Poesía de Venezuela: Esdras Parra

Presentamos una selección del libro Lo que trae el relámpago, publicado este 2021 en Caracas por Fundación La Poeteca y que contiene los dos libros que dejó inéditos la poeta trans venezolana Esdras Parra antes de su adiós en 2004: Cada noche su camino (escrito entre 1996 y 1997) y El extremado amor, con textos escritos entre 2002 y 2003, que no alcanzó un borrador final porque la sorprendieron la gravedad y la muerte. Esdras Parra nació Santa Cruz de Mora, estado Mérida, el 13 de julio de 1929 y falleció en Caracas, el 18 de noviembre de 2004. Poeta, narradora, ensayista, traductora y dibujante. Realizó estudios de Filosofía en Caracas, en la UCV, y en Roma. Vivió en Europa entre 1960 y 1971. Fue directora literaria de Monte Ávila Editores, coordinó Papel Literario del diario El Nacional y fue jefa de redacción de Revista Imagen. Se dio a conocer con tres libros de narrativa paradigmáticos: El insurgente (1967), Por el norte el mar de las Antillas (1968) y Juego limpio (1968). Luego se dedicó exclusivamente a la poesía y el dibujo, publicando los poemarios Este suelo secreto (1995), ganador de la II Bienal de Literatura Mariano Picón Salas; Antigüedad del frío (2000) y Aún no (2004).

 

 

 

 

 

 

 

No lamento los recuerdos sin historia, los homicidios
perpetrados en honor a la ternura. Hoy el fuego me marca
como si saliera del hierro del verdugo. No cabe la menor duda de
que el frío también me despedaza. Y los climas que vienen a morir
en las islas contribuyen a mi creciente desesperación, pequeña
tiniebla recién cortada, hueco donde estuvo la piedra. Por esos cenagales
corre libremente mi sangre y prepara su partida.

 

 

Al pie de qué árbol donde brillan sus accesorios
has enterrado esa voz que habla contra el viento

la has partido en dos hasta desmenuzar su fuego

levantas esa edad madura que te susurra al oído
como si interrogara el humo recto

has echado abajo los primeros fríos de la noche

todas esas lágrimas que inundan la mesa o esperan
turno para recobrar su uso de razón.

 

 

 

En la claridad que evoca la abundancia
en la luz que avanza hacia los bosques
en esa blancura de la tierra adentro llegando
a tus manos

en el otoño que jamás regresa
en esas ideas, en esos montes que abandonaron a la luna
en esos ríos que lloran con el viento
aquí, entre las espinas, en el vibrante metal
en esta ruta desnuda, en esta habitación vacía.

 

 

El viento que sopla hoy navega contra la
corriente y contra su propio albedrío

he mantenido esta coraza de espino en
la marea frente a los altos vegetales
y las cruces rotas

no sé si este camino que me rodea seguirá
mordiendo el polvo o si la tierra por fin
defenderá el maíz

sostuve la vida por la empuñadura
con la hoja recta.

 

 

No soportamos nuestro extremado amor ni él
el paso leve de nuestro corazón en el día que solloza
ni la tristeza de luto que nos trae el relámpago.
Vamos hambrientos la mayor parte del tiempo y sufrimos
sin levantar la mirada para, así, acallar nuestro silencio
y lloramos a los ausentes frente al viento y las hojas.

Cómo desearíamos grabar para siempre nuestra historia no leída.
O despedirnos, aún vivientes, de todas las desgracias
y recobrar así nuestra sombra
y dormir al fin sobre la vieja ceniza amanecida.

 

 

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