Poesía argentina: Hugo Francisco Rivella

Leemos al poeta argentino Hugo Francisco Rivella (Rosario de la Frontera, Salta, Argentina, 1948). Mereció distinciones como el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío, los Juegos Florales Centroamericanos, el Premio Internacional Jaime Gil de Biedma, el Premio de Poesía Mística Fernando Rielo o el Premio Internacional de Poesía en Paralelo Cero. Ha publicado libros como: Algo de mi Muerte (1981), Yo, el Toro (Alción, 2008),  De Fuego y Sombras (2010),  Piedra del Ángel (UAEMex Toluca-México, 2011),  Espinas en los ojos y siete poemas de barro (El Ángel editor, Ecuador, 2014). Los poemas que aquí leemos pertenecen al libro Oración por mi cuerpo (XXXVII Primer Premio LEONOR de Poesía).

 

 

 

 

 

Ojos

 
El ojo sucio
porque el ojo estalla entre rocas y mares y dolores
dolores en la piel en lo que huele en los siglos pasados con sus mamas al aire
sobre el lomo del río
el tormentoso roce del muerto en el camino
el ojo limpio de leer a Castilla de ensuciarse en Bukosky de sangrar con Rimbaud
de andar como Ungaretti caído en los instantes o ser Montale ardiendo con sus gibas    el ojo bisbiseado de Vallejo y los toros que Lorca desvanece en Nueva York
cada verso a estertores respirado en la nuca del verdugo y su espada.
el ojo en el cielo que dibujan los pájaros
los ojos de la niña que se asombra en los peces que buscan caracolas y tesoros perdidos
el ojo del avaro que reseca la risa que vigila cual cíclope el oro y las monedas
que el mercader ensucia con el alma
el ojo desgastado del muerto en una esquina en la zanja del miedo crujiendo sus metales el ojo que ha empezado a leer las letras que desandan el abecedario
papá mamá te amo carbón agua tristeza
el ojo que se cierra para que venga el sueño y lo acune una diabla de azúcar y de nieve
y haga rondas y cante y vuele y enamore y haga feliz la tierra
el ojo de la madre que en el tumulto busca el regreso del hijo girando en el tiovivo
los ojos del Ché y el siglo en sus entrañas
la bala que lo busca sin poder encontrarlo
porque ha mucho tiempo que entre fieras
salió a juntar eternidades

 

 

 

 

Corazón

 
El corazón de amar cada segundo en donde dios se mira sin nombrarme
el corazón que busca en el silicio el perdón de los siglos eclesiales
los caminos del odio en el que cuelgan los judas iscariotes los traidores del pan
los argonautas los apóstatas el cruel los perseguidos los gladiadores
al fin los hechiceros los samurai el viento
los soldados despedazando el trazo de la historia
el corazón abierto enamorado el tatuado por siglos de ternura aquél que galopó con los caballos a orillas de la mar y el infortunio
el corazón del rey
del vendedor de fugas en la cárcel
el corazón que late en el poema que despertó a Eurídice del siglo que en el pecho del muerto quedó vivo porque no muere sólo aquel que muere por morirse de a pie de sinsabores el muerto por morir de muerte sola de muerte acostumbrada al precipicio
al ocaso sin luz sin nada nada al morirse sin paz al morirse de muerte solamente de invierno de tropel sin primavera chillando como un cuervo en la negrura en el sino del pez en el augurio
el corazón que busca  ser resplandor del hombre en las tinieblas
ser la llama votiva del auriga el laurel de un domingo y de rituales
el latido de dios crucificado
el corazón partido por la pena del niño que amanece sin futuro
el corazón que apesta del malvado porque le crecen uñas oraciones de culpa y remolinos
el corazón sangrando en lo que digo.

 

 

 

 

Confesión de partes

 

Es cierto
lo que escribo está lleno de lugares comunes

el suicida se arrojó del catorceavo piso y marchitó la luz
desgajó su piel

una luciérnaga le nació a la ternura

te quiero mamá
dile a mi padre que la niebla cerca mi niñez
que el oráculo tiene los días contados
                               y apuñala al futuro con profecías erróneas
me sé de miedo
burbujea el Hombre Lobo
la princesa escapa del ogro y del monarca

el Poema
me busca en las ruinas que el mundo ha hecho de mí.

 

 

 

 

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