Leemos poesía mexicana. Leemos a Citlali Guerrero (Cópala, 1971). Ha publicado, entre otros libros, Llorando el naufragio, Los pantanos son algo verde como el deseo, Mutaciones Nosotros, Todas las horas alumbran y La vida es crónica.
Indiferente
618 A.C.
La dinastía Tang
El amor es un fantasma que transforma
Cuando la emperatriz WuZetian usurpó el trono de Zhou, hizo el amor toda la noche con los espejos de sombras que en ese instante atravesaron el río Amarillo.
Indiferente ante esa noche, que no tiene tiempo ni espacio, miraba desde el fondo de mi infancia, cómo el cielo se partía en dos.
Y no sé gritar.
La simultaneidad de los instantes es una fantasía inventada por Bergson. El punto móvil es una tendencia fértil en ilusiones. Termina como un violín entre las piernas.
Esa noche, la ciudad más poblada del mundo no pudo redimir mi llanto.
¿A qué viene tanta indiferencia?
Todos hemos aceptado el mandato de los cielos.
En diez tiempos los leones del sur se vuelven hilos, brazos de un cuerpo que se agota. WuZetian no supo jamás que desde mi cuerpo la miraba. Un petirrojo llegó por la mañana, le besó el pecho, tomó de sus lágrimas y atravesó el río Amarillo hasta llegar al río Shinano, donde Banana Yoshimoto describe la luz que todos llevamos dentro. La fuerza interna de los ríos que mueve mil noches, mil insomnios, mil ojos, jamás ha de cruzar el mismo instante.
Indiferentes somos aunque sean las mismas lágrimas.
Es un hospital de pájaros
1456
La batalla de san Romano
La voz de un petirrojo
En 1456 Juan de Luna y Pimentel, noble castellano vivía en casa de La luna, azorado por el viento cálido de su cobardía.
Murió en declive, justo el día en que Paolo Uccello terminó los frescos de la Batalla de san Romano. Intervención decisiva al lado de los florentinos.
De esta imagen no conservo ningún recuerdo. Mientras hablo podría cruzar la voz de un petirrojo y dormir entre dragones de infinita luz.
En su lugar, entro al hospital de pájaros y un aleteo remueve el caos.
La vida imaginaria de las aves es un resplandor tocado por los ángeles.
Aparecen más cadáveres que pájaros en los campos de batallas.
El ave sestea, se topa con un ángel herido.
Es un caballo blanco plantado en una superficie gris, contiene pequeños huecos que simulan agujeros negros. En el fondo, nebulosos hombres caen al pie de árboles marchitos.
La velocidad del tiempo es energía condensada.
A pesar de que Paolo Uccello era un gran aficionado de las aves, en sus frescos abundan los caballos. Nada es extraño, también hay hospitales para hombres que saben emprender el vuelo.
Las piedras nunca sueñan con diamantes
2 500 000-10 000 a.c-1871
Paleolítico en tres sueños
Los diamantes son de África
Una piedra antigua es una piedra soñada.
Es una línea continua que todos los días atraviesa la brevedad mítica de la palabra.
Me detengo en el sueño plano de un hombre paleolítico, su cuerpo se divide en cuatro tiempos simultáneos, la edad de sus ojos es más antigua que la edad media de sus manos.
Atraviesa un valle de nieve acumulada y cuatro glaciaciones con nombre propio han cambiado mil veces de lugar, antes y después del alba.
El hielo tiene la memoria de los pájaros, regresa al rastro que deja como si volviera el infinito.
Mis ojos nómadas y trashumantes observan el primer artefacto de canto tallado. Una tableta de piedra puede cortar el más antiguo de los sueños, la superficie natural que la sostiene ha cambiado de piel cuando la nieve.
Soy testigo de estos cadáveres arcaicos.
Entra en escena mi cuerpo vagando en tribus africanas.
Me quedo congelada.
Dicen que en China aprendieron a utilizar el fuego con la normalidad de la vigilia y la pesadumbre de los sueños.
¿Quién era yo al momento del desastre?
Transición, prehistoria también llamada nómada, clamor invisible de huellas inexistentes.
Entonces alumbro algo más pequeño que mi sexo, es un coral ahumado en un abedul enano.
Sin gloria no hay paraísos. Sin huellas, el hielo se derrite entre las manos. Ahí cabemos todos, inverosímil, cueva idealizada.
Perfección del fuego.
Después de todo, el amor tiene origen rupestre