Kevin Villacís Larco (Sangolquí, 1997). Docente, periodista, productor de artes literarias y multimediales. Autor de los libros: Extrañas Costumbres del Ser (El Ángel Editor, 2021), Mi amigo murió en la celda de al lado (Premio Nacional de poesía Paralelo Cero 2022) y La angustia que somos (Llamarada Verde, Bolivia, 2023). Sus poemas y escritos aparecen en: Espacio, Me Has Vencido – Antología de poesía hispanoamericana (El Ángel Editor, 2020); Voces Indelebles, antología de poesía erótica (2021); Tras la Huella y El Legado del Bombardeo de Gernika (Fundación Ramón Rubial – Esp. 2022). Y en las revistas digitales La Cintura de la Luna: Poesía Ecuatoriana Contemporánea (Revista Liberoamérica. Esp. 2021); La Raíz Invertida, entre otras.
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Aquí yace la angustia
Esta noche nos convoca la angustia
Esta noche que son todas las noches
remojo mis pestañas en un triste coñac memorioso.
Miro al cielo, las estrellas en despedida,
escucho al mundo de afuera
los autobuses yendo a dormir
los perros ladrando a los fantasmas
los gatos ausentes y perfectos.
Miro hacia dentro
los órganos revueltos
la sangre derramándose por la apertura de la boca
y la puerta golpeando sus bisagras.
Esta noche es cualquiera
Esta noche la angustia que somos
ha ocupado su lugar frente al televisor
ha dormido en nuestras camas
con nuestras ropas y nuestros maquillajes
Esta noche, por si fuera poco,
la angustia nos dio un dulce beso
Nos calló la voz
Se limpió sus dientes amarillos con nuestros cepillos
Esta noche la angustia agarró lo suyo
nos tomó de las gargantas
y nos hizo frío el corazón
Esta noche, la angustia que seremos.
Basta de pensar!
Siento la demora,
ni fue el tráfico ni la lluvia,
no fueron los atascos ni la neblina,
ni tuvo nada que ver el crimen ni los horizontes donde
se esconde el sol de la vergüenza,
ni el cielo con una luna pobre regándose en las manos de un niño que pide pan.
No fue la locura ni por Ginsberg agarrando la mano de Carl Solomon,
no fue ni por los llantos del Olvido,
ni porque Oliverio se cayó a la boca de la ternura.
No tuvo nada que ver la angustia,
ni el maltrato emocional
ni siquiera porque las pizzerías estaban 2 x 1
ni porque un taxi chocó con mi auto
ni porque a Margaret Randall se le dañó la moto por vieja
ni porque Silvio perdió su guitarra
ni porque Ponce perdió la cabeza enviciado con la poesía erótica y los versos oscuros.
No fue por la contaminación
ni porque se extinguieron los dinosaurios.
Qué diablos, tampoco fue por la crisis global
ni porque cae cianuro con el agua de las nubes amarillas.
No fue por el metano ni el propano
no fue porque me clavé una espina en la garganta
ni porque se ahogaron dos peces en mis labios
no fue por el beso mal dado
ni por la mala suerte que me ama.
No fue por el dominó, ni las damas chinas ni el ajedrez que pierdo por malo
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no fue porque tengo un hueco en el zapato o porque me estoy quedando calvo
o porque dicen: me estoy quedando solo, me estoy quedando viejo, hermoso.
No tengo que dar explicaciones.
Disculpen la demora
estaba muerto
y no había quien abra las puertas de la morgue.
Algún iluso puso mil excusas para llegar a estas horas.
¿Para qué mentirles?
Me tragué mi lengua
y no sé qué responderles.
Un enjambre de mariposas sale de mis encías.
Disculpen otra vez la demora.
Se me dio por remorirme en un par de ojos lejanos.
Se me dio por huir de las personas que amo.
Se me dio por describir la geografía de mis faltas.
Se me dio por morirme
¡y basta!
Biología del ser
La mente, el cuerpo, las gónadas y falanges,
membranas, calles, ríos, mares,
luz, oscuridad, mariscos o reses,
la cabeza del buey llorando,
el sapo disecado en la mesa,
los libros santos, prohibidos,
la asfixia, la leche, el pasto,
las vacas azules y las nubes rojas,
el abecedario y sus infortunios,
el sol, la luna, Saturno y Zeus,
las tablillas de piedra con leyes perdidas,
el oro de las minas o la platería
en los aretes, en los anillos, en los dientes
rotos de obreros independientes,
tantos dígitos, seres inexistentes,
ánimas del transporte público,
muertos en pie, constitucionales, mediterráneos,
caucásicos, bermejos, rubios, calvos,
cantores de nada, de todos,
irreales formas que no existen,
irreales espacios que nos ajustan los cordones,
irrealidad en la mano, mano que no existe,
ojo que tampoco ve lo verdadero,
¿cuánto de todo esto es real?
¿qué parte del cuerpo es la que duele?,
¿cuál es la que ama?
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¿qué hueso existe para caminar?,
¿cuál para romperse?
¿cuál de todas mis muertes
fue la definitiva?
¿y cuál yo, el real?
¿y cuál yo, se fue para siempre?
Llanto por la primera cama
Sufrirás por las espaldas rotas
Siempre tendrás el pie de tu hermano junto a la nuca,
así como sus primeros sueños,
las angustias por los días de mañana
los cabellos frágiles y la columna
desviada por la familia.
Hijo, esta cama es un lamento del pasado
no había antes para más que esto,
un pollo alcanzaba para un mes.
Me engordaron con avena para caballos
con supositorios de mulas
y quedé embutido de ayeres,
de primas o tías muriendo
al defender sus causas, sus animales,
sus granjas donde los puercos no sabían
más que embarrarse con el fango y la felicidad,
donde el único miedo fue la raposa que se
llevaba los huevos frescos.
Al final no fueron los seres carroñeros
ni los horribles gansos del establo,
tampoco fue la pava ni la única pata
las que condenaron a los buenos
Fue un cáncer profundo
silencioso
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vacío
el que te durmió
y hoy la angustia
no tiene nada que decir,
se terminó el tanque de oxígeno
y los fantasmas han golpeado los vidrios
para llevarse a los suyos.
No hay más,
esto es la angustia que fuimos.