Leemos poesía venezolana. A propósito de la aparición de la antología personal Al otro lado del clima (LP5 Editora, 2022), leemos algunos textos de Jacqueline Goldberg (Maracaibo, Venezuela, 1966). Es escritora y editora. Autora de más de una treintena de premiados libros de poesía, narrativa, ensayo, testimonio y literatura infantil. Doctora en Ciencias Sociales y licenciada en Letras. En 2018 participó como escritora residente en el International Writing Program de la Universidad de Iowa. Parte de su poesía está recogida en antologías digitales e impresas, El libro de lo salvado (2020), Ruido de clavículas (2019), Una sal donde estoy de pie (2011) y Verbos predadores (2007). Autora de las novelas Destrucción, ten piedad (2021) y Las horas claras (2013) y de las obras autobiográficas Ochenta días en Iowa (2021) y El cuarto de los temblores (2018). Ha publicado doce libros infantiles; el más reciente: Pitchipoï, (2019), ganador del Premio Fundación Cuatro Gatos 2020 y del Premio Los Mejores Libros 2020, que otorga el Banco del Libro en Venezuela. Su poesía está incluida, reseñada y traducida en antologías en más de quince países. Es cofundadora de Fundación La Poeteca, en Caracas.
Twitter e Instagram: @JacGoldberg
De la antología personal Al otro lado del clima (LP5 editora, 2022)
climaterio
1]
descendía por unos túneles
había largos tramos de escaleras
las piedras eran amarillas
—recordaban a Jerusalén—
al conseguir el último rellano
donde comenzaban otros túneles
pregunté cuánto demoraríamos en llegar
«quince años tardó la excavación»
me dijeron
quien me acompañaba explicó
que al final había un campo de azafrán
desperté
intento reordenar ese sueño
dicen que azafrán
significa metamorfosis
que escaleras y túneles
remordimientos
quién sabe
me quedo rumiando el vocablo excavación
aquello que tañe y desciende
donde todo es anhelo
igual
invivible
2]
klimaktḗr
en griego escalera
barrote de escalera
punto crítico de la vida
de ahí climaterio
que es un poco descender de bruces
una mujer en el climaterio
—una mujer como yo en su climaterio—
nunca sabe
nunca sube
no se vuelve pájaro
no cría larvas
escribe
saber es cartografiar
estregarse
no me quejo
vivo mis mejores torpezas
mis más lúcidos heridos años
3]
mi sangre
venida del deslave
el deshielo
me hacía trágica y fértil
ahora vivo al otro lado del clima
sitio de amortajar
en combustión
Ginecólogo
¿para qué te sirve ese útero?
así nos convenció
de deshacernos de la casita
amueblada para el segundo hijo
—ya entonces no queríamos otro hijo—
igual era mi útero
pude habérmelo quedado unos años más
pude llegar entera al bochorno
sin la cicatriz que a veces arde y pica
sin orgasmos desplazados
duelos sueltos
Psiquiatra
mi madre me llevó
para que aplacara los temblores
era médico reputado
había estudiado hipnosis en Madrid
me acostaba en una camilla de cuero negrete
susurraba desde atrás
yo traducía la lengua de vergel
de mis catorce años
un día preguntó si me masturbaba
conté que no me masturbaba
le asombró que no me masturbara
ofreció enseñarme
hice un berrinche
para que mi madre no me llevase más
a ella no le conté
o sí
—ya no recuerdo—
es posible que nada entendiéramos
Una isla en un lago en una isla
1]
Samosir es una isla
en el lago Toba
en la isla de Sumatra
de eso hablaba Marco
mientras paseaba con telescopio
por nuestro lago de sórdidas isletas
—una que fuera de leprosos
otra de corsarios—
ninguna con lago dentro
siendo sola entreví
que hay islas tan grandes tan grandes
que ellas mismas tienen lagos
que a su vez contienen islas
y más lagos y más islas
no sabíamos entonces
que hay islas líquidas
que se pronuncian sin afuera
como la isla Glover en el Gran Lago
en la isla de Terranova
como la isla René-Levasseur
en el centro del lago Manicouagan
como una roca que es una isla
en un cráter lleno de agua
en Isla del Volcán
en el lago Taal
en la isla Luzón en la isla Filipinas
una isla en un lago en una isla en un lago en una isla
he pensado en Samosir
porque suena a pliegue
a samovar
a primer asombro
a desamor
porque una vez
esa isla llenó todo de oscuridad
—no había arriba no había abajo—
Samosir es sitio de extrañamientos
un cuco extinguido
panteras nebulosas
no puede ser cualquier cosa
una boca en una mueca
la tristeza en la tristeza
así las islas
su lengua desforestada
somos islas
me repito
islas recluidas en la quemadura
de deshabitadas islas
desdichados
descorazonados
preguntas sin tenencia
preguntas en la pregunta
hechas isla
2]
mi primer viaje
fue de Nueva York a Maracaibo
en el vientre de mi madre
tengo recuerdos imprecisos
de un verano agujereado
Vietnam era entonces fauces
podía yo ser macho
temían que mis muslos
quedasen para fuselaje
las encías como sentencia
volvieron sin querer volver
nací en el lugar de los malentendidos
hembra y funámbula
destruida y porosa
3]
al otro lado de Angostura
está Soledad
pueblo tristón
fundado en mil seiscientos y algo
mi suegro nos llevó
a tomar cerveza
a ver la piedra en medio del río
a ver su ciudad detrás del río
no fuimos a la plaza
no nos detuvimos en la iglesia
de regreso
mi esposo y su padre
recordaron tiempos aluviales
yo pensaba
en el gentilicio de por allá
—¿soledadenses?—
pensaba en lo arduo
de pertenecerle a la soledad
aceptar su credo
corroborar que nacimos
sin entender lo de antes
el agua
la soledad de todos
4]
volvíamos de comprar tomates
y hediondos quesos de provincia
la cuesta había ensordecido mi espalda
Nelly bajaba a darse un baño
el mar era lejos ese agosto venteado
no sabía que se pudiese caminar hasta la playa
desde la terraza la reconocí
por su traje de baño negro
porque iba sola
para llegar a la mar de Trouville
hay que cruzar arenas
pequeñas isletas de agua
¿cómo llamar esa extensión
antes de la espuma?
¿bajamar?
¿gran orilla?
Nelly dejó la toalla sobre una roca
nadó un rato
lo hacía todos los días
me contó
fui a la cocina a buscar vino
cuando regresé al jardín
no supe distinguirla
el horizonte era puntos
mucha gente
sombrillas
un cuadro de Eugene Boudin
5]
del huerto de Getsemaní
traje una rama de olivo
una varita gris y atormentada
con hojas secas
la arranqué
cuando el guía del tour no veía
regalé trozos
me quedé con uno
lo colgué cerca de la puerta
no es que aguarde milagros
quería decir estuve allí
el jardín existe
los olivos existen
quería decir
fueron ciertas
la agonía
la última soledad