La editorial Círculo de Poesía ha publicado recientemente Cámara de niebla del poeta boliviano Gabriel Chávez Casazola. Aquí se reúne la selección más representativa de su trabajo. En esta entrega el poeta y académico Rubén Márquez Máximo nos acerca brevemente a las inquietudes poéticas que el lector podrá encontrar en este libro.
Cámara de niebla
Gabriel Chávez Casazola (1972) es una voz que destaca en la poesía boliviana. En el 2015 es incluido en el Canon abierto. Última poesía en Español, obra que propone bajo un ejercicio crítico riguroso mostrar la nueva poesía en lengua castellana. Bajo el título de Cámara de niebla, publicado por el sello editorial Círculo de poesía, se reúne una antología de su obra que logra dar cuenta del oficio y el trabajo realizado durante estos años. El libro se organiza en tres apartados: Nombres, Signos y Destellos. Bajo esta triada se propone un modo de erigir pero, sobre todo, de pensar el poema, pues Gabriel Chávez replantea los viejos tópicos de la poesía, es decir, evoca, construye y dialoga con la imagen, con los fantasmas que habitan nuestro imaginario poético.
Nombres
Una de las primeras reflexiones sobre la función de la poesía se da cuando el poeta nombra las cosas. Sin el nombre el mundo no tiene significado. Por esto, el poeta establece un diálogo con ellos para construir el sentido propio. El nombre puede ser cercano o lejano en el tiempo, no importa, pues a través del carácter nominal de la palabra se establece el diálogo en el ahora de la evocación. Así se nombra a Eurídice para pensar sobre la poesía como un estar entre la luz y la sombra. O se nombra a Oliver Twist al designar el nombre a un gato que se encuentra en la calle. Son nombres que ayudan a pensar sobre el propio nombramiento de los entes. También de una manera auto-reflexiva se piensa sobre la naturaleza de la nominación y se piensa si realmente no tenemos todos muchos nombres pues somos variación de circunstancias.
En estos poemas nombrar es sobre todo una lucha contra el olvido. El hombre muere pero el nombre queda, como una imagen que por un momento detiene el tiempo. Dice Tales de Mileto que “detrás de lo perecedero está lo eterno”. Esto parece cumplirse en el poema “Tatuajes”. El punto de flexión está cuando se piensa el viejo tema de la juventud que se apaga. El cuerpo bello perecerá pero la mariposa tatuada en la espalda de la muchacha parece ser la evocación de lo eterno. Del mismo modo, el nombre es la impronta, el tatuaje que marca.
Signos
El sentido no sólo está en el nombre sino también en el signo. Escribir es revelar, mostrar lo que la hoja en blanco tenía oculto, llenar el vacío de signos. El poema que abre esta sección se titula “Contraluz” y ahí aparece la cámara de niebla que detecta y muestra la traza de partículas. El poema es búsqueda de esas partículas que se muestran como signos, figuraciones de lo invisible a simple vista. En la cámara de niebla las partículas se mueven, sin embargo, el signo no transcurre, es un momento, fijeza de la mirada. El trabajo de la poesía es, como diría Paz en El mono gramático,fijeza en movimiento. El signo fija el dinamismo y en su impronta rota.
De este mondo, el transcurrir de la vida hacia la vejez y la muerte parece un estado de fijeza. En el poema “De senectute” Gabriel evoca a Cicerón en su tratado De la vejezcuando el pensador romano enfatiza el paso del tiempo como algo imperceptible. Pero ¿por qué en la sección titulada Signos abundan poemas que reflexionan sobre la muerte? El signo como marca es siempre un designio y el mayor designio es la muerte.
Destellos
Mientras el signo es un descubrimiento, una búsqueda, el destello irrumpe. Es un haz de luz que ciega la mirada para mirar de otro modo las cosas del mundo. Así sucede en el poema “Los patios son para la lluvia” donde se declara que “bajo la lluvia todo es renovado”. El agua cayendo sobre el patio forma la luz, el destello que hace detenernos en las cosas mojadas para pensarlas desde otro espacio y desde otro tiempo. Los destellos son captados por la mirada, sin mirada no hay luz, por eso, en el poema “No” se niega que la belleza esté en las cosas: “La belleza no está en el mundo por sí misma y para sí. / La belleza del mundo está en los ojos de los habitantes del mundo”.
El destello irrumpe la realidad, se mira en la materia, sin embargo, esa luz nos permite adentrarnos en el plano metafísico como sucede en el poema “Reflexión sobre la luz”. Unas veces el destello es un rapto o una brecha por donde cabe la felicidad pero también puede ser el rayo que aniquila y cambia el orden de las cosas. De uno u otro modo, a veces la poesía es la búsqueda de lo súbito de la luz.
Ya sea a través de Nombres, Signos o Destellos, en Cámara de niebla nos encontramos con un poeta que indaga, como Orfeo, sobre los misterios de la vida y de la muerte.
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