Poesía argentina: Samuel Bossini

Leemos poesía argentina. Leemos algunos textos de Samuel Bossini (Santiago del Estero, 1957) pertenecientes a La Luz decapotable (2021), publicado por El Sastre de Apollinaire en España. Ha dirigido Malvario, revista de litaratura y arte. Publicó poesía con el seudónimo de Pablo Narral.

 

 

 

 

Acto 1:

 

El sol negro quema.

La cólera canta, oh Diosa.

Sigan las patas en la fuente. Siga Evita en lo alto, Hermosa y Santa. Además de esto:  cejas levantadas, cejas fruncidas. Ojos quemados. Piel que nunca entendió el reflejo del lago. Una parte puede convertirse en todo. Líneas rígidas. En el centro de la ventana la parca Luz. El Aire construye al ángel. El árbol se zarandea bañando de hojas al muerto. Las ramas por detrás de la oreja. Todo se crea, destruye y finalmente se renueva. Vivir da una bocanada y lo vuelca sobre el lomo del pájaro. Mi hermana María, la de la muerte, trae una sonrisa que gira. Presionar dos papeles juntos. Pasarles la lengua. Cerrar los ojos. Gritar y disolverse bajo la mesa. No es Dante el que canta. Son los pies secos de amante seco. Una imagen horrible una y otra vez contrae los párpados. Una y otra vez se siente el pez correr por la manga de la camisa. Y nadie viene en tu ayuda.

Nadie. Nadie.

El jardín cierra todos los senderos.

La Palabra lame la pared y se rasga.

 

 

 

 

Acto 3:

 

El sol negro quema.

Hablar y cantar dentro de largos esqueletos.

Trozos de sombra sobre el plato. Escuchar la sombra saltar en los techos. Escuchar la Rosa cuando acaba el día. Las piedras pesan en los zapatos. Voz acumulada. Las gotas se secan antes de llegar al piso. Y la Dama y su vestido rojo queman el anillo. Huir. La lluvia busca en la ropa algún rastro de sus ojos. Son los nudos los que abren la puerta. Vidrio partido en los bolsillos. Tormenta que pacta con las mejillas para suavizarlas. El corazón se alza hasta lo más alto del jardín. Tiemblan las pantorrillas. Parte la amada dibujando su silueta en el Aire.

Él Crucificado queda en el cuarto, sólo, dibujando con las yemas de los dedos su cielo.

Fuera del Amor, nadie te salva.

 

 

 

 

Acto 15:

 

El sol negro quema.

Lo mejor del viaje es partir antes de partir. Llegar cuando todo se aleja. Nunca saciados. El viaje se vuelve a beber. Viajar y arrancarse los nervios. Aventura donde el nervio es Ojo. El vapor explica el viaje. Lo que no vemos se suma al viaje. Un disco de barro flota y se deshace. El fantasma hace de rueda. La rueda pierde el rumbo y se hace viaje. Denso y apagado el horizonte hace señas. Como esa textura que al pasar la mano son ásperas arrugas de lluvia.

La raíz queda sujeta al pie.

Se regresa para partir siempre.

Se regresa para oler la Rosa pisada.

 

 

 

 

Acto 38:

 

El sol negro quema.

Un film inacabado. Todos los que corren tiemblan. Tiran su serpiente al suelo. Los abraza un manto áspero y pegajoso. El tranfuga se acaricia el cabello. La mano llega hasta la llaga y la aprieta. Cada Ojo se olvida del otro. Se juntan y por un instante lo tocado regala su último color, su último olor, su último viaje. Un celular suena. El traste de un perro mancha el vidrio del auto. Nadie habla. El movimiento no crece. Una gota de Agua llena el Hueco. Los amantes se inclinan para mojar sus ojos marcados. Se puede beber el Aire que regala la mosca. Tiemblen, dijimos: ¡Lloren criaturas, ya no tendrán padre! La resignación es para los que no corren. Cualquier hora del día es buena para tatuar un ramo de rosas. Acabó la fiesta. El film queda inacabado.

El Crucificado no se reserva nada para la vuelta.

Son las hojas las últimas en cubrir lo último.

Y son las hojas las que mejor nos despiden.

 

 

 

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