Poemas de Mahmoud Darwish

Leemos, en versión de Ariel Miller, un fragmento de El jugador de dados del poeta palestino Mahmoud Darwish (1941). Luego de ser considerado "refugiado interno" se exilió en Beirut y en París. Escribió más de treinta libros de poesía. Recibió el Lannan Cultural Freedom Prize from the Lannan Foundation y el Premio Lenin de la Paz. Murió en Houston en 2008.

 

 

 

 

 

Jugador de dados

(Fragmento)

 

 

 

¿Quién soy yo para decirles esto

que les digo?

Yo, que no soy un guijarro alisado por las aguas

hasta convertirse en rostro

ni una caña perforada por el viento

hasta convertirse en flauta…

 

Soy un jugador de dados:

a veces gano, a veces pierdo;

soy como ustedes

o acaso un poco menos…

Nací junto al pozo

y tres árboles aislados como monjas;

nací sin cortejo ni partera,​​ 

me nombraron por casualidad

y por casualidad​​ 

pertenezco a una familia,

heredé sus razgos y costumbres,

sus enfermedades:

 

primero: problemas arteriales

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ e hipertensión;

segundo: timidez al dirigirme a mi madre, a mi padre

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ y a mi abuela –el árbol–;

tercero: la esperanza de curarme de la influenza

 ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ con una taza de té de camomila​​ 

cuarto: la indolencia al hablar sobre la gacela y la alondra​​ 

quinto: tedio en las noches invernales​​ 

sexto: una exorbitante ineptitud para cantar…

 

No juego ningún papel en lo que soy:

¡es casualidad el que esté aquí,​​ 

yo, hombre…

y es casualidad el que vea la luna,

pálida como un limonero que por la noche usurpa a las mujeres,​​ 

y el que no me desvele

tratando de hallar

un lunar en el las más íntimas partes de mi cuerpo!

 

Pudo haber sido posible que no estuviera aquí,

Pudo haber sido posible que mi padre no estuviera aquí

y que quizá fuera casualidad que se casara con mi madre​​ 

o que yo fuera como mi hermana, que lloró y después murió

y no pudo entender

que meramente vivió por una hora

y que no llegó a conocer a su madre…

O pudo haber sido posible que fuera el huevo de una paloma que se rompió​​ 

antes de que el pichón saliera de la cáscara.

 

Fue casualidad el que esté aquí,

yo, que sobreviví cuando chocó el autobús

por llegar un poco tarde a la parada:

no me importaban ni la existencia ni sus contingencias

cuando por la noche solía leer historias de amor​​ 

en las cuales reencarnaba tanto en autor

como en amante –víctima–

para volverme mártir de la pasión en el relato

y sobreviviente de aquel accidente de tránsito.​​ 

 

No jugué ningún papel cuando me entretuve con el mar,

mas era un impetuoso niño​​ 

que se aficionaba en perder el tiempo con la atracción del agua

que clamaba: –¡Ven a mí!

Y no jugué ningún papel cuando sobreviví al mar:

una gaviota humana me salvó​​ 

al ver que las olas me apresaban, tulléndome los brazos.

 

¡Pudo haber sido posible que no fuera víctima​​ 

del genio de los Mu'allaqat

si las puertas de mi casa hubieran dado al norte

en lugar de ver al mar,

si la patrulla del ejército no hubiera observado las llamas en la aldea

que horneaban la noche,

si quince mártires​​ 

hubieran venido a reconstruir las barricadas,

si no hubiera sido destruída esta tierra de cultivo,

tal vez me hubiera vuelto olivo

o profesor de geografía​​ 

o mirmecólogo​​ 

o guardián de ecos!

 

¿Quién soy yo para decirles esto

que les digo?

Yo, que les digo esto desde el atrio de la iglesia;

yo, que no soy sino un tirar de dados​​ 

entre depredador y presa,

que obtuvo inmensa nitidez​​ 

no para alegrarme de mi noche de luna

sino para ser testigo de la matanza.​​ 

 

Escapé por casualidad: muy pequeño para ser un objetivo militar

y muy grande para ser una abeja que volara entre las flores de las vallas,

y temí muchísimo por mis hermanos y mi padre

y temí por un tiempo vidrioso​​ 

y temí por mi gato y mi conejo

y por la maravillosa luna sobre el elevado minarete de la mezquita

y temí por el rácimo de uvas​​ 

que se sacudía como las tetillas de mi perra…

Y el miedo sostuvo mi mano y yo la suya,

descalzo, olvidando las escasas memorias de lo que quiero

del mañana –no hay tiempo para el mañana–

 

Camino, me apresuro, corro, trepo, bajo, grito, aullo, rujo, clamo, chillo, me apresuro, me alento, me caigo, me abato, me agoto, sigo adelante, vuelo, veo, dejo de ver, me tropiezo, me torno amarillo, verde, azul, me desmorono, sollozo, me da sed, me canso, me da hambre, me desmayo, me levanto, corro, me olvido, veo, dejo de ver, me acuerdo, escucho, observo, me calmo, deliro, balbuceo, pido auxilio, no puedo, berreo, enloquezco, me pierdo, me achico, crezco, me desmayo, me alzo y desciendo, sangro y caigo desfallecido.​​ 

 

Y qué suerte la mía que los lobos se hayan alejado de aquel sitio,

fuera por casualidad o porque escaparan de los militares.​​ 

 

No juego ningún papel en mi vida

más allá​​ 

de los himnos que me enseñó.

Pregunté: –hay acaso más?

Y alumbré su candil​​ 

para intentar cambiarlos…

 

Pudo haber sido posible que no fuera golondrina

si el viento hubiera elegido algo distinto para mí,

el viento, que es el destino del viajero…

me dirijo al norte, al este, al poniente, al extranjero,

mas el sur me fue lejano lejano y contumaz​​ 

puesto que es mi propia tierra;

Luego, me convertí en la metáfora de una golondrina para sobrevolar mis escombros

en la primavera y el otoño…

Bauticé mi plumaje en las nubes del lago​​ 

para llevar mis mi religión

al nazareno que no nunca morirá

puesto que tiene el ánimo de Dios en su interior,

Dios, que es el destino del profeta…

 

Y soy afortunado por tener el destino de ser vecino de la divinidad…

¡soy desafortunado por tener el destino de la cruz,

eterna escalinata hacia nuestro mañana!

 

¿Quién soy yo para decirles esto

que les digo?

¿Quién soy yo?

 

Pudo haber sido posible que la revelación no fuera mi aliada,

la revelación, que es el destino del desamparado:

el poema del juego de dados

sobre el tablero de la oscuridad

que a veces se extiende y a veces no

a fin de que caiga la palabra

como una pluma en la arena.

 

No juego ningún papel en el poema

más allá de hincarme ante su ritmo:

el desplazamiento de los sentidos:​​ 

el sentido que reconstruye al sentido que le sigue

y la anticipación que declina el significado,

el estupor en el eco de cada palabra

y mi propia imagen cuando se traslada

de mi yo a sus otros yoes,

y mi codependencia de mí mismo,

mi añoranza por el manantial.​​ 

 

 

 

 

 

***

 

Mahmoud Darwish (13 marzo 1941 – 9 agosto 2008) fue un poeta y autor palestino, considerado el poeta nacional de la Nación de Palestina. Fue galardonado por numerosos premios por sus obras a nivel internacional. Darwish utilizó el eje de Palestina como metáfora y alegoría de la pérdida del Edén, el nacimiento y la resurrección, y la angustia del despojo, así como el exilio. Se le ha descrito como encarnando y reflejando "la tradición del poeta político en el Islam, el hombre de acción cuya acción es la poesía." También sirvió como editor de varias revistas literarias en Palestina y es considerado uno de los protagonistas de la poesía de resistencia árabe junto con Ahmal Dunqul entre otros

 

 

Ariel Miller (México, 1994) es licenciado en Historia y Arte, poeta y ha traducido textos poéticos del persa, árabe, inglés, portugués, sánscrito, hebreo y alemán para la revista literaria Opción (México), donde ha publicado su poesía desde 2013 y donde se publicó su traducción de la poesía completa del autor iraní Sohrab Sepehrí bajo el título​​ Los ocho libros: poesía reunida​​ (2021). Cursa estudios de maestría en Estudios de Irán en la Freie Universität Berlin y forma parte del Corpus Avesticum Berolinense. Sus proyectos se centran en la difusión de la poesía iraní y actualmente traduce el poemario Man gurg-e xiyālbāfī hastam (Yo soy un lobo soñador) al alemán con el poeta y traductor iraní Ali Abdolahi.

 

 

 

 

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