de Marzo 2020