Poesía inglesa: Elizabeth M. Castillo

 

 

 

 

 

 

 

Reasons para seguir amando

 

Una misma piedra, cortada en la mitad.

Ten years waited. Ten days wasted.

Diez años por venir. Diez años esperando más.

El perro faldero que fui. El quiltro hambriento que no soy.

The knowledge that love is never malgastado. 

The knowledge that love is never wrong. 

El pichintún de miel que queda en mi lengua.

The mountains, and their cimientos, digging quietly into the truth. 

El constant planner que eres. El caos total que soy. 

The nudo and the desnudo, y la sanidad of both.

The stripes en el cielo despejado over Santiago. 

Le soleil qui se couche derrière Montmartre. 

The Mauritian sun. The Indian Summer.

Circadian rhythms. Rash decisions. 

The cycle of pain, suffering, and rebirth. 

The confidence that I am forgiven. La certidumbre con la que te perdoné.

Toda la confusión que te quiero aclarar.

El maldito hilo que aún sigue vivo. Rope, 

just strong enough to contenernos los dos.

Besos, colgados en el aire. Disculpas, que te queman la boca por dentro.

El daño que te hice, que le pido a Dios que te pueda reparar.

Friendship. Trust. Understanding.

Paz. Paz, through the centre of the earth, and around its periphery.

Paz e historias. Love, grace, y amistad.

 

 

 

 

 

 

 

Estás

 

Entre polvo y sangre,

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ entre tinta y papel,

entre megawatts y moléculas de aire,

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ entre remordimientos y mareas,

entre los cimientos de la cordillera,

entre cada grano de arena seca de ahí

entre la parte suave de mi esternón,

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ y la parte firme de mi dignidad,

entre los tentáculos de la medusa caribeña,

 ​​ ​​ ​​​​ entre las plumas del cóndor,

en el espacio entre mis dedos,

 ​​ ​​ ​​​​ entre las ataduras de mis recuerdos,

entre cada linea de este verso,

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ en cada letra presente aquí,

entre el negro y espumo cuando cierro los ojos,

 ​​ ​​ ​​ ​​​​ estás.​​ 

 

 

 

 

 

 

Duelo y Amistad

 

Nunca ha sido tan profundo, ni oscuro

el oceano;

y los Andes, nunca se han parado tan alto,

inamovibles, 

con tan poco frenesí.

Nunca han sido repelidos mis avances con tanta fuerza,

ahorcados por la tremenda sequía que enfrentaron ahí.

A esa altura

mi arsenal se encuentra completamente agotado,

y las tropas más robustas ya me han desertado

por otro lado del mar, o algún lugar

que esté muy lejos de mí.

 

El duelo, 

(acaso que sea la palabra adecuada

para esa derrota humillante que contigo conocí)

ya no lo llevo siempre. Ni por el amor-

porque el​​ eros​​ y el​​ ludus, te conté, 

se anudan, y se desnudan,

como aquellas serpientes chilotes-

ni por la primavera tuya que fui.

 

No, es la amistad que permanece, 

como mancha en la madera

o el perro fiel que paciente ahí.

Está siempre en la puerta,

inocente, pero hambriento.

No te preocupes,

no creo que esta vez 

la lluvia te traiga nada de mí.

 

Contexto

 

Yo no hice nada malo 

y la muerte vino por la mitad de mi familia.

Tres madres y un amigo. Yo no hice nada malo. 

 

Yo no hice nada malo 

y perdí a mi bebé en el piso. 

Perdí la mitad de la cabeza 

en la sala de espera del hospital. Yo no hice nada malo.

 

Yo no hice nada malo. 

Y te perdí a ti 

a ti.

Herida extraña, complicada.

Acumulación de todas las pérdidas que vinieron antes.

Solamente traté de protegerte.

Yo no hice nada malo. 

 

Sé que mi vida es dorada.

Sé que, con ayuda, he combatido tanto.

No sé cómo tallar la marca de agua de mis talones, 

cómo detener el retroceso de mis extremidades. 

Cómo sentir la mitad de algo. Y cortésmente declinar el otro pedazo.

Cómo sostenerme en un solo lugar. Yo no hice nada malo.

 

Cómo dejar de sangrar, en cada circunstancia, por todo el suelo.

 

Yo no hice nada malo.

 

 

(Traducción de Andrés Piña)

 

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