Poesía de Puerto Rico: Juana Goergen

Leemos poesía de Puerto Rico. Leemos algunos textos de Juana Iris Goergen. Ha publicado La sal de las brujas (1997), La piel a medias (2001,) Las Ilusas/Dreamers (2008) y Mar en los huesos (2018). Fue iniciadora y co-organizadora por once años (conjuntamente con el centro cultural Contra/Tiempo) en la ciudad de Chicago, del Festival internacional de poesía: Poesía en Abril. Ha recibido el premio Contra/Tiempo cultura (2013) y José Revueltas Poesía (2017.)

 

 

 

 

 

Mar en los huesos

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Sin cuerpo acongojado, trémula el alma…

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Evaristo Rivera-Chevremont

 

 

I

Si pierdo la batalla,

quiero que guarden mis cenizas en la cajita labrada de la abuela.

 

 

 

II

Llévenme allí, donde ya saben.

A Él quiero volver definiendo en la pura transparencia de sus aguas mis sombras,

y las sombras de escualos y arrecifes,

su lengua acariciando el fijo litoral de mi memoria,

llamándome a la entrega

llamándome sin tregua a sus orígenes

−la luna que miraban los caldeos, la brújula incesante, el astrolabio,

la conquista de reinos por la fuerza inmortal de su tridente, el peso de tesoros en balanza−

llamándome, llamándome al origen, es decir, a las algas escondidas en las ingles

donde sólo su gesto podría recogerlas sin error en mis cenizas –suma de mi yo ausente−

vaciadas por la lluvia.

 

 

 

III

Mañana, ¿quién puede predecirlo?

acaso seré en sus aguas río, océano, mar muerto o mar de muertos

¿con quién será mi encuentro?

¿será Ofelia?

¿o encontraré en sus aguas náufragos de otras islas

marcando las voraces estaciones de este íntimo viaje a sus adentros?

 

 

 

IV

Quiero volver al corazón del viejo mar de las Antillas

dormir entre sus aguas, entregadas mis formas​​ 

que sólo junto a Él son verosímiles.

La perfecta ecuación: la perla azul dormida en la infinita suma de su espacio

Donde puedo llamarle mar azul o azul mar o sólo mar, mar, mar

y en cada monosílabo su nombre cambia.

Es la oculta matemática de encuentros

espejismos del hueso contra el hueso

hecho cenizas

donde Él y yo​​ 

somos lo exacto

en unidad creciente.

 

 

 

V

Llévenme en la cajita labrada de la abuela

a buscar los poemas ocultos en su seno

a dejar que mis cenizas irrumpan de repente en su garganta.

Y ría con mi risa de poeta feliz el viejo mar Caribe

y devuelva el resto de sus muertos a la orilla –porque sí−

porque es hermoso el músculo y el seno

el plenilunio en convulsión, la sal, la planta,​​ 

el fémur, la nostalgia,

un latido dichoso de cenizas y el aroma celeste de un pez y de un suspiro.

 

 

 

VI

Perpetua habitará mi vida en su memoria

agua pasando y pasando

de un poeta a otro en cada estirpe;

mi gratitud en los andamios de su espuma

que no termina

que no termina

que no termina.

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de​​ Mar en los huesos

​​ 

 

 

 

 

La trampa

 

En el fondo de sus aguas

los muertos no hablan

no bailan

no se ríen de su muerte​​ 

no recuerdan su vida.​​ 

Al margen de la amnesia

con la cabeza henchida de ocasos y equipajes

no saben quienes fueron

y buscan en la periferia del mar, un gancho

alguna longitud que persevere en ellos.

Desde esa arista observan lo figurativo:

el ojo ajeno del arte y los poemas que su yola inspira,

los anuncios que no entienden la herejía del llanto,

la ironía que divulga su canto migratorio y esencial –incurable y olímpico−

“El trabajo nos hará libres.”

 

La noche crece entre sus labios húmedos de mar

sus sueños descansando entre pálidas algas

―como pálidos son sus huesos―

Concentrados en un campo de mar

su ataúd es una yola, empujada todavía

por el temible eco de otro tiempo ―Arbeit mach frei―

​​ “El trabajo nos hará libres.”​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de​​ Mar en los huesos

 

 

 

 

 

 

 

Aché

​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Todo está hecho de aché y con aché todo es posible.

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

Color incoloro suave

suave crujir

que se pega a los labios

que se pega a las piernas

suave crujir de hojas

que acaricia la piel del día

brillo fuerte

oscuro y fuerte ruido

crujir de estrellas

que calienta la piel del aire

y me pule las manos y los sueños

de energía

con olor a mis abuelas

y que sabe a mí

y que corre por mi piel

de algodón

de sol

de ébano

de energía

que circula constantemente

hasta uno no ser

hasta uno dejar de ser

para volver a ser completamente

color incoloro suave

brillo fuerte

de energía que circula

una vez más

mordiéndose la vida

18

36

54 pulsos de energía

con olor a mí

siempreviva

para honrar a mis ancestros

para despertar a los Orishas

para tocar a Olofi

en los huecos enormes

después del fuego

y para volver a hallarle

en Ilé Ifé o en el palacio de Potala

o en Troya, o en Ankara o en Dachau

rescantando del olvido

mis cenizas.

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de​​ Mar en los huesos

 

 

 

 

 

 

 

 

Hombres con naguas*

 

que dormían juntos en jamacas​​ 

hechas de hilos de algodón​​ 

y de cabuyas torcidas.​​ 

 

que todos asistimos a su areyto

que el bojike los bendijo:​​ 

“Ro.tureyguá.” “Amor celestial.”​​ 

y les entregó el joyel sagrado: un hombre sobre el otro.​​ 

 

Najanequé. ¿Por qué ellos?

 

que juntos iban a labrar el kunuku,

que los dos eran arqueros,

que les gustaba la guaracha

y en el baile, se decían uno al otro:​​ 

“Tequeta ni ro. tequeta.” “Mucho mi amor, mucho.”

 

 

Najanequé. ¿Por qué ellos?

 

Y sé

que cuando los tayras los vieron

les quitaron las naguas y troncharon con fuego su jamaca.

 

Ahora sé que los tayras odian a los hombres con naguas, los naguacokios

Porque los llevaron al mar y los ahogaron

cortaron sus raíces,​​ 

sus ecos verticales​​ 

donde bullía ávida la tormenta​​ 

y se vertían en jugo dulce de yare.

 

El agua se hizo bosque de recuerdos

vestida de caminos​​ 

y de sueños de alcoba.

 

Anequé. Anequé. Najanequé. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué ellos?

 

 

Haz de luz extraviado en el mar​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ sus naguas de algodón son un poema errante…​​ 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de​​ Mar en los huesos  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

 

​​ *naguas=faldas, vestimenta de mujer taína casada

 

 

 

 

 

 

 

 

El banquete

 

Desde el principio, la yuca, desde el origen en Amauyama.​​ 

Vivir era el oficio de irle descubriendo entre lo cotidiano

y adentrarse en la pura geometría de su jugo dulce o venenoso −yare o naiboa−

y adentrarse en las delicias del casabe jau-jau, pan fino.

 

En ella lo transparente se vuelve inevitable, cobra colores, formas

se viste abiertamente hacia otras realidades, a probables futuros de la forma y el tacto.

 

Cuando en la guerra quemaron al Zemí Baibrama, dicen que después, lavándolo con el jugo dulce de la yuca, le crecieron los brazos y las piernas y le nacieron de nuevo los ojos y le creció otra vez el cuerpo. ​​ 

 

Por eso en el banquete me lanzó a la aventura.

−Nitayna yo− me despliego sin prisa a una suerte voraz ante sus formas,​​ 

y las engullo siempre con los ojos cerrados y corazón de yuca, abierto.​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

de​​ Mar en los huesos​​ 

 

 

 

 

 

 

 

Juego sagrado

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ Batú ciba batey​​  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ ¡La pelota dura como piedra está en el batey!

 

 

Ni los niños​​ 

que intercambian piedrecitas de colores -cibas, abas, cohibicíes-

 

Ni los pequeños muchachos​​ 

que aproximan la sonrisa antes que el juego los acabe devorando.

 

Ni las mujeres​​ 

que construyen la pelota con manos toscas por la labranza y el casabe.

 

Ni las gumarachas ―mujeres de mal vivir, hembras de fuego―

paseando su descaro frente a los jugadores, vientos de mar que esculpe al arrecife ​​ 

que rompe a la montaña y suda ríos.​​ 

 

Ni los operitos del Coaybay*​​ 

que se sientan sobre los vivos en Caguana**​​ 

para degustar nuestra urgencia​​ 

con los paladares de sus huesos.​​ 

Sus bocas llenas de guabasa –que es su alimento-.

Siempre con el pretexto​​ 

de disfrutar en las plazas del juego y de la música

-giauba fuerte, giauba sonora-.

 

Sólo ellas conocen el origen del Batú.  ​​​​ Ellas lo saben.  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

Ellas, atebeane nequen, las honorables,

las honorables mujeres enterradas vivas con sus caciques.  ​​​​ 

 

Ellas lo saben. El juego de pelota es una dada señal alucinada.  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

Una doble señal significante.

 

Los cemíes,

―ávidas piedras de luz cerrando el círculo―

paralelamente​​ 

perpendicularmente se juntan en Caguana.

 

El Batú, es un fragmento.​​ 

Una rama en vela.  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

El encuentro de ti, con tus posibles.

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ de​​ Mar en los huesos

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

 

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

*Coaybay=el inframundo en la cultura taíno-arauaca

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

**Caguana=nombre de un parque ceremonial indígena

 

 

 

 

 

***

 

 

Juana Iris Goergen​​ (Puerto Rico). Ha publicado​​ La sal de las brujas​​ 1997,​​ La piel a medias​​ (2001,)​​ Las Ilusas/Dreamers​​ (2008) y​​ Mar en los huesos​​ (2018).​​ Su poesía aparece en las antologías:​​ LatinUsa​​ (2017) y​​ Between the Heart and the Land​​ (2001) entre otras. Ha editado ocho antologías de poesía entre las que figuran:​​ Susurros para disipar las sombras,​​ Rapsodia de los sentidos​​ y​​ Ciudad Cien. Fue iniciadora y co-organizadora por once años (conjuntamente con el centro cultural​​ Contra/Tiempo) en la ciudad de Chicago, del Festival internacional de poesía: Poesía en Abril. Ha recibido el premio​​ Contra/Tiempo​​ cultura​​ (2013) y José Revueltas Poesía (2017.) Tiene inéditos los poemarios:​​ Las celdas del iris​​ y Este nuestro nosotras. ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ 

 

 

 

 

 

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