Poesía mexicana: Ángel Nungaray

Presentamos una muestra del poeta Ángel  Nungaray. (Yahualica, 1968). Fue becario del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico de Jalisco, auspiciado por la Secretaría de Cultura del Estado y Conaculta en los periodos 2008-2009 y 2010-2011, así como del CECA en el 2009. Está incluido en Los mejores poemas mexicanos (2006), Animales distintos. Muestrario de poetas mexicanos, argentinos y españoles nacidos en los sesenta (2006), entre otras publicaciones. Es autor de los poemarios En el vacío de la luz (2002), Morada ulterior (2004), Plexilio (2008), Escalar el vértigo (2009) y Existir es alejarse (2014).

 

 

 

Nínive se reinventa cada día

1

La ciudad de Nínive
es un espejismo.
Jonás la atraviesa proclamando
el mensaje de Yavhé.
Las calles están desiertas
y de pronto aparece una turba
enfurecida que se dirige contra él.
Jonás cierra los ojos
y siente en sus adentros
los golpes de la ira.
Nínive se reinventa cada día.
Jonás es sólo un espejismo.

 

 

 

2

“Dentro de cuarenta días
Nínive será destruida.”
Pregonaba Jonás, al recorrer
la gran ciudad.

“Dentro de cuarenta días
Nínive será un espejismo.”
“Dentro de un espejismo
Nínive será destruida.”
“Dentro de un espejismo
Nínive será un espejismo.”

También el arrepentimiento
es un espejismo.

 

 

 

3

Nínive es Jonás.
Dentro de él
luchan el Bien y el Mal.

Según Blake,
el Bien procede del espíritu
y el Mal del cuerpo.
Sin contrarios no hay progreso, dice.
El Prolífico es una porción del ser;
la otra, el Devorador.

El Devorador es un páramo;
el Prolífico, el espejismo involuntario.

 

 

 

4

El perdón es un espejismo.
Jonás lo sabía,
Yavhé lo sabe desde siempre.

El perdón es un derroche
de la divinidad.
Y dentro o fuera
de cualquier imagen
real o irreal
lo único certero
es esa chispa sublime
vestida de espejismo.

 

 

 

5

Yavhé habla y escucha en sí la voz de Jonás.
Un infierno se desprende
de esos ecos;
un paraíso invisible espera,
está detrás de los sentidos
y la catástrofe que renace
en cada fruto, impide verlo.

En la catástrofe se purga indemorable,
la llama del espíritu.

 

 

 

6

Es Yavhé quien mueve
el pedal de los despojos,
las olas apátridas,
las demoliciones de las apariencias,
de lo que crece en apariencia
y es efímero:
los esquemas inflexibles
del naufragio.

Es Yavhé, sólo Yavhé
el que ofrece la manzana
y el destierro,
la voz de los fariseos
y  la del crucificado.

Yavhé  clamando a Yavhé.

Yavhé es en nosotros
el errabundo.

 

 

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