Poemas inéditos de Víctor Ruiz

Poemas inéditos de Víctor Ruiz M. Poeta, fotógrafo, crítico literario y docente universitario, autor de los poemarios La vigilia perpetua (2008) y La carne oscura de lo incierto (2017).

 

Víctor​​ M. Ruiz.​​ Ha publicado​​ La vigilia perpetua​​ (2008) y​​ La carne oscura de lo incierto​​ (2017). Su poesía ha sido incluida en las antologías​​ Cruce de poesía, Salvador-Nicaragua (2006),​​ Novísimos, poetas nicaragüenses del tercer milenio​​ (2006) y​​ Poetas, pequeños Dioses​​ (Leteo, 2006).​​ 

 

 

 

Zazen

 

a José Ñamendy,​​ ailurófilo

  

 

El día se asoma por la ventana,

ruidos de voces irrumpen

y el trajín de la gente cada vez es más claro.

En esta tranquilidad de mi cuarto,

tirado en la cama,

doy la espalda al mundo

como un monje zen

que busca la vacuidad

frente a una pared de ladrillos.

 

Dejo que todo se desvanezca

en una aparente indiferencia:​​ 

 

“Que nada​​ perturbe mi pereza”, digo,

“Que​​ nada perturbe mi pereza”, repito,

 ​​ ​​ ​​​​ para mí este mantra.

 

De pronto, en mis pies,

cuello y muslos,

aruños insistentes

reclaman mi atención:

 

son mis gatos, mi manada,​​ 

giro hacia ellos y los comprendo:

 

abandono,​​ entonces,​​ esta calma contemplativa,

este​​ dolce far niente​​ que me arrastraba​​ 

 ​​ ​​​​ nuevamente al sueño.

 

Voy a la cocina

sirvo la comida

y me quedo ahí

observando sentado​​ 

el banquete silencioso de mis gatos.

 

Así,

recupero la paz​​ 

inmerso en la corriente​​ 

cotidiana de la vida.​​ 

 

 

Samsara

 

El maestro dice que los pensamientos son como nubes.

Van y vienen​​ arrastrados por el viento del deseo.

“No te distraigas con el humo que perturba

la clara serenidad de la mente.

Deja que como pájaros​​ 

se acerquen, canten​​ y​​ se​​ marchen.

Obsérvalos y no te lamentes

si al día siguiente las ramas de los árboles

se te revelan desnudas,

sin hojas y sin aves.”

 

Veo al maestro perderse tras la cortina de bambúes,

él también es pájaro y nube,

tumbo de ola que​​ se​​ deshace​​ en la orilla.

 

Entonces vuelvo al único pensamiento al que me aferro,

mi particular y delicioso​​ samsara:

 

recordar tu espalda desnuda

que contemplo cuando despierto,

ver el sol dibujando el contorno de tus nalgas

y escuchar el gemido de tu bostezo

instantes antes de girarte y descubrir

que te recorro con la mirada.

 

Sé que el maestro diría

“la forma es vacuidad

y la vacuidad es forma”

pero hay un vacío que solo colma tu imagen,

y no me importa si mañana regreso

como reptil​​ 

  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ insecto

   ​​ ​​​​ o demonio lujurioso,

 

al menos,​​ en un intervalo​​ 

del doloroso ciclo de la vida,

tú y yo nos hemos encontrado

como gotas de rocío

suspendidas​​ 

de una hoja de otoño.​​ 

 ​​​​ 

 

Sutra

 

Esta mañana, mientras preparaba mi café,

encontré un insecto aleteando al fondo de la taza,

tenía señales de haber batallado toda la noche,

tratando de recuperar​​ su libertad arrebatada

por una cárcel de cerámica absurda.

 

Lo tomé delicadamente entre mis dedos, 

observé su diminuta existencia 

y comprendí: 

en ese frenético aleteo 

se reflejan nuestras mentes 

aferradas a una presión de vanidades, 

buscando la salida,

mirando hacia atrás o adelante, 

sin levantar nunca los ojos 

hacia el cielo sin nubes.

 

Como cuenco que llama al presente,

el sonido de la cafetera me sacó del ensueño,

coloqué a la pequeña criatura en el borde de la ventana,

después de unos segundos,

elevó el vuelo y se perdió en el vacío.

 

Yo regresé a mi irrisoria prisión.​​ 

 

 

 

 

Dhyana

 

Un día borré de mi mente todas las nociones.

Abandoné todos los deseos. 

Descarté todas las palabras con las que pensaba 

y me quedé quieto.

Sokei-an Sasaki

En el incesante fluir de la vida

haz una pausa,

los sonidos afuera

son espejos de agua turbia

caóticas ondas que confunden

 los reflejos

 

asumes este instante silencioso

te despojas de las máscaras,

esto​​ eres​​ te​​ dice una voz que no evocas,

conjunción de sílabas 

que revientan en tus oídos

y te llaman con un nombre 

al que no respondes 

 

tomas

 y 

     sueltas 

suaves bocanadas de aire

te abismas​​ 

y nuevamente la voz repite

 esto eres

 

un río de imágenes

se te impone sin llamarlo

“es​​ dukkha” dice el maestro

el doloroso discurso de lo que fue

 es y será 

todo confluye en este intervalo 

en el que te sientas y respiras

y vas dejando apegos persistentes:

 

memoria​​  ​​ ​​ ​​​​ rostros​​  ​​ ​​ ​​​​ deseos​​  ​​​​ ​​ miedos

aparecen y

        desaparecen

 

la voz​​ que repetía​​ esto eres

es ahora una caricia

y no inquieta las aguas de tu mente

te aproximas a la orilla 

ya no hay máscaras

ni reflejos confusos

solo la​​ completa​​ nitidez del vacío

 

aquí comprendes

que nada te define

porque nada eres. 

 

 

 

Meditaciones

(Para una poética del silencio)

 

I

 

Luz adentro

                   sombra afuera

las gotas picotean el techo

un grillo taladra el silencio

cataratas de rostros

y río revuelto de voces

 

van 

      ​​ y 

         vienen

 

pero tú

rama aferrada a su árbol

gato sentado y despierto

permaneces aquí

           luz adentro

sombra afuera 

 

II

 

La música del despertador anuncia

la hora de suspender la muerte

estábamos tan bien aquí 

    tendidos

a la sombra de una luz acogedora

 que no ciega 

abrasa y no solo nuestros cuerpos

también ese aliento que somos a la deriva

 aire suspendido en el aire

 ​​ viajando silencioso

sobre olas que no empapan

 ni arrastran

acunan nuestros miembros en reposo

     nuestra mente entregada

a la plena claridad del vacío  

 

 

III

“No hay pilares
en la casa en que vivo;

tampoco techo.

No la moja la lluvia.

No la golpea el viento.”

Ikkyu Sojun

 

mi casa está expuesta a la intemperie

sus paredes no limitan el espacio 

ni su techo roba el sol que necesito

 

a través de sus ventanas observo

el implacable paso de las estaciones

 

a mi puerta diariamente me invitan

a girar la rueda que no cesa

a veces acepto  

 y río​​ 

 y gozo 

 y lloro

pero siempre regreso a mi morada desnuda

es aquí donde luz es más suave

y la marea incesante de los días 

en un océano silencioso

se disipa 

 

 

IV

 

Garza en el río

sobre las aguas pardas del río

el último aliento del sol

dibuja arabescos 

 

una garza inmóvil 

parada en el inútil 

pilar del viejo muelle

parece meditar

 

ni el viento ni la prisa

la mueven

es una pausa en equilibrio

sin expectativa

ni angustia del pasado

libre en la tranquilidad 

del presente 

 

V

 

Comprende primero el principio

el mundo es una red

micelio que nos lleva de uno a otro extremo:

del árbol que florece en el jardín

a la pequeña cucaracha torturada por tu gato

 

 somos agua

y es inútil aferrarnos a la fijeza

fluye y disuélvete en esta corriente 

 

 ahora sí,

entorna suavemente los párpados

suelta el ajetreo de los días:

sombras del pasado

espejismos del futuro

se diluyen​​ en este instante:

despierta

 

 

 

 

Domingo de primavera en el parque Moret

 

En el parque Moret,​​ 

sentado en un banco de madera,

contemplo el vuelo de los pájaros.​​ 

 

El​​ sol​​ se desvanece

y las sombras de los árboles se​​ extienden​​ 

sobre​​ los pétalos de las flores.

 

De repente, una mariposa se posa en mi mano,

la observo.

Ella ignora

que en este instante​​ 

compartimos​​ un secreto interior.

 

La brisa​​ en​​ mi rostro, cierro los ojos.​​ 

Las nubes se disipan​​ en mi mente

 

Entonces,​​ 

apareces,

tu cabello ondea en el viento

y caminas hacia mí,

las hojas del suelo se agitan,​​ 

mezclándose con el susurro de tu voz

me recuerdan la música silenciosa

de un poema​​ 

 

Abruptamente,

la mariposa y yo despertamos del ensueño,

ella vuela hacia los árboles,

yo permanezco sentado,​​ 

respirando, intentando retener​​ 

la imagen serena de tu rostro.

Poco a poco te disuelves

y vuelven los sonidos de afuera:

 

un coro de mujeres andaluzas celebra

un domingo de primavera,

los patos del estanque se zambullen

y los hombres conversan trivialidades.

 

Yo me despido del parque Moret,

del viejo banco de madera,

de árboles y hojas,

y agradezco el íntimo secreto

que esta tarde

hemos compartido.​​ 

 

 

 

DE LA PEQUEÑA Y FRÁGIL MORADA

Solo restos del viento frío quedan: 

la ventana abierta en que la sombra de madre

aún nos dice adiós por las mañanas, 

el árbol que creció como tu cuerpo 

y hoy se arraiga en tu memoria, 

cachivaches desvencijados en todos los rincones 

evocan a padre y sus huesos 

moviéndose y buscando algo averiado por el tiempo.

 

Si acercás tus oídos a las paredes, 

escucharás gritos de niños, 

pilares de alegría que sostienen nuestra casa, 

jardín de flores segadas 

que dejaron la puerta abierta

y la desnuda tristeza de las cosas a la intemperie.

 

Esta fue nuestra morada, 

tan resistente en el recuerdo, 

pequeña y frágil hoy, 

casi polvo, casi nada, casi todo.

 

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