Leemos al poeta español Alfonso Brezmes (Madrid, 1966). Ha publicado los libros Sed (Renacimiento, 2020), Vícios ocultos (Leviatán, Buenos Aires, 2019), Ultramor (Renacimiento, 2017), Don de lenguas (Renacimiento, 2015), La noche tatuada (Renacimiento, 2013) y Postales desde el futuro (La Imprenta- Colección “Antes morir”, 2010). En 2021, Einaudi publicó en Italia su antología Quando non ci sono.
Perdido
Where I have lost I softer tread
Emily Dickinson
Donde he perdido algo
camino con más cautela.
No sé si hallaré lo que busco,
pero ese lugar es como un templo:
en él existe lo posible.
Donde he perdido algo
es lo perdido que me llama,
y algo de mí llama a lo perdido.
La cautela no es para encontrarnos:
la cautela es para no pisar
el sagrado lugar en donde habita
el oscuro animal de la esperanza.
La casa sin puertas
Homero vio a Dios:
esa fue la causa de su ceguera.
Borges leyó a Homero,
y en sus hexámetros las naves
surcaban el mar para llevar el sol
hasta el ciego horizonte de sus ojos.
Yo he leído antes a Borges
y otro me lee a mí ahora.
Así viaja la luz
por esta casa sin puertas
cuyos muros son palabras:
iluminando unos cuartos
tras dejar otros a oscuras.
Paraíso en obras
¿Subes?
Me he calzado las botas de siete leguas
y aún hay sitio en mi viejo zurrón
para algún animal extraviado.
Tenemos todo el tiempo del mundo
para perderlo en relojes que atrasan;
conocemos la mecánica del desgaste,
el óxido de las buenas costumbres,
la solidificación de los días idénticos;
las palabras gastadas ya las sabemos.
Te ofrezco el azar, lo que tiembla
dentro del corazón de los niños,
unos pocos momentos fugaces
de algo parecido al amor y un pack
de una estancia para dos en mis sueños.
Te entrego la incertidumbre, la víspera,
lo que aún no está aquí,
lo que no tiene sombra,
el fruto del árbol del Bien y del Mal,
la trampa exacta del nosotros.
Sube:
perderemos juntos el paraíso.
Los puntos invisibles
Desconfío de las rectas:
van a donde quiero ir,
no por donde quiero ir.
Solamente cuando tardo
porque entro en el paisaje
logro ver los puntos que lo unen;
solo cuando me demoro
en que me lleva
logro saber a dónde voy.
A cierta altura de la vida
el por dónde es importante:
Ítaca —ya lo sabemos—
se desvanece al llegar.
Muñecas rusas
Coge una sierra,
párteme en dos:
dentro estoy yo,
esperando
a que llegues
y me partas,
y me abras de nuevo,
tantas veces
como haga falta,
cada vez más pequeño,
más yo,
esperándote,
para ver la cara que pones
cuando llegues al fin
a mi yo más oculto,
y lo mires,
y tenga tu rostro.
No leíste los cuentos
Y así te va.
Ya es tarde para lamentos:
se hace tarde,
y pronto todo estará oscuro.
¿Ves esta boca, amor?
Está hecha a la medida de tus sueños…
No hay tiempo ya: cierra los ojos.
No leíste los cuentos
y ahora yo -así es la historia-
tendré que comerte.
Las cigüeñas
Te amo
como aman las cigüeñas
a las viejas catedrales:
fieles aves que regresan
al milagro de sus nidos
sin una pizca de fe.
Aquí
Para llegar a este lugar,
a esta página,
tanto ha debido suceder
– sueños, sangre, dinastías,
palabras, armisticios, el amor
y el desamor, Shakespeare,
naves, luz, constelaciones-
que cuesta imaginarlo.
Cierra los ojos. Estás aquí.
Y basta.