Poesía peruana: Ditmar Castro Villena

Leemos poesía peruana. Leemos algunos textos de Ditmar Castro Villena. Publicó los libros Neurastenias de un individuo sólo (2014, Arequipa) y Tripulación errante (2014, Premiado por la UGEL-PUNO) que fue reeditado bajo el título de Galera al extravío en el 2017 bajo el sello editorial de Rupestre. Escribió y publicó la plaquette Isla de carne (2015, Arequipa) y fue parte de la muestra poética 10 poetas de un solo caño. Dirigió y fue parte del sello editorial “Cuervo Editores” de la ciudad de Arequipa (2014 y 2015). 

 

 

 

 

 

Se hará una tumba
para sepultar los rugidos
que andan vestidos de dinosaurios.
Se pulverizará la memoria
que se disparó para todo los nortes.
Se levantará
químicamente
un polvo de estrellas
como pétalo esponjoso
que absorberá un bosque tallado de fémures
y será un tótem

 

 

 

 

 

Escribo con la lengua que se arma de gruñido
con ojos ociosos y tensos
que busca una estación de superstición
para padecer con la verdad
en ese lecho que huele a mil entes poseídos.
Y las pulpas
desolladas
(de desvelo)
quedarán como prueba
del grito que abandonó mi laringe

 

 

 

 

 

 

En el camino
(paradójico y público)
se dejó la melaza de unas ubres
el navegar entre salivas que no fueron besos,
sino, el peso de la memoria en lo vivo
(todo es/fue carne humana).

Se dejó los pies de cuarzo
en reposo y esclavo
a desgarrar
su falsa uña de naranjo
—teniendo de testigo—
un verano de niebla…

 

 

 

 

 

Por arte de suerte,
todos nosotros
estuvimos estampados en unas cavernas,
rescatados
para escribir
un nuevo evangelio.
Así se supo que fuimos especímenes
que en la braza de una fogata
vimos
algunas mariposas de carbón alojarse en las paredes
rocosas [siempre colosales a la lluvia];
que entre bramidos y entre pieles de mamut,
relatábamos
el gusto de subir a los gigantescos cedros
para luego volar
con espíritu de garza
antes de caer al polvo.

 

 

 

 

 

Sujetemos/
suspendamos/
extendamos las noches
y no dejemos que los cráneos se vayan planeando por
un muelle
para que se las lleve
un espumarajo de flores blancas.
Sujetemos/
suspendamos/
la espalda a ese viento frío
que es un nido de víboras.

 

 

 

 

 

Extendamos/
la avalancha de años pardos y fumemos el deceso de
la tez animal
sin lamentar el mito de la capa vegetal
que intenta rodear al fuego
a pesar que somos de las profundidades del agua,
frutos del plancton, llevamos a espaldas la devoción
del sol
por descubrir nuestros sexos
disfrazados de bacalao y corrientes marinas

 

 

 

 

 

La luna
tiene desolaciones y raíces
tiene todos los continentes que se quedaron estériles
al mirarla
Se forjó del mercurio su paladar.
Hipnotizados por ella,
todos se comieron unos a otros
[empezando por sus manos hasta terminar
en el confín de los sus cabellos astillados] Se lloraron hasta que no les quedó grasa ni agua.
Desnudo perfil de laurel,
arrecife de cenizas,
anda acompañada de extremidades, dientes y
vísceras luminosas
puestas en los mástiles para dibujar la lejanía
y todo lo que hemos callado

 

 

 

 

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