El espacio “Voces de ornitorrinco”, preparado por el poeta y traductor Mario Frausto, está dedicado especialmente a las letras de la diversidad sexual desde distintas latitudes. Hoy presentamos un poema de Fred Everett Maus, músico, escritor y maestro. Previamente, ha publicado memorias en prosa y poesía. Vive en una casa en los bosques del norte de Charlottesville, Virginia y en la Roma Norte, Ciudad de México. Su obra The Oxford Handbook of Music and Queerness, que coeditó con la fallecida Sheila Whiteley, es su último libro publicado. La fotografía del autor es de Jonatan Montoya.
Nota del traductor
En esta ocasión, entrego a los lectores mi traducción de un poema del escritor estadounidense Fred Everett Maus, quien nos ofrece un texto de tono confesional, el cual retrata -de manera evocativa y con un lenguaje directo- la forma en que la memoria de un hombre gay se tensa como una especie de cuerda que es sujetada desde los extremos del ayer y el ahora. Sin duda, en esta tensión podemos ser testigos de los rituales, prácticas y escenarios que, tanto en el pasado como el presente, fueron y siguen siendo un camino -entre muchos otros- en que el deseo gay fue y sigue siendo practicado y sublimado.
Mario Frausto Grande
Fred Everett Maus
Domingo por la mañana
nunca salía a desayunar
pero ahí estuve
pequeñas mesas de madera
pintadas de azul tenue
sillas marrones que crujen
la banqueta amplia
yo sorbiendo un capuchino
en espera de huevos
sobre tocino ligero
pan de trigo mantequilla
rebanadas gruesas mermelada
esta costosa cafetería hípster
extrañamente llamada Sherezade
nueva desde la última vez
que estuve ahí
hace diez años
sentado entre el frío y la sombra
el sol cruzando la calle
el pequeño restaurante chino
para llevar lo mismo de siempre
la misma barbería y
entre todo eso
el mismo edificio gris amplio
donde no hay señales
ni ventanas
sólo un número y una puerta
la entrada que cruzaba
cada fin de semana
en la que considero
mi etapa más puta
esas visitas
que no se sintieron reales
sino como un sueño
terriblemente bello
separación de mi vida
paso semanal
por un portal
entraba al universo donde los hombres
son sólo hombres
vestidos únicamente con una pequeña toalla blanca
algunos en suspensorio algunos encuerados
paseaba silencioso por ese laberinto oscuro
de tres pisos
miraba o aparentemente no lo hacía
encontraba o evitaba los ojos
quizá extendía la mano para tocar
desaparecía en la sauna
el cuarto de vapor
con parejas en pequeñas salas privadas
o simplemente cogiendo en el pasillo
o en el columpio de cuero
mientras esperaba bajo luces oscuras
por actores y audiencia
mi desayuno llegaba
pensé que el joven y ligero mesero
me notó mirando al otro lado de la calle
sonrió amable
yo miré arriba y abajo
en cualquier dirección que no fuera ese
reservado y marchito escaparate
como si la extraña maniobra de mis ojos
fuera menos reveladora que una mirada directa
temprano por la mañana
de repente estuve atrapado en la idea
de no entrar a ese sitio
después de tantos años
pero sólo por estar cerca
por estar afuera de esa opaca pared ceniza
que me separaba de una parte de mí
caminé diez cuadras
me preguntaba si vería el lugar
si me ahogaría en memorias
y ahí había una
no era un recuerdo que esperaba
cloro sudor poppers
una mezcla de perfumes
jabón líquido de menta
semen amoniaco anos
de alguna forma creando un olor
asqueroso y excitante
siempre un poco diferente
pero tan familiar tan denso
el recuerdo venía como una cachetada
hacía años que no lo tenía en mente
mi ano punzaba
mi verga se presionaba en mi pantalón
tal vez mi piel se sonrojaba
ahí estaba el mesero
¿está todo bien, señor?
mi alucinación y olfato en perfecto ritmo
con la experiencia presente de esos hombres
al otro lado en esa membrana gris y blanca
eso fue demasiado
llevé el capuchino hacia mi cara
una respiración profunda
de café y leche
un hombre salió de aquel lugar
gordo maduro pálido
su chaqueta colgando del hombro
cabello gris aún húmedo
miraba alrededor nervioso
su camisa mal abotonada
un lado más arriba que el otro
me reí
él no me vio
escapó
el mesero estaba cerca de mí
me vio reírme del hombre
¿eso será todo, señor?
otra sonrisa amable
la cuenta, por favor
otro hombre dejando el edificio gris
chaparro mamado moreno calmado
un poco aturdido
brillaba con la alegría de su cuerpo
miró al cielo
sonrió y cerró sus ojos
los abrió y caminó despacio
diez años de citas
y relaciones pasajeras
me habían dejado
otro recuerdo
mi segunda vez en ese sitio
Ed
nos vimos de inmediato
juntamos nuestros cuerpos delgados nuestro peso
nuestras palabras tranquilas nuestras vergas
nuestra discreción sin preguntas
sin dar datos
sólo nuestros primeros nombres
jugamos un poco y luego nos separamos
nos buscamos después
para jugar de nuevo y volver a separarnos
pasada una hora él volvió a buscarme
debo ir casa, dijo
yo quería venirme
yo quería venirme contigo
nos sentamos juntos abrazados
presionamos nuestras bocas ardiendo
nos la jalamos el uno al otro
capturamos el aliento juntos
nos chorreamos juntos
se sintió perfecto
dijimos adiós
se fue a los casilleros
parecía que iba a llorar
me terminé el capuchino y me levanté
lo que había hecho que viniera hoy
también significaba mi partida