Presentamos una reseña de Lusdary Martínez Castillo (Barranquilla, 1997) sobre Papi de Rita Indiana (Santo Domingo, 1976). Narradora, compositora y cantante dominicana. Ha escrito varios libros como Papi (2005), Nombres y animales (2013), La mucama de Omicunlé (2015), Hecho en Saturno (2018), entre otros. Lusdary Martínez Castillo es estudiante de Licenciatura de Humanidades y Lengua Castellana en la Universidad del Atlántico. Ha participado en recitales de poesía y en publicaciones de cuentos y poemas en su ciudad de origen. Su línea de investigación en literatura hace parte de los estudios sobre el Caribe y la crítica literaria.
Esta colaboración fue seleccionada en la Convocatoria 2020.
Papi de Rita Indiana: una dialéctica de la espera
Papi (2005) es una novela escrita por la dominicana Rita Indiana (1976), la autora es una de las voces más importantes y actuales de la literatura caribeña contemporánea. Su obra navega por el performance y explora las narrativas de la escritura y la música. La muerte de su padre en el Bronx constituye para Rita la consolidación de Papi. Aquí el carácter autobiográfico le brinda un sentido emocional y funcional a la historia: “La muerte de mi padre, asesinado en el Bronx cuando yo tenía 12 años, fue determinante. Es el evento que necesita ser abordado. El texto es a veces la sepultura que se le da a un cuerpo que apesta”, menciona Rita Indiana en entrevista con el periódico El Tiempo de Colombia.
Papi cuenta entonces la historia de una niña que aguarda por su padre para ir a la playa pero éste nunca llega, por eso la narración se convierte de una dialéctica de la espera. Una inmersión hacia la mente de una niña de ocho años y el andar de un padre mafioso, todopoderoso, omnipresente y casi fantasmal. Con una inocencia violenta marcada fuertemente por el abandono, la voz tropical de la niña nos lleva por senderos turbulentos de un imaginario caribe oscuro que apunta hacia una vida llena de excesos y de huidas.
La figura de la niña condena pero al mismo tiempo exalta la figura de papi a través de una relación singular resumida en episodios de encuentros y desencuentros, de fantasías y horrores. La oscilación permanente en que la niña vive se evidencia entre un mundo puramente material y afectivamente carente que la obliga muchas veces a abandonar la fortuna de la inocencia. A propósito de esto Juan Duchesne-Winter en su artículo “Papi, la profecía. Espectáculo e interrupción en Rita Indiana Hernández” escribe:
“Papi es la irrealidad del patriarca, la imagen del patriarca separada de su génesis tradicional y diseminada en la fantasía espectacular de la sociedad consumista, es la divinidad demasiado real, y por tanto irreal, que absorbe y disuelve la ilusión de Dios Padre. La religión del padre al revés”.
Y es ese mismo consumismo tan operante en Papi el que evidencia el desenfreno por esas prácticas sociales que van desde los lujos extremos hasta el desperdicio exagerado de dinero. Un consumismo desbordante que, en la mayoría de los casos, conduce hasta la obsesión y la muerte. La descripción del espacio y el tiempo en la narración son gobernados por la pobreza, los crímenes y el contrabando que como afirma Duchesne-Winter: “rige como mera aglutinación imaginaria sobre la sociedad-familia legitimable sólo en su dependencia consumista”.
En Papi, la novela, las imágenes saltan en cada barrio de una Latinoamérica fragmentada donde los sucesos, los vicios y las atrocidades vuelan a toda velocidad desde varias perspectivas. Aquí, Rita Indiana, nos habla sobre la imagen de un padre anónimo designado bajo el sustantivo de “papi”. Una apelación diminutiva que puede llegar a ser una crítica de la estructura patriarcal tan marcada en la obra. “Esta inversión minusculizante de la mayúscula divina y patriarcal designa la desacralización propia de la sociedad espectacular moderna. La p minúscula, sumada al diminutivo papi, emasculan claramente a la gran P patriarcal”. Sin embargo, a pesar de esta apelación, la figura de papi adquiere vitalidad porque recrea el papel de ese hombre que es deseado y buscado por todos: el macho que usa autos nuevos y caros una vez al mes, que tiene muchas novias e hijos regados en cada rincón donde su estatus de poder llegue. Esta representación del “macho” se convierte en el eje articulador del relato de la niña y sobrelleva la tensión dramática de un personaje de pleno poder adquisitivo, “mesías del consumo”, como lo dice Juan Duchesne-Winter. Sin duda, es el arquetipo de la figura del macho latinoamericano que fomenta los usos del capitalismo extremo y promueve símbolos sociales basados en la acumulación y la carencia de identidad propia.
Es importante mencionar que la figura de papi es comparada con Jason, un personaje icónico del cine de horror americano. Esta comparación, que no es casualidad, llega a ser una suerte de glorificación de superhéroes con una fuerza casi indestructible. El hecho de que Jason sea un personaje de ficción bautiza a papi como un ente fantasmagórico que solo aparece en ocasiones e irrumpe la realidad. También pone en evidencia la estética cruel y perversa de la obra, la cual desemboca en una infancia perdida.
“Papi es como Jason, el de Viernes trece. O como Freddy Krueger. Más como Jason que como Freddy Krueger. Cuando uno menos lo espera se aparece. Yo a veces hasta oigo la musiquita de terror y me pongo contenta porque sé que puede ser él (…). Pero en lo que más se parece papi a Jason no es en que se aparece cuando una menos lo espera, sino en que vuelve siempre. Aunque lo maten”.
La descomposición, como lo afirma Juan Duchesne-Winter, marca fuertemente episodios en que la brutalidad y el horror se instauran en la espera monstruosa y desesperada de una niña por su padre. En momentos, esa niña ensimismada, arbitraria y compulsiva se transforma en una caricatura del patriarcado que baila en una danza eterna donde pobres y ricos terminan con los dientes en el suelo:
“No te desesperes, es lo único que mami puede decirme. Y yo imagino (ya estoy completamente ciega) cómo mis juguetes se me están poniendo viejos. Cómo la hiedra y el musgo trepan por las paredes de mi fuerte Playmobil. Y sigo esperando.”
Es entonces en esta espera donde “la sociedad del espectáculo” condiciona los discursos identitarios y la gente pasa a reconocerse como una mercancía más que depende de un estado disfuncional, pseudo-paternal y patriarcal: “El estado colonial posmoderno, si bien nunca completó la función paternal del estado proveedor y protector, es decir, del estado paternal, ahora ni siquiera simula realizarla. Del estado patriarcal se pasa ahora al estado-papi, fundado en la alegoría de la espera infinita por bienes fantasmales”.
La narrativa de Rita Indiana desafía la representación de la popular infancia que se entiende, en la mayoría de los casos, como un lugar sagrado y a su vez rompen con ese imaginario poético que exotiza al Caribe desde lo común y asalta con un discurso que transgrede en lo “underground” con la intención de escribir un análisis frente a aquello que nunca se nombra.
Bibliografía
DUCHESNE-WINTER, Juan, «Papi, la profecía. Espectáculo e interrupción en Rita Indiana Hernández», Revista de Critica Latinoamericana (2008)
EL TIEMPO (Colombia), «Rita Indiana, una escritora con ‘paranoia’ fantástica del Caribe» (entrevista con Carolina Venegas) (2015) http://www.eltiempo.com/entretenimiento/musica-y-libros/feria-del-libro-entrevista-a-laescritora-rita-indiana/15671317
DE SARLO, Giulia, «Desde dentro, desde fuera: transculturación lingüística y enfrentamiento con la historia en la narrativa de Junot Diaz y Rita Indiana Hernández», (2014)