Poesía de Guinea Ecuatorial: Recaredo Silebo Boturu

Leemos poesía de Guinea Ecuatorial. Leemos poemas de Recaredo Silebo Boturu. Es poeta, actor, dramaturgo, director y co-fundador de la compañía teatral Bocamandja. Además de Gestor Cultural, Boturu, es uno de los exponentes del arte dramático de Guinea Ecuatorial. Es autor de Luz en la noche (poesía y teatro), Crónicas de Lágrimas anuladas (Poesía y teatro) editorial verbum, 2010 y 2014 y Desde el Mediterráneo (Editorial AUGE, 2019).  Ha dado charlas, conferencias y talleres sobre la cultura y literatura de su país en Colombia, EE. UU, España, Francia, Austria, Nigeria, Marruecos e Italia. Igualmente, sus trabajos han aparecido en antologías y revistas importantes. En el 2014 fue elegido entre los 39 escritores jóvenes menores de 40 años en Nigeria, Port Harcourt, ciudad elegida por la UNESCO como Ciudad del libro.

 

 

 

 

 

África

 

Yo te quiero, mi África desnuda,
errante,
mi África flotante,
brillante.
Yo te quiero, mi África elegante,
exuberante,
con tus olores
y tus colores
y tus tambores.
Yo te quiero, mi África risueña,
con tu sol y tu lluvia y tus tempestades.
Yo te quiero mi África sonriente,
con tu energía y tu inercia.

Si fuera un poeta
si fuera músico, si fuera artesano:
seguro que te escribiría versos,
te tocaría melodías compasadas,
te llovería sueños que faltan para regar tus campos.

Pero soy un pobre poeta bubi
Que sólo puede implorarte PAZ y PAN para tus hijos.
Yo te quiero mi África verdosa, sedienta.

 

 

 

 

La caída en el Mediterráneo

 

 

«Mejor que en la casa de uno, en ninguna parte», dicen.

 

Pero ellos salieron de aquí, de sus casas,
exhaustos, subyugados, arrastrando
siglos de quimeras escondidas entre bultos y maletas.

Salieron de aquí, de sus tierras,
en busca de cielos y soles distintos;
sedientos de justicia y libertades,
hambrientos de hamburguesas y refrescos,
ataviados por perpetuos temporales,
cansados de lo mismo y de lo mismo.

Atravesaron desiertos, montes y selvas,
se alimentaron de arena y de barro,
bebieron el mar que escurría por sus frentes.

Al final,
les fue inútil tanto sacrificio,
no sirvió de nada haber regado
el sendero frondoso con sangre
porque sucumbieron al camino,
y sus cuerpos fueron devorados
por el corazón come-carroña
del Mediterráneo y del desierto.

Y son miles, ¡miles! Miles de seres humanos
arrastrados por las olas hacia la panza de los peces.

Sí, hacia la panza de los peces.
Africanos: negros, blancos, amarillos,
hombres, mujeres y niños.
Personas. ¡Y niñas! Personas.
Todos a la panza de los peces.

Africanos que siguen soñando, llorando
acunados por los brazos de la mar como una madre
inocente y asesina,
y están ahí y allá, por todas partes
repartidos en la panza de los peces;
pero sus familias no lo saben porque ellas también sueñan,
y sueñan con ellos comiendo hamburguesas
en alguna tierra que nunca conocieron.

Siguen ahí, hundidos como barcos
que nunca volverán a tocar tierra,
trozos de alimento para peces,
sin velorio, sin nombre, ni apellidos,
ojos que no volverán a abrazar sus hijos,
ni a sus enamoradas,
ni a sus padres, ni a sus primos,
porque partieron de aquí en busca
de un sol que no existía;
abandonaron este continente de futuros,
y a sus propios soles, mares, y selvas.

Privaron de sus manos a estas tierras
fértiles de posibilidades.

 

 

 

 

Corrupción

 

 

«Es el cáncer que mortifica a la Madre África.»

De arriba a abajo.
De abajo a arriba. Tú.
Erguida portentosamente.
Quieta y en forma de ceiba gigante
coronada de estrellas.
Tú,
difuminada en forma de partículas tóxicas
por estos y otros tantos arrabales.

El mismo wuruwuru.
El mismo wesewese.
El mismo allá-allá tan calladito,
vestido de chaqueta y de chancleta.

Tienes las raíces hambrientas y emplastadas.

A veces te presentas como un gen en nuestra sangre
y otras como esporas venenosas que inhalamos.

Maman de tu pecho los que siguen escondidos
bajo la envoltura de algún óvulo durmiente.

 

[¡Asesinémosle!]

 

 

 

Significado de algunos nombres

Wuruwuru…… Trapicheo.
Wesesese….mosquito tropical casi invisible.
Botuku….. Jefe.

 

 

 

 

 

Y sigo soñando

 

Estar agarrado a los barrotes de un sueño
te permite seguir.

 
 
Hay hospitales que arrancan
suspiros a los vivos
porque están sitiados por la muerte,
pupitres manchados de fango e ignorancia
que nublan la mente del niño inocente.

Pero yo sigo soñando
Con sembrar palabras, ceibas y arcoíris,
con hilar cascadas, mares y palmeras
aunque otros
quieran que se calle la canción de mis poemas,
y que reine cómplice el silencio
conspirador e insidioso.

Hay calles asfaltadas que revientan de tristeza,
pero yo sigo soñando
con caminos nuevos, sí, veredas y senderos,
y también con lluvias
y tornados
y tormentas:
días libertinos, sosegados y soleados.

 

 

 

 

En la puerta de la primavera

 

No quiero que mis poemas
estén revestidos de lana de buey.
No llevarán corbata de Hermès.
No los quiero guapos y atractivos ante nadie.
Los quiero así: rebeldes, picantes.
Medio desnudos. Provocativos.
Llenos de verdades y calores. Exuberantes.

Sean mis poemas como venas
por las que transite sangre negra como pólvora,
explosión de adrenalina cruda,
lago reposado, cascada suspendida,
cerilla encendida de noche a lo lejos,
cerilla encendida en lo íntimo del mar.

Versos que se pongan mascarilla
pero no silencien sus reclamos al botuku.

Versos esparcidos como abrazos
a todos los colores, sin prejuicios.

Sin divisiones necias. Sin pellizcos.

Versos que nos ayuden a que la oscuridad
no se nos meta dentro.

Versos de música y de brujería
que nos salpique de amor hacia el prójimo,
todos los prójimos, aquí y allá.

Versos sostenidos por la mano de un amigo
capaces de aguantar un duro golpe de calor,
una nevada, o un huracán,
y que se conviertan, al final, en una voz alzada
que alerte a los hermanos que se fueron
de que nosotros seguimos aquí
buscándonos la voz, a la deriva.

 

 

 

 

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