Poesía boliviana: Micaela Mendoza Hägglund

Leemos poesía boliviana. Leemos algunos textos de Micaela Mendoza Hägglund (La Paz, 1981 en La Paz). Además de poeta es psicóloga y musicoterapeuta. Su primer poemario fue Lo mágico sombrío (Editorial Pasanaku, 2010). Hace parte del grupo literario “Letras transgresoras” de Sucre, creadora del fanzine feminista “Felinas”. Lanza en 2016 el disco musical y poético sonoro Éter junto al proyecto Mandala. El libro Áticos sonoros”(Editorial 3600) es condecorado como I Premio Nacional de poesía “Ópera Prima” 2018 por la Cámara del Libro de Santa Cruz en Bolivia. Su poemario Sahumerium es seleccionado por la Secretaría de Turismo y Cultura del Gobierno Municipal de Sucre para su publicación (2020).  Su última producción es un libro-baraja escrito a junto a Adriana Romero (México); Poemancias (Perro negro, 2020). Ha participado en festivales, publicaciones y antologías de poesía nacionales e internacionales en Bolivia, México, Chile, República Dominicana, Reino Unido, Argentina, Costa Rica, Colombia, Perú, Turquía y Egipto. Siendo también parte integrante del colectivo de escritoras de la plataforma literaria “Liberoamericanas” y su respectiva antología.

 

 

 

 

La justicia

 

Maat abre sus piernas en pos de otra Justicia
su balanza equilibra el desequilibrio
cual tambaleante forma de cernir
el corazón y el plumaje

Espada erguida que cumple función de límite
así correrán las cabezas sobre los cultivos
para que otros cráneos puedan crecer del suelo

Serán elefantes Ganesh
Serán cóndores Kuntur Mallku
Serán chacales Anubis
Serán serpientes Kukulcán
Serán gatas Bastet
Serán monos Hanuman
Serán pájaros Thot
Serán jaguares Ek Balam

Habitaremos a los semidioses animales
en demanda que el púlpito humano se sanee

La Justicia será inflexible

Ama sua Ama sua Ama sua
Ama llulla Ama llulla Ama llulla
Ama q’ella Ama q’ella Ama q’ella

hasta que el orden primal sea restablecido

 

 

 

 

 

Afonía

 

Tu boca,
un despeñadero
en el que
las sílabas
saltan
como suicidas
errabundas.

Hay algo dentro
que no logra trepar.

Quizás
el tarareo
de un vértigo.

 

 

 

 

Casa del arterror

 

 

El cordel, 3 am
collar violento
sobre la yugular

Se desdobla la calle
tras la caída
de los huesos

Palabras de espuma
acumulando el escupitajo
la flema sorpresiva

Manos inspeccionantes
Me cubro
Suelto lo soltable
Recubro
Cuerpo amuleto. Caparazón

Espectros de bruma
asaltando nuestro arte
Reptan
Sensación de cuchillos
Silencio. Silencios
Huyen

Nos encaramamos
Nosotras, ojos de estremecidas hierbas
Él, espasmo musical

Ahora vestimos ropajes
de ceniza y polvo
aguardando
la metamorfosis
del terror en el arte

 

 

 

 

 

Significante 1

 

Hay enigmas atrapados
debajo de los queloides.

Simulan estar dormidos
dentro de su antifaz de mercurio cromo,
mientras se arremolinan
entre las manchas subterráneas
de la dermis cicatrizada.

Intentan mandar la contraseña de rescate,
puntean su clave morse
sobre la superficie de costras,
hacia los lugares corporales ocultos
que se mantienen en reclusión.

No hay forma de extraerlos
sin volver a destapar
el corte primigenio,
el eslabón inicial,
la llaga del principio,
la herida original.

 

 

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