Audomaro Hidalgo publica libro de poemas en prosa en Francia

El poeta mexicano Audomaro Hidalgo (Villahermosa, 1983) ha publicado en Francia, en la traducción de Gaëtane Muller Vasseur, Incision, un libro de poemas en prosa que aparece en Phloème. Hidalgo publicó en Círculo de Poesía Ediciones Pequeña historia de la destrucciónHa sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas, del Fonca Jóvenes Creadores. Mereció distinciones como el Premio Nacional de Poesía Juana de Asbaje.

 

 

 

 

 

 

 

Noches duras

 

Junto a los desconocidos que soy, junto a los desconocidos que me espían, encerrado más a cal que a canto, golpeo en el yunque de lo dicho, forjo una cadena de sílabas, interminable como un domingo de invierno sin compañía, como el pesado caer de unas gotas de suero. Golpeo el anverso de la palabra sombra, y cae un trozo de luz metálica; tundo el acero de la palabra libertad, me ensaño con fémur, tibia, rodilla, codo, coxis, roca, cráneo, cráter y todas las durezas del tiempo. Del otro lado también golpean, forjan, se escuchan voces, trabajan la noche entera. Si me detengo, se detienen. Luego vuelven a oírse los marros, los martillos. ¿Sobre qué otras palabras torcidas? De un golpe rompo la palabra tobillo, en la punta aguda de tenacidad doy mi golpe maestro. Obtengo el hierro de una frase candente al rojo. Enseguida la clavo en el pecho de hormigón de la noche. Pero las puertas y los portones, las rejas y los candados no ceden. Del otro lado de mí también golpean, forjan, trabajan, se escuchan voces y gritos. Si me detengo, se detienen. Luego vuelvo a escuchar los golpes como espadas que chocan, más fuertes, cada vez con más saña. No hay descanso en mi taller de herrería y forja de palabras, tercas materias que resisten. ¿Cederán esta noche?

 

 

 

 

 

Nuits difficiles

Avec les étrangers que je suis, avec les étrangers qui m’épient, enfermé, le chant muselé, je frappe sur l’enclume du dit, je forge une chaîne de syllabes, interminable comme un dimanche d’hiver sans compagnie, comme la lourde chute de quelques gouttes de sérum. Je frappe l’avers du mot ombre, et un morceau de lumière métallique s´échappe ; je rosse l’acier du mot liberté, je m’acharne sur fémur, tibia, genou, coude, coccyx, roche, crâne, cratère et toutes les rudesses du temps. De l’autre côté ils frappent et forgent aussi, on perçoit des voix, ils travaillent la nuit entière. Si je m’arrête, ils s’arrêtent. Puis on entend à nouveau les massues, les marteaux, sur quels autres mots tordus ? Je brise le mot cheville d’un coup et sur la pointe acéréede ténacité j’assène mon coup d’éclat. J’obtiens le fer d’une phrase rouge brûlante. Je la cloue aussitôt sur la poitrine bétonnée de la nuit. Mais portes et portails, grilles et cadenas ne cèdent pas. De l’autre côté de moi-même ils frappent, forgent et travaillent aussi, on perçoit des voix et des cris. Si je m’arrête, ils s’arrêtent. Puis j’entends à nouveau les coups comme des épées qui s’entrechoquent, plus forts, encore plus acharnés. Il n’y a pas de repos dans mon atelier de forge et de façonnage de mots, matériaux obstinés qui résistent. Céderont-ils ce soir ?

 

 

 

 

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