En esta nueva entrega de Apuntes para una literatura ancilar, presentamos la crónica de Mario Bojórquez en su viaje a La Isabela, primera ciudad fundada por Cristóbal Colón en 1493 al norte de lo que hoy es República Dominicana.
La Isabela: Primera ciudad fundada por Cristóbal Colón
Hace algunos años visité la primera ciudad española en América, se trata de La Isabela, fundada por el almirante Cristóbal Colón en 1493 al norte de lo que hoy es República Dominicana. Un año antes, en lo que hoy es Haití, Colón había fundado el Fuerte de Navidad y había dejado resguardo de 40 hombres mientras iba y volvía a España por refuerzos, al regresar descubre que el fuerte fue arrasado por los indios Taínos y todos sus hombres muertos. Este terrible signo lo alienta a buscar un nuevo lugar y llega a la desembocadura de un río que nombra Bajabonico, junto a este río en una ensenada funda La Isabela.
Llegar ahí fue arduo, primero un transporte desde Santiago de los Caballeros que te llevaba hasta un pueblo que se llamaba así, La Isabela, pero que no era sino el asentamiento moderno de aquella mítica ciudad que quedaba a varios kilómetros de ahí cruzando el río Bajabonico, pregunté cuál era el mejor transporte para llegar allá, en moto me dijeron, subí a la motocicleta que, por caminos de terracería y entre sembradíos me dejaba la sensación general de sentirme verdaderamente lejos de la civilización, me llevó a orillas del río. “Y ahora que hacemos”, pregunté, cruzaremos el río en estas canoas, así que personas y motocicleta subimos a unas improvisadas canoas con envases de plástico en los bordes que funcionaban como flotadores, y bueno, pude ver el Bajabonico que el propio Colón bautizó con ese nombre. El hombre de la motocicleta me dejó a la puerta del museo y me recomendó tomar desde ahí transporte por Puerto Plata que era una ciudad grande con muchas opciones de transporte hacia Santiago de los Caballeros.
Las ruinas están abatidas hasta los cimientos. De la casa del Almirante quedan unos muros que se levantan 60 centímetros del suelo y que son resguardados por una palapa que cubre todo el recinto, el extremo de la casa llega a la orilla del mar sobre un pequeño barranco, yo había leído que Puerto Plata se llamaba así porque desde la casa de Colón se abría una estela en la superficie del mar que terminaba en Puerto Plata, la apariencia plateada de esa estela se confirmaba en el extremo de esas ruinas. Me fumé varios cigarros ahí y pensé en ese hombre italiano que vivía en Lisboa haciendo mapas y soñando con tierras más allá de las Islas Azores, pensé en su idioma que era una mezcla de todos los romances de la época y que don Ramón Menéndez Pidal había estudiado desde los autógrafos conservados, “Solo al final, deseando Colón hablar de su decubrimiento de la isla de Haiti o Española, decide poner una nota italiana, y le resulta un italiano que sin querer, a cado paso, se va al español : « del ambra es cierto nascere in India soto tierra, he yo ne ho fato cauare in molti monti in la isola de Feyti vel de Ofir vel de Cipango, a la quale habio posto nome Spagnola ; y ne o trouato pieça grande como el capo, ma no tota chiara, salvo de chiaro y parda, y otra negra; y vene asay »”; pensé que esa ciudad de la ruina apenas habría sobrevivido unos cuantos años desde su fundación y que sería cambiada por Santo Domingo en el Sur de la Isla y que aún sobrevive, para 1496 el hermano del almirante, Bartolomé Colón, fundó Santo Domingo junto al río Ozama.
Pensé que todo cuanto somos ahora tenía que ver con ese lugar donde yo me fumaba un cigarro mientras veía la estela argentina que terminaba en Puerto Plata.
Fotos Mario Bojórquez:
Situación de La Isabela: